lunes, 26 de noviembre de 2012

¿Y si dios quiere barajar de nuevo?



¿Y si dios quiere barajar de nuevo?  

                                                        Eduardo Pérsico.  

 El 19 de noviembre del 2012, el sacerdote Roy Bourgeois, - de Mariknoll, USA-  fue excomulgado de la Iglesia Católica por la Congregación Vaticana en  Doctrina de la Fe. La razón fue su apoyo a la ordenación de mujeres como sacerdotes. (De los diarios).

         La antropóloga mexicana Marcela Lagarde, estudiosa y contendora a favor de los derechos de las mujeres en países donde persisten  prerrogativa de género, -algunas medievales- sostiene que la violencia con motivación religiosa quizá sea actualmente la más peligrosa contra la población femenina. Y consciente que la política del Vaticano ha causado en México más daño a las mujeres que el narcotráfico, afirma que tanto ‘la cruzada de la Iglesia católica en los siglos XX y XXI es una política global contra los derechos humanos de las mujeres en España y Latinoamérica’. Y esta misma científica mexicana puntualiza que el  derecho al aborto en su país, fue construido ‘por mujeres de a pedacitos y en los últimos 50 años’; excelente definición.        

       Ubicarse a favor de la libre elección de la sexualidad y del aborto, que en países como Argentina cuenta el apoyo mayoritario de  la sociedad, eso mismo es desoído por un clericalismo primario que  nos viene de lejos: durante el segundo mandato de Juan Domingo Perón, en 1954, fue sancionada la Ley 14.394 de divorcio vincular que duraría hasta setiembre de 1955, cuando el golpe militar católico que usurpara  el gobierno, ante el revoleo de sotanas de inmediato la derogó. Luego,  en junio de 1987 y bajo el gobierno del radical Raúl Alfonsín se sancionó la avanzada ley 23.515, un avance jurídico en relación familiar todavía denostado por la misma tendencia confesional y adversa, -por reflejo- a todo criterio racional modernizador del inconsciente colectivo de la sociedad. Y basta con atender las prédicas de esos referentes religiosos al bendecir tanto a la persona creyente como a su riqueza, reverenciando así la tenencia material que hilando finamente, a los curas de barrio les origina una dualidad inexplicable frente al sacro precepto de ‘igualdad entre los hombres’. Y no resulta esa la única contradicción en los púlpitos menos pudientes: al evaluar las publicitadas y fastuosas catedrales de lujo, que al creyente más honesto y común lo deja en solitario esperando que dios le ofrezca algo parecido. Una sobria aspiración nada compleja en este tiempo realista y relojero donde transcurre la humanidad que nos contiene, en cuanto desde la época de Galileo fue aprendiendo que las congregaciones ultra terrenas son impiadosas con todo avance científico que no comparta su reinado. Según ocurriera por ejemplo al ubicar al Sol como centro del sistema planetario, certeza científica que para esos religiosos ‘destronaría a la Tierra en el origen de la Creación’ negando al ‘único Dios’ y otras convicciones medievales.

      Como ilustración también, en Argentina persisten los magros avances en hechos cometidos por religiosos, - pedofilia y otros abusos sexuales deleznables- que indicarían el trato preferencial y desparejo frente a toda acción delictiva de un personaje religioso. Predilección que hace unos años pidiera el Vaticano como entidad religiosa y sagaces discursos en los púlpitos, donde hasta su más elevada jerarquía se animó a exigir la inmunidad jurídica por los abusos de sus ‘servidores de la Fé’, incluyendo en ese trato a quienes violan internos en los seminarios o practican la pedofilia como un servicio piadoso. Aunque estos excesos no se dan fácilmente en otros países y en Irlanda y Bélgica, a saber, algunas entidades religiosas soportarían sanciones económicas por denuncias similares contra sus miembros. Así también sucediera en  la justicia de California, Estados Unidos, en el año 2011, donde hubo reclamos  a la Santa Sede como institución en un caso amparado por la Corte Suprema de ese país; se le rechazó la inmunidad en un hecho de pedofilia y el fallo dictó ‘que el Vaticano estaba  advertido de la perversión del religioso pero el Papa y la Congregación para la Doctrina de la Fe, (la misma que hace una semana excomulgó al sacerdote Bourgeois) no removieron al cura pedófilo’.

       Un poco al margen y en cuanto no se muestran tantos casos de curas excomulgados por pedofilia o violación de menores, recordamos a un televisivo cura joven que en un retiro ‘casi espiritual’, en Argentina se mandó un miserable abuso pedófilo contra un chico de doce años. Y pareciera que de milagro el tipo anda libre, pero bué…   

          Estos deslices y perversiones deberían inquietar a los seguidores doctrinarios de buena fé, o al menos parecerle un pésimo antecedente para todo  miembro institucional que pretenda ser una persona normal. En instancias cuando por otro andarivel y entre ruegos y sermones, hay católicos opuestos al uso del condón, a la unión entre seres del mismo sexo  y al aborto bajo cualquier circunstancia, que son civilizadas expresiones que junto al divorcio vincular pretenden una sociedad más libre, quiérase o no. Y si los honestos y auténticos creyentes advirtieran que un exceso de represión sexual por religiosidad no sólo alimenta las perversiones y genera desfasajes éticos, el retrógado discurso político que despobló las iglesias católicas en América Latina tiene esa explicación en primera línea, Sin olvidarse jamás que la más alta jerarquía católica de la Argentina fue una ferviente involucrada en la aberrante dictadura militar autora de horripilantes torturas; desaparición de treinta mil personas y la escabrosa apropiación de niños cuya búsqueda prosigue pese al diario Clarín. Y si bien no todo creyente es deudor de alguna  cruenta infamia, si su ‘señera’ institución prosigue con sus guiños hacia el diablo sería propicio barajar de nuevo. (Nov.012)      ______________________________________________________________

jueves, 22 de noviembre de 2012

Hay ojos sin olvido. Cuento.



               Hay ojos sin olvido.   

                                                Cuento de Eduardo Pérsico.
                                  
Cada añoranza suele sernos amable, siempre que nada  escarbe  con  otras presunciones.
           
