lunes, 16 de agosto de 2010

GUARACHA AL CORAZÓN. Cuento.

Esta noche en el Queens cantará Paquito, Rey de la Salsa, se alegra Juana y contonea ante el espejo sus rotundas tetas tucutum tum tum, y rebusca la ropa de atender en su ‘apartament’ diminuto pero en New York, que no era poco. Y en aquello de aguardar a un cliente; admirador amigo; calza sus medias negras, corpiño de sólo encaje y jubón de satén que permitiera ver y calentante, tacones sin pulsera de quitar fácil y bailar descalza que así es el juego. Y en meneadora soledad de pelearle al duro frío de invierno se alista la Juana a puro tucutum tum tum de cuerpo entero, que tan bien luce.

Buen fin de semana se le ofrece; quizá caiga nieve en la ciudad y ella se apresta en atender al viejo Robert, infaltable si ya anunció caballeroso que vendría y él, espectador dos veces por semana de su guaracha calentona, es de cumplir horario y paga por contemplar a pleno su cuerpo categórico. Eso que se mira y no se toca disfruta el Robert, sólo desnudez cien dólares cada martes y viernes, que por más yanki ingenuo y frío según dicen de los yankis, a él le alegra el alma el tucutum tum tum de la guarachera Juana. Y hombre maduro exhausto de lengua afuera al subir los cuatro pisos, cuelga su chaqueta en el asta de una silla y vuelca sobre la cama desbrozando bragueta en un ejercicio ejercitado. Para fingir mirar el techo, que ya la Juana se pegó el enjuague de axilas propio a mexicana de sudor caliente y principia el ritual de calentura. ‘Y mira chico’ le dice en español y acerca y retira según le enseñara su abuela la putanga.

Juana se contonea a racha en lentitud, entorna los ojos porque su fantasía sirve en la ceremonia, y bien recuerda que anoche tanto la complacieron con las adulaciones en ‘El Patio’, donde de nuevo actuará el Paquito y a ella la endulza esa compatriotidad latina donde saben que ‘la Juana es hembra modelo de la publicidad’, y que su inglés hasta suena neoyorkino. Si para ella veinte es ‘tuani’ y ciudad se dice ‘cery’; aunque no logre su legal documento, a pesar de ser hembra afilada por muchos que cada noche convierten su trago en imperioso semen que le darían a ella, cada minuto más hermosa según los tragos de madrugada. Aunque los tipos sepan que no vale pasarse de manos con la Juana, ni la menor corajeada latina de ninguno…

Y ya vamos mi veterano Robert quietecito a recuperar resuello y fingir mirar el cielorraso que la Juana ya tucutum tum tum bien cerquita y limitado atuendo hace lo suyo. Proscenio de cuatro paredes y dos espejos más esa cama que con Robert nunca usara, meta y dale tucutum tum mimbreando su lenta guaracha con el saliente culo juvenil que contoneado es infalible. Y Juana tan sabedora se apoya de revés en una silla y al elevar de cóncavo despliegue su trasero la va luego de piernas largas a favor de oscuras transparencia. Y vaya de a poco tembleque tucutum tum tum con sus soberbias tetas ‘que la candela le baja de los hombros a esta niña’, se decía su abuela al entrenarla.

Ella, íntegro fetiche exclusivo para el bueno de Robert y venga Juana humedeciendo su boca coloreada por Dios para la eterna tarea de calentar a un macho; eso, que el hacerse mirar es oficio del cielo y mientras sudan obreras malpagadas o sirvientas a miserable precio, lo de Juana es virtud de hembra elegida. Codiciada al demostrar en tumbeos de guaracha tucutum tum tum, que nadie aprende en la primer encamada y cada oficio requiere requiere darle tiempo. ¿Y qué nombre daría Juana a ese hombre que la mira queriendo dormirse y amanecer con ella entre los brazos? Pero a no distraerse en aquello de ir perdiendo su poca ropa en danza lenta, prenda a prenda quitando breteles que la embretan, muévete pez perca percanta desbrozando escamas del misterio que le enciende calenturas a cualquiera con sólo imaginarte, Juana. Así que sigue bailando que en horitas ha de llegar la noche ya la verá el Paquito, Rey de la Salsa, que también prometió documentarla y jamás pudo, se dice al soltar al aire su corpiño y el viejo Robert en la cama de mirada fija y un hilito de baba, en tanto le guarachaba tucutum tum tum recibiendo la visitación de los caprichos compadres. Pero con todo, no es fácil entibiar el Village a puro contoneo.

- Siento frío, Robert. – cortó Juana su danza a pelvis descubierta y al vestirse descubrió una mano crispada del hombre en la camisa. Su guaracha tucutúm tum tum hizo lo suyo pero el buen Robert, inmóvil, era un yanki correcto de no fingir caerse muerto en un cuarto piso sin ascensor.Y cuánta complicación Juana, justo un viernes que podría nevar en New York y por ahí actuaría Paquito, Rey de la Salsa.

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