                El hombre que volviera de recorrer el barrio sin hallar un solo recuerdo sin distancia, esa vez se bromeó que su paso no detendría el ciclo planetario ni a los autos que apuraban la calle. Volviendo a ese contorno donde viviera Agnieszka pero Ani era más sencillo, por más que igual ella cargara un apellido eslavo de arduas consonantes, estudiaba astronomía  y le resaltaban sus ojos claros al decir ‘Saúl, así somos más nosotros’ al culminar el divertido amor que los juntaba. Porque ellos que ya andarían por los treinta años, sin debates complejos habían aprendido a naturalizar esa ternura sin metas ni futuros homenajes; algo que él no volvería a percibir en ese ámbito barrial ya sin viejos perfiles.    

- Espero que tus ‘papis’ no llamen a la puerta – comentó en la primera noche juntos.   
- Ellos viven en planta baja y nos envidian, no te inquietes - dijo Ani y se rieron.  
               
               Quizá el ayer es una sombra astuta o lluvia sumergida en algo incierto, y ya nada devuelve el teatral gesto de silencio de Agnieszka al salir él de su cuarto en cualquier amanecer, con sus padres cómplices del encuentro y algún vecino que lo saludaría ya bien crecido el día. Pero el amor de ayer es tiempo congelado y al fin queda en su sitio, igual que retomar la voz de una mujer lejana es intención perdida. Y acaso en ese ámbito de jardines desaparecidos, Saúl se sonriera por  esa pretensión de revivir instantes que siempre era tarea de los dioses antiguos…

               Cada añoranza suele sernos amable siempre que nada escarbe con otras presunciones, y al acordarse Saúl de algún viejo acertijo que Ani le dijera cuando comenzó aquella mala historia de hipotecas y préstamos familiares, de ese tiempo él prefirió imaginarse caminando al aclarar por su auto estacionado por ahí, comprar el diario  y demorarse en el café antes de ir a la financiera de su padre. Pero en cuanto a la memoria no siempre le coincide el recuadro del paisaje, en ese mismo atardecer le habló el diariero.         

 - ¿Usted busca el chalet de los polacos? Supo estar donde ahora hay dos edificios altos. Era muy buena gente, y la hija Ani una rubiecita que estaba buenísima – y de pronto ahí el tipo lo sacudió al Saúl fijándole los ojos bien firme y sin olvido.  
- Y usted debe imaginarlo, señor; hace como veinte años un malparido que nunca falta los estafó hasta dejarlos sin la casa y ellos debieron irse lejos- le recalcó sonoro  el patrón del viejo kiosco y ornato de ese barrio, al seguir con lo suyo. (2012).
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Eduardo Pérsico nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires, Argentina.

viernes, 16 de noviembre de 2012

El Conventillo de la Paloma en Lomas.



 

    La buena idea de exhibir ‘El Conventillo de la Paloma’ en Ciencias Sociales de Lomas de Zamora.

                                                        Eduardo Pérsico.

   El ‘Conventillo de la Paloma’, sainete escrito por Alberto Vacarezza que repitiera su éxito por décadas desde su estreno en 1930, es un referente  documental muy valioso de ciertos hábitos de los argentinos. Que además y sin dejar de ser una excelente versión costumbrista y teatral aporta una valiosa apreciación del devenir socio cultural, a propósito de una etapa tan dinámica de nuestra historia como fueran los inicios del siglo veinte. Y pese a que el autor focalizara la acción en la ciudad de Buenos Aires y en el estrecho ámbito de un conventillo, su mensaje no vale apenas como pintura de época y lugar; la certeza realista que sus personajes exhiben luego de transcurrido casi un siglo, nos permiten vislumbrar perfiles que parecieran constantes y palpables de nuestra propia identidad.

      Es sabido ya que la convivencia en el ámbito de los conventillos produjo muchos y novedosos cambios en las costumbres de época, por entonces con rémoras coloniales, no todo allí acontecería sólo por la incorporación de sobreentendidos comunicativos entre lenguajes ajenos y diferentes. Y como dato que la cambiante dinámica impuesta por la convivencia de los conventillos contribuyera a la socialización de los individuos, podríamos mencionar la adopción por entonces del tango como expresión nostalgiosa y hasta del enrevesado Lunfardo, según resultara ese dialectal código entre dos para que no se entere un tercero. Pero al margen de todo aquello, no existe duda que la mayor integración de todos los grupos culturales, étnicos y según cómo se llamen, fue apresurada por los inevitables y furtivos amoríos en zaguanes o donde se diera el roce entre esas  muchedumbres juveniles de diferente idioma y procedencia acicateados por la tentación. Tal vez podría admitirse que los episodios zaguaneros no resultaron el único causal de integración en este complejo cosmos de las inmigraciones, pero humanamente y con certeza habrán de continuar siendo los más divertidos.

      Reiteramos que el Conventillo de la Paloma, de Alberto Vacarezza quien fuera contemporáneo de José Bautista Saldías, autor de sainetes como ‘El Bandoneón’, de gran éxito, y el precursor del grotesco Armando Discépolo con su profunda inquietud social, son renglones que nosotros, los del siglo veintiuno, deberíamos releer con frecuencia para mejor apreciar ciertos perfiles de nuestra comarca. (Nov.012)  _______________________________________________________

lunes, 29 de octubre de 2012

Y unicamente un cuerpo. Cuento.



Y únicamente un cuerpo.    

Cuento.
Eduardo Pérsico.

Al final un gemido bien ajeno del mundo                 y el recóndito y lacio volver hacia uno mismo. 
     Bajo un sol de verano en Buenos Aires la mujer ordenaba el tránsito en la esquina más céntrica. De blusa blanca sin mangas, ceñida falda azul y  subiendo y bajando de vereda a calzada, le extrañó que alguien le dictara una frase al oído y al repetirse el turno de los autos, volviera al  abordaje. Quizá ella pensara apenas ‘qué descaro’ aunque al siguiente cruce de personas, el mismo de camisa abierta de lucir piel tostada y pantalón ceñido la abordaría de frente, y ella casi moviera una mano al responderle. Y ya en el próximo cuadro y más cercanos, ambos rodearían cierta negociación acaso absurda y al venidero cruce de los autos tras un trance más tenso y demorado, rumbearían a un edificio por la misma vereda.
      A la mujer tal vez la impulsara alguna inconfesable fantasía mientras subían a una oficina del primer piso, ámbito sombreado y una tenue luz de computadora sobre un escritorio más dos o tres sillas separadas. La mujer quizá ni imaginara comentar con nadie ese juego adolescente y temerario por el cual su marido quizá la mataría, cuando el muchacho aquel sin dejar de besarla ya le destrababa los cierres de su ropa. Y desde allí transitaría un inesperado territorio a medio vestir de nalgas descubiertas, junto a ese hombre que la conmoviera con su aroma de novedosa piel más aquella rotunda visita entre sus piernas. Así que los dos ya sin remilgos entrarían al  más antiguo entresueño conocido y en ese instante exacto, - eso nadie lo sabe- ansiando ambos ser amados de verdad y hondamente una vez en la vida. Los dos únicamente un cuerpo ya con la mutua boca de saborear profundo y al final de un gemido bien ajeno del mundo, el recóndito y lacio volver hacia uno mismo.
      Al separarse quizá no se dijeran nada. El muchacho ausentado en la silla quitándose el condón y la inspectora apurada en volver al trabajo, habrían imaginado muchas veces ese amorío furtivo. Más quizá y en algún infinito de los cielos, los precursores del encuentro se felicitarían por el  episodio según ellos eternamente lo hacen, sin ninguna palabra. Y fieles a su estilo, el diablo apenas sugirió un canchero guiñar de ojo y dios, enarcando las cejas, mostró en silencio su habitual sonrisa. (oct.012)   __________________________________________________________
   Eduardo Pérsico nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires, Argentina.

martes, 23 de octubre de 2012

Hay gestos y modales para oponerse a todo.



Hay gestos y modales para oponerse a todo. 

                                                                  Por Eduardo Pérsico.

       Entre los argentinos, la siempre activa clase alta suele suscribir el rugido izquierdista o seudo revolucionario de sus jóvenes, en tanto estimen lo dicho como un gesto más bien ‘decorativo’. Y en cuanto tampoco vale exagerar, al aparecer el Ernesto Che Guevara, un clase media alta que sin quedarse en el discurso se tomara La Revolución en serio, desde su misma clase hoy forcejean para ungirlo en un ícono de la publicidad y ‘al diablo’ con su histórica convicción. Porque léase bien claro, cierta  aparente elegancia en alguna actitud es perdonable, pero cuestionar el Poder y la injusta propiedad de la tierra es más  que inadecuado ‘un gesto de muy mala educación’; supo bromear cierta vez la aristocrática Victoria Ocampo. Así y un pasito más adelante, hablar de latifundios y cuentas bancarias ocultas está  prohibido en toda conversación entre personas de cierto nivel, y esa internalizada convicción clasista que también establece y organiza sus patrones de conducta, fija los límites que nunca se difuminan ni se tornan imprecisos entre sus miembros. La conducta de clase alta puede sostener perfiles propios de un individuo, pero si este se vuelve ambivalente al interés grupal la compulsión del grupo no demora en aplicarse críticamente en su contra, que el ‘desclasado’ no tardará en percibirlo. No pocas veces ocurriría que dentro de la clase alta argentina hubiera algún tipo de crisis por la interpretación o conveniencia de seguir algún devenir histórico; y desde el enfrentamiento entre Carlos Tejedor y los Alsina por 1870 la otra seria disidencia de 1916 se produjo cuando asumiera la presidencia Hipólito Irigoyen por sobre el interés de la entonces clase mandante. Y bien cerca de nuestros días, quiérase o no, hubo notorias broncas  internas de clase alta al verse compelidas a no interferir el retorno de Juan Domingo Perón a Buenos Aires luego de su permanencia durante años en España. .

         Acaso más bien por estilo pero sin cambios, esta demorada clase social en Argentina ejerce su intemperancia ante cualquier expresión política popular seria. A ellos los inquieta toda multitud no adicta a su proyecto, y aún los sigue irritando el peronismo al exhibir su atributo coreográfico al reunir muchedumbres en la calle. Esa realidad más que preocuparlos los enfurece como un desafío a la ‘autoridad’ de ellos dentro del tejido social, y por cuanto en Argentina y toda América Latina esto pareciera una comedia o fábula repetida, la  creciente y masiva participación política popular más que originarle a los personeros del Poder una adecuación o reelaboración conceptual ante un escenario novedoso y molesto, sus miembros optan por la reacción violenta que su libreto de clase mantiene siempre en vigencia. La matanza de la Patagonia Trágica por los años veinte y el bombardeo sobre Plaza de Mayo en 1955 no difieren y exhibieron ácidamente ese espíritu, y a pesar que semejante reacción se simula a veces ser una reacción individual, íntegramente los expresa a quienes rechazan el mínimo desvío o  interferencia en su voluntad de mando. Ellos disponen  sin que ello les demande mayores explicaciones por quienes actuaron por su encargo o les interese mayormente la secuela de lo actuado, y así veamos a los militares y demás sirvientes sin uniforme que en la Argentina produjeron treinta mil desaparecidos en los años del setenta, y hoy encarcelados o vagar de paseo de un juzgado a otro. Esos mismos ejecutores que luego de cumplir según mandaderos subalternos el ‘trabajo sucio’ de torturar y asesinar personas, ni se enteraron que actuaban exclusivamente para reencauzar la historia según la necesidad de un privilegiado Poder oligárquico.

        Pero bué, son esas cosas; y en Argentina esa constante se demostró nítida en las presidencias de Carlos Saúl Menem de 1989 a 1999, quien absoluto obediente de los dictados económicos de privatizaciones, reducción del gasto público asistencial y cero control a los evasores y lavadores de dinero, recibiera el favor y apoyo de las clases altas que sonrisa mediante, halagarían hasta su aspecto de ´peronista moderno’. Que en su caso consistió en aplicar las órdenes del liberalismo económico financiero, cuyo estallido en Argentina se diera durante el año 2001, y hoy agobian a los ciudadanos de una Europa que en ciertas regiones pareciera desmembrarse. Y que sugestivamente, es una instancia que permite unir  esos dos episodios por su resultado similar: en ambas crisis las clases privilegiadas salieron del asunto sin sufrir daños materiales, que prolijamente y de manera equitativa debieron ser repartidos entre los más bajo de la escala. Porque si hablamos de igualdades jurídicas y democráticas, - y esta última calamidad europea bien lo dice- en todo el mundo y cuando lo necesitan, las clases altas conocen todas las recetas y respuestas para separarse de cualquier igualdad. (oct.012).

viernes, 12 de octubre de 2012

Esos comunicadores sirvientes del Poder.



            Esos comunicadores sirvientes del Poder y otras especies.   
                                              
                                                           Por Eduardo Pérsico.

         … y quien supone  que todos los demás son  giles, al final pierde por gil.
                                                                       (Sentencia lunfarda) 
       
          En tanto el siete de diciembre próximo de entrar en plena vigencia la nueva Ley de Medios Audiovisuales en nuestro país, crece la tensión en los sectores de esa actividad y también en el arco político más involucrado en la cuestión. Hecho más bien sospechoso si sólo se debe aplicar una ley sancionada por las cámaras legislativas, y luego avalada para su aplicación por la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Y si los monopolios obligados a desinvertir hoy lo hicieran civilizadamente, tal vez ese mecanismo evitaría pérdidas en el mercado laboral de la actividad. Pero y atentos a que todo Poder reacciona con la violencia proporcional a su interés, en Buenos Aires y alrededores surgieron hechos criminales generados por grupos orgánicamente ajenos y hasta disociados entre sí, limitando con preferencia la circulación en la ciudad de Buenos Aires. Paros imprevistos en los ferrocarriles, cortes de energía eléctrica y según sucediera las últimas dos semanas, con una intempestiva  revuelta gremial de la Gendarmería y la Prefectura frente a la Casa de Gobierno. Algo bien amplificado por un periodismo que también y por esos días, hicieran obesos papelones en la última elección de Venezuela , hasta denunciando el secuestro del enviado de Clarín. Una ordinariez que sumada al anuncio sin datos oficiales del triunfo de Henrique Capriles sobre Hugo Chávez,  redondearía un fabuloso delirio informativo. . .

      Por estos días los medias en Argentina exhiben la misma impunidad operativa del año 2008, cuando los sectores del campo en su rechazo al aumento de retenciones a la exportación, y pretendieron reeditar aquel escenario con marchas y obstrucción de calles y edificios por un sublevado personal de Gendarmería y Prefectura; un asunto muy grave. Y todo con el aliento de los periodistas servidores del Poder, políticos de escaso relieve electoral y confesos evasores de impuestos amenazando al gobierno nacional. Cuando los medios informativos fogonearon en el 2008 la demanda de los dueños de la tierra, - que versearían ‘al sembrar estamos haciendo patria’- se apuntó a desestabilizar al gobierno nacional que dispusiera cobrar más retenciones a la exportación; ‘y eso lo hicieron sin la autorización explícita de nuestro sector’, versearia entonces un dirigente de la Sociedad Rural como si la gestión republicana la autorizaran ellos. Aunque unos cuantos meses después más del cincuenta por ciento del gentío votó por la prosecución del gobierno en ejercicio, desafuero popular que estos ‘medios de comunicación’ siguen sin digerir. (Y un poco al margen, esa prístina ignorancia de los diarios principales de Argentina ya fue sugerida con más pulcritud, obviamente, por el Jorge Luis Borges y el Julio Cortázar; ambos muy valiosos escribas que por más tango y milongas de la nostalgia pero sin conexión corporal y cierta con los atributos de la realidad, tanto tardarían en apreciar esa litúrgica escenografía populista y hasta ‘grosera’ del peronismo en la calle, Pero, qué le vachaché).

        A veces es múltiple la tozudez de los medios ante un electorado bien difícil de capturar y que al acto de votar ‘no come vidrio’, una actitud mayoritaria que los grandes medios persisten en ignorar pese a las elecciones en América Latina y la última  en Venezuela lo demostró sobradamente; no jodamos.

       Y este pergeño destituyente del año  2012, tiene sus recordables precedentes. La destitución al gobierno radical de Arturo Illia en 1966 no fue  por la sanción de una ley de medicamentos, - según se repite- sino por la  negativa del presidente argentino a tomar un préstamo externo de unos diez mil millones de dólares, y acaso más. Los actuales radicales ignoran eso para no ser apartados del Grupo A, y poder sumarse a un grupo cerrilmente reaccionario; y que don Hipólito Irigoyen los perdone… Pero sigamos; aquel operativo del liberalismo económico contra Arturo Illia y sin contar las falencias inigualables de la presidenta Isabel Martínez de Perón en 1976, también llegaría a su gobierno que debía al exterior unos cuatro mil millones de dólares. Y casi los mismos servidores locales de la banca financiera mundial,  -cuyos hijos y nietos hoy persisten- la  forzaría a tomar obligaciones externas por varias veces esa cifra. Luego del infame y aciago período militar, ese mismo libreto financiero liberal entró con sus ‘atributos’ de modernidad durante el peronismo de Carlos Menem y Domingo Cavallo, algo que vaciara de contenido la mínima promesa del peronismo original. Ese artilugio bancario de generar dinero del mismo dinero, un suicidio económico implacable hoy con Europa y en Argentina nos aplicara el delictivo corralito bancario sobre los ahorros del año 2001, lo dice todo. Y llámese keynesiano, industrialista  o según sea, esa variante productiva apunta a ocupar mayor mano de obra y nuevos consumidores al mercado. Algo ajeno a cualquier brujería prestamista que al estallar genera volúmenes incobrables donde los únicos cubiertos son los bancos y el resto, que se arregle como pueda. 
        Los medios de comunicación tan diáfanos en sostener que la realidad recién existe si ellos lo anuncian, hoy entorpecen la aplicación de una ley que quizá también roce sus intereses en la malhabida empresa Papel Prensa; otra entrega recibida de los mismos militares que castigaron al país con muertos, desaparecidos y la apropiación de niños recién nacidos. Asuntos que deberían considerar más estos defensores de la libertad de prensa, según  ellos se mencionan. 
Eduardo Pérsico nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires, Argentina.

martes, 9 de octubre de 2012

UN INQUIETANTE MAESTRO. Cuento.



UN  INQUIETANTE MAESTRO.                                                                     

            Cuento.

            ..y si decía del hambre, ese profe no era ningún loco lindo.       
       
            El hombre nos daba clase los jueves y hacía divertido su trabajo. Amaba las palabras y nos enseñaba a volverlas ‘voces con miga, inflexiones verdaderas y no caprichos algebraicos y gelatinosos’. Un personaje era el tipo al sonreírnos ‘cuando el atardecer guía el  contoneo de una piba del barrio, las palabras cargan otro peso’, y también se mostraba serio al dictarnos hasta el cansancio ‘si cada palabra arrastra su propia memoria, maestra puede recordarnos a una señora sabedora de todo’. Solía encenderse al afirmar que al cuidar cada palabra ‘estas dejan de ser imprecisiones oblicuas y misteriosas con pretensiones gramaticales’; y nos guiñaba al hacernos copiar cada  entrecomillado en el cuaderno.
         
        Era interesante aquel maestro de Villa Las Acequias, ni quince mil habitantes y salvo unos pocos inquietos por desatar su propia cuerda, a la mayoría su verba no le caía bien ni mal; aunque al decirnos que varios nombres muy históricos entre nosotros debieran ‘escribirse en minúscula’, nos provocó para discutir feo hasta el fin  de la clase. Aunque otra vez al sugerirnos aprovechar bien nuestro tiempo ‘porque la juventud es una carcajada vital y única’, la inolvidable Celina, - palabras mayores-  anotó en el pizarrón ‘saborear el amor con alegría es todo lo que somos’, la aplaudimos por esa idea de libertad que predicaba el profe. A quien entre nosotros, ya le íbamos valorando con cierto orgullo que tiempo atrás él visitara nuestro pueblo detrás de un amorío.

- Sí, hace un tiempo el fulano ese sabía andar por la Villa – largó un viejo en voz baja.
- ¿ La jugaba de galán misterioso?
-  Nada de eso, un asunto con una solterona – un chimento que Benítez, que fuera monaguillo y renunciara con mucha bronca pese a ser hijo del farmacéutico, aprovechó para decirnos que el maestro no era ningún loco lindo. Y en un ataque discursivo nos advirtió que el profe al comentar la realidad y aquello de multiplicar los panes, hablaba muy en serio. Como lo hiciera al dictarnos ‘cada pibe que muere de hambre es una derrota de dios’; un renglón que el Benítez nos repitiera casi gritando como si eso le concediera mayor fuerza. .
     
       /Qué adolescencia, por favor/ A pesar que de improviso se complicó todo al reiniciar las clases por el mes de marzo, y una noche también en la Villa se acabaron los políticos de la región y como a los uniformados que llegaron a mandar ninguno los conocía, ellos aprovecharon para no saludar a nadie. Y al suspenderse las charlas de la biblioteca pública y prohibida que fueran las reuniones en la plaza, se apagaron todas las conversaciones y mucho tardamos en nombrar al profe de literatura; y lo hicimos en voz sospechosamente baja. De aquel maestro que esperando el ómnibus nocturno cada jueves sabía tomarse un par de ginebras en el bar de la Terminal, nadie escucharía otro  comentario. Y tanto digerimos la imposición de ese olvido que jamás supimos si al menos, él llegó a cumplir con su ritual bolichero o si alguna vez arribó a su casa en Buenos Aires. Y aunque por largo tiempo todos los diarios nos avisaran del abatimiento en combate de tantos peligrosos guerrilleros, allí tampoco descubrimos su nombre. (Oc.12)   ______________________________________________________________________
Eduardo Pérsico nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires, Argentina. 

domingo, 23 de septiembre de 2012

Verde y blanco a franjas verticales. Cuento.




      VERDE Y BLANCO  A  FRANJAS  VERTICALES.
                                              
                                       Cuento de Eduardo Pérsico.  
    
                                               …y su padre de grandota sonrisa gardeliana le preguntó ‘¿te gustó?’, él dijo ‘sí, mucho’ y el viejo redondeó ‘ojalá siempre te acuerdes’..


           ‘Por la última fecha del Campeonato de Primera División, en cancha de Banfield se enfrentaron el local y San Lorenzo. Ganó Banfield tres a uno y culminó así una buena campaña en el torneo’, anunció un diario el 8 de noviembre de 1942. 

          Aquel domingo del ’42 Pablito había sido levantado por su padre al festejar un gol de Banfield y la  imagen de camisetas verdes y blancas lo acompañaría siempre, y  por los años cincuenta probaría en el club su valor futbolero pero ya entonces los jugadores vivían lejos del barrio. Acaso desde ahí cambiarían sus vocaciones y aquellas alegrías que de chico crecían en su corazón, le harían repetir ‘el fútbol es otro servidor del Poder’; aunque la vez en que vendiendo libros por alguna provincia  y ser invitado a pelotear con otros viajantes, íntimamente disfrutó jugar vestido con el color de sus amores: verde y blanco a franjas verticales.
     
        Más en los años setenta algo lacerante desmadejó a Pablo: unos tipos con capuchas de pesquisar escritos rompieron su casa en la alta noche, violaron a su mujer y en una dependencia embanderada lo torturaron a gusto. Algo muy ajeno a una reseña deportiva en cuanto en una madrugada cualquiera, malherido hasta en su recuerdo de infancia, lo tirarían desde un auto y a otra cosa. Así que ya por los ochenta Pablo recaló en España y al afincarse en Sevilla, un amigo imprevisible lo iría integrando a compartir tabernas, agasajos y hasta una tarde de toros. Cuando él, Pablo, tan contrario al atavismo de la muerte gratuita, en un  luminoso 12 de octubre vomitara en la plaza de La Maestranza cuando el diestro Rafael de Luca, que esa tarde saliera por la Puerta del Príncipe, faenaba su segundo toro.
      
        Pero ya por entonces, cada domingo y acaso sin notarlo la dueña del piso que rentaba en esa calle La María, salía del mediodía al crepúsculo y de retorno, a veces con la mirada sin convicción se recostaba en un sillón a recordar, sencillamente. Y en aquel abismo de visiones mezcladas vería la alegría de su viejo con él en brazos al festejar un gol del chueco Farro, al azulgrana vasco Lángara colorado de furia pateando aquella pelota gigantesca y al negro Silvera, zurdo sonriente y jorobeta de correr contra la línea igual que una gallina. Tal vez su vida entera en esos fotogramas del Banfield tres San Lorenzo uno, cuando saliendo del estadio su padre de sombrero rancho y grandota sonrisa gardeliana le preguntó ‘¿te gustó?’, él dijo ‘sí, mucho’ y el viejo redondeó ‘ojalá siempre te acuerdes’...
         
      Hasta que por los noventa y en otro cansino atardecer de domingo, a Pablo le sacudió el pecho ese dolor profundo, definitivo, y al acomodarlo unos vecinos hallaron una camiseta futbolera  debajo de su cuerpo. ‘Del Betis’, comentó uno;  y sí, verde y blanco a franjas verticales.

Eduardo Pérsico nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires, Argentina.

domingo, 16 de septiembre de 2012

El tango y el lunfardo, dos perfiles ajenos al coloniaje



      El Tango y el Lunfardo, dos perfiles ajenos al coloniaje.

                                                        Eduardo Pérsico.

unos tipos de sentirse superiores mientras nadie les pregunte en qué consiste eso.

        Sabiendo que más preocupan cuestiones sobre la economía y seguridad personal, no pareciera oportuno discutir el origen de algún valor cultural de una sociedad. Más en cuanto a esa ‘preocupación’ me pidió opinión el escritor colombiano Ramiro Lagos, excelente poeta y gustador del tango con quien charlamos a propósito, - y creo que por 1992- en la York University de Toronto, Canadá. Y si ‘en la huella andamos y arriero somos’, es bueno arrimarle renglones al asunto.

        Durante años se afirmó que el tango en Argentina era un género que naciera sin letras alrededor de 1880, originario rítmicamente de la habanera cubana y que en los márgenes rioplatenses de Uruguay Argentina recibiera letras prostibularias y otros giros olvidables. Esto último sería demostrable; más afirmar que los primeros tangos sólo fueron expresión bailable del compadrito es temerario por cuanto de ese personaje sustancial en nuestra iconografía,  ya por 1845 se ocupara Domingo Faustino Sarmiento, - múltiple y contradictorio personaje de la inteligencia argentina- al decir en ‘Facundo Civilización y Barbarie’ lo siguiente; ‘en Buenos Aires todavía está muy vivo el tipo popular español, y todos los movimientos del compadrito revelan al majo. El movimiento de los hombros, los ademanes, la colocación del sombrero y la manera de escupir entre colmillos es de un andaluz genuino’. Pero  conjeturar que ‘ese andaluz compadrito’ del que habla Sarmiento recién tuviera canto propio medio siglo más tarde, por el 1900, fue un rebusque  para ocultar cada integración y movilidad social que ocasionara la masiva inmigración recibida. Pareciera una exageración, más aunque el diario La Nación por 1875 publicara dos esbozos del lunfardo firmado por el joven Benigno Baldomero Lugones, el designio de la  clase superior mandante; - los Nosotros, unos tipos de sentirse superiores mientras nadie les pregunte en qué consiste eso- sería desinformar todo lo posible a propósito del gentío común. Y sucedió que ante la descomunal ganancia de tierras apropiadas que les sobraba para construir castillos en medio de la pampa, esa poderosa oligarquía eligió oscurecer cada reflejo del sujeto social de la periferia: desde el `populismo` del conventillo con los rejuntes étnicos que producía tanta diversidad de credos, al lunfardo y  la picaresca sainetera de la compañía de Alfredo Gobbi y su esposa, sería denostada. Aunque al fin la indetenible realidad instituyera al tango cantable con Angel Villoldo; un creativo autor fundacional por su tema ‘El Porteñito’ por 1903 que ratificara en 1905 con similar raíz andaluza en su trabajo más notorio, ‘La Morocha’, con música de Enrique Saborido para Lola Candales, cupletista ‘española’ de moda en Buenos Aires. Nadie discutiría si ‘La Morocha’ era un cuplé en tanto exhibía a una mujer argentina ‘la que no siente pesares y alegre pasa la vida junto a su noble gaucho porteño’, pero alentó a vincular más al tango con el lenguaje lunfardo. Ese argot, código o jerga entre dos para que no se entere un tercero; y esos dos perfiles, juntos o separados, curtirían una manera subyacente que al fin siempre exhibe el argentino común.

        Tango y lunfardo son independientes entre sí por distinción de género y origen, pero íntimamente los integra su distancia con todo tipo de coloniaje. Una actitud que nos obliga, risueñamente, a criticar el fervor tanguero ‘argentino francés’ de los años veinte y que provocara una  inusitada reacción de la revista ‘El Hogar’ ante el peligro ‘que a los porteños decentes, desde París le quisieran imponer el tango argentino’. Pero bué, entre nosotros siempre hubo gente con mucha reacción...   

        El tanguillo andaluz, la habanera y el sentimental fado portugués,  menos apreciado pero evidente, le resultaron tan sustanciales al tango cantable como a la milonga le fuera la guajira flamenca. El ‘déjese de tanta milonga, no hable usted de más’, enlazaría la guajira acriollada porteña al cante andaluz que en 1857 cantara el español Santiago Ramos en el Teatro Victoria  ‘me dijo un moza al verme, tomá mate, che, tomá mate, que en el Río de la Plata no se estila el chocolate’. Y por 1868 apareció ‘El negro Schicoba’, de José Palanzuelo organista de la Catedral con texto de Germán Mc.Key, actor panameño que cantara bien andaluz ‘un tango cara cun tango, un tango cara cun té, dame un besito mi negra ahora que nadie nos ve’. Más tarde Manuel Caballero Bonald, en  Danzas de Escuela Antigua recordaría el ‘Bartolo tenía una flauta con un agujero sólo y su madre le decía, tocá la flauta Bartolo’, que en Uruguay sería por milonga y en Argentina la tanguearían ‘Bartolo deja esa mina, yo no la quiero dejar, porque me calza me viste y me da para morfar’. Resonaría por 1870 el tango acriollado ‘Queco vení pal hueco, Queco, te tengo que hablar’, bien pronto ‘El Tango de la Casera’ o del Recoletero sería entonado y bailado por muchos porteños ‘dignos’ en las romerías de Recoleta o del Pilar. Certeza que a cada negación histórica suele diluirla el tiempo.  
      
       La música del tango sintió cambios en su armonía y composición sin perder su identidad, al igual aconteciera con ciertas letras desparejas y vulnerables que mágicamente  perviven en el estilo literario argentino. Y a pesar que su temática abrume de lo personal a lo social, o que la hechura musical de hoy exija ejecutantes muy aptos en  interpretarla, obviando esas vanas discusiones el tango según expresión cultural sostiene el sabor y carácter de su raíz. Que tan bien estimara el más lúcido Jorge Luis Borges, el de ‘El Idioma de los Argentinos’ de 1928 y que en 1930 expresara: ‘de valor desigual por proceder de plumas heterogéneas, las letras de tango son un inextrincable “corpus poeticum” argentino que los historiadores algún día vindicarán´. Estimando ‘esas imperfectas letras atesoradas en El Alma que Canta’, revista bien popular que sin duda él leyera por entonces. .    

         Y hasta aquí sin ánimo de ocultar contradicciones de nuestra comarca ni agrandar las dudas del amigo colombiano. (set,12)
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domingo, 9 de septiembre de 2012

Guaracha al Corazón. Cuento.



GUARACHA AL CORAZÓN.

                           Por Eduardo Pérsico.

          Esta noche en el Queens cantará Paquito, Rey de la Salsa, se alegra Juana y contonea ante el espejo sus rotundas tetas tucutum tum tum en tanto elige la ropa de atender en su pequeño ‘apartament’ de New Cork, que no era poco. Y en el aguardo de un cliente se embute en sus medias negras, corpiño de sólo encaje y jubón de satén que algo le deja ver,  y sus tacones de quitar fácil para bailar descalza según el juego. Así en soledad y contra el duro frío se menea la Juana a puro tucutum tum tum de cuerpo entero, que bien tanto le luce.

           Buen fin de semana se le promete; acaso caiga nieve y ella se alista para el viejo Robert, infaltable si ya anunció caballeroso que vendría y él, espectador cada semana de su guaracha calentona es de cumplir horario y bien le paga por admirar su cuerpo categórico. Eso que se mira y no se toca y bien disfruta el Robert sólo desnudez cien dólares cada viernes, que pese a yanki ingenuo y frío según se dice siempre, él tanto se renueva ante el tucutum tum tum de la guarachera Juana. Por más hombre maduro de lengua afuera por subir cuatro pisos que cuelga su chaqueta en el asta de una silla y se extiende en la cama desbrozando bragueta en un reflejo ejercitado. De perder la mirada como apreciando el techo pero ya la Juana se enjuagó las axilas de sudor caliente y principia su ritual de calentura;  ‘y mira chico’ le dice en español insinuando in crescendo sus encantos según aprendiera de su abuela la putanga.

           Se contonea la Juana en lentitud al entornar sus ojos, fantasía de la ceremonia pero ahí mismo recuerda cuánto ayer la adularan en ‘El Patio’ donde de nuevo esa noche ha de actuar el Paquito. Y a ella tanto endulza esa atención latina donde se dice ‘la Juana es hembra modelo de publicidad y su inglés ya suena neoyorkino’. Si para ella veinte es ‘tuani’ y ciudad se dice ‘cery’ aunque no logre su legal documento por más que sea hembra tan deseada por muchos. Que al fin y cada noche pretenden convertir su trago en imperioso semen con ella a cada rato más hermosa según crezca la madrugada, aunque esos mismos tipos bien entienden que con Juana no hay viveza o coraje latino que la puedan si antes no se le paga…

         Pero ya vamos mi veterano Robert quietecito casi fingiendo mirar el cielorraso que la Juana ya tucutum tum tum bien cerquita y poco atuendo viene haciendo lo suyo, entre cuatro paredes dos espejos y esa cama que con Robert nunca usara, meta y dale tucutum tum mimbreando su lenta guaracha de culo juvenil que con buen contoneo es infalible. Y la Juana se apoya de revés en una silla y de cóncavo despliegue su trasero y esas piernas más largas a favor de oscuras transparencia. Con más su infalible tembleque tucutum tum tum con sus soberbias tetas ‘que la candela le baja de los hombros a esta jeva’ repetía su abuela al entrenarla.

      Ella en ese momento íntegro fetiche para el bueno de Robert y venga Juana humedeciendo su boca diseñada por Dios para inquietar varones, que el hacerse mirar es oficio del cielo y mientras existan obreras malpagadas o sirvientas a miserable precio, lo de Juana es virtud de ser hembra elegida. Tan codiciada en sus tumbeos de guaracha tucutum tum tum que nadie aprende con su primer cliente y cada oficio exige darse tiempo, sí señores. Pero a no distraerse Juana, si ya debes andar de escasa ropa en danza lenta de quitarse quitando breteles que te embretan; y muévete pez perca percanta desbrozando tus escamas de misterio que enciende a cualquier tipo con sólo imaginarte. Así que sigue bailando si esa noche ya te verá el Paquito, Rey de la Salsa, que también prometió documentarla y nunca pudo...

      Al aire su corpiño y el viejo Robert ya de mirada fija y ella en final de guaracha tucutum tum tum se despedía porque jamás es fácil entibiar el Village a puro contoneo.
- Siento frío, Robert. – cortó Juana su danza a pelvis descubierta y recién  descubrió una mano del hombre crispada en la camisa. Su guaracha tucutúm tum tum hizo lo suyo pero el buen Robert un yanki tan correcto no era de fingir caerse muerto en un cuarto piso sin ascensor. Un viernes al anochecer en que ya nevaba sobre New York y en un rato actuaría Paquito el Rey de la Salsa. (Set.012).
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domingo, 26 de agosto de 2012

CÓDIGOS Y LIBRETOS DE ALTA CLASE.


             CÓDIGOS Y LIBRETOS  DE ALTA CLASE.  

Por Eduardo Pérsico.       

      En la  relación entre nosotros no hay equivoco ni duda; en nuestra clase sólo existe seguridad y confianza. Ramón J.Cárcano, político argentino de clase alta.(1860-1946).                                    
        
         Es norma y estilo en toda clase alta, que todo integrante de ese ‘Nosotros’ comparta y suscriba cada proceder del grupo. No valen objeciones a la existencia del grupo como tal y aunque eso lo asemeje a otros, el considerarse superior les habilita criticar lo ajeno o inferior. Así por acentuar sus  perfiles de hegemonía social el individuo de esa clase, primordialmente descalifica toda expresión cultural o política que favorezca el bienestar y la igualdad de todos. Y quizá esa reacción de clase mandante ante el peligro de perder sus prerrogativas por el ingreso de nuevos actores sociales, sea el mayor riesgo que presiente cualquier integrante del ‘Nosotros’. Ese ámbito de clase al que aspiran ingresar otros sectores económicamente pudientes, decadencias aparte aún sostiene cierta alianza de prosapias y apellidos que no se consiguen por decisión propia. Universalmente el ‘Nosotros’ mandante con sus códigos y pautas, deriva de sentimientos comunes difíciles de penetrar, como son por ejemplo la  resistencia a lo exterior según la gratificación o penalidad sociológica que algo le implique al grupo y su estilo de comunicarse.             

      Por usanza y tradición la clase alta vive vinculada al negocio financiero de endeudar a sus propios países. Además de Goldman Sachs, Fondos Monetarios demás corporaciones, ningún funcionario o ministro económico de esos países desconoce que al primer amague de reducir la distancia entre ricos y pobres, el Poder lo ataca por inaplicable y expropiador. Prontamente y a coro vociferan contra ‘el populismo que amenaza las libertades y la propiedad’, y con mejor inflexión de voz  pontifican y publicitan el delictivo negocio financiero de generar dinero desde hipotecas desde su redacción. Maniobra que últimamente los haría blindados banqueros como sucediera en el ‘corralito’ del 2001 en Argentina: los financistas primeros en cobrar y ahorristas comunes, engrosar los defraudados y a otra cosa.

           Capitalismo liberal a ultranza fue nombrado ese garantizar dinero con intangibles bienes a cambio, como sucedió en Europa al aquietarse la reinversión y la lógica matemática los desembocó en un festival de hipotecas incobrables. Perjuicio que ni roza las clases altas y aplasta los derechos del ciudadano común, quien hoy ignora cuándo él volverá a su condición anterior tan alejada de la creación de bienes con más trabajo agregado. Ese régimen productivo que tanto financistas como clase alta desprecian por keynesiano o según se llame, y ajeno a estos artificios   donde los bancos no pierden aunque se caiga el mundo. Pero bué, esa es la historia. 

        El desapego hacia el resto de las personas mejor lo sugieren los medios informativos más conservadores del planeta, cuando ni se inquietan o mencionan que esta defraudación le asegura tiempos durísimos al gentío común. Sus editoriales silencian o deforman las movidas cotidianas de multitudes en las calles como si sus participantes no interesaran; indiferencia no  casual ni oportunista en cuanto jamás alguna clase históricamente elevada ha internalizado o registrado los pesares ajenos. Su  primaria reacción conservadora atribuye los males a quien lo padece y no les atañe a ellos.  Ninguna memoria social o colectiva los involucra y por naturaleza o virtud de clase oligárquica, fingen ignorar toda desigualdad o miseria verdadera.     

        La actitud de cada grupo ante una crisis suele diferir, pero la reacción de las clases enriquecidas gracias a la desigualdad en sus países en América Latina, es integrar el equipo que receta el inmediato ahorro del gasto público. Y pese a que les convendría guardar silencio accionan con el mismo reflejo que usaron contra el peronismo y su movilidad social en Argentina por 1945 y a todo gobierno que no los confíe el manejo de la cosa pública. El mejoramiento desde abajo lo descalifican sus medios informativos, y con los ocasionales socios que aparezcan suelen agredir a todo gobierno que presione sus obligaciones impositivas, por ejemplo. Porque la evasión naturalmente les corresponde aunque registren excelentes balances como los exportadores de alimentos y productos primarios en toda América Latina. Y la feroz embestida antiperonista en  Argentina le aplicaron al socialista Salvador Allende en Chile, a quién le cargarían ser agente del comunismo internacional y otras yerbas como por estos días, le endilgan a Hugo Chávez en Venezuela. Y con la misma mala leche suramericana insultan a la presidenta Kirchner en Argentina, Correa en Ecuador y a cualquier otro de último momento.

      Por esa misma constancia de sentirse ‘Nosotros’ y negar todo aquello no dispuesto por ellos, esa alta clase niega el reloj de la historia que sigue en su tarea. Y aunque estos tipos sigan ocultos en la escena, en no pocos países les vieron el ropaje de integrar el elenco y lo demás es tiempo. (Ag.2012).

Eduardo Pérsico nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires, Argentina. www.eduardopersico.blogspot.com    

jueves, 16 de agosto de 2012

CHAU. Cuento. (agos.012).


CHAU.

                            Cuento de Eduardo Pérsico.  
                                     
                                                              … y nos hicimos un amor última vez,
                                                   negando la sórdida pena de los condenados.


        Esto de sentirme sin ganas tal vez sea un problema generacional, pero te aseguro Susana que al ver a mi mujer y los pibes pienso en agradecerte. Al menos si  me atropellan ideas remachadas con alguna frase hecha: ‘existe un ordenamiento superior en todo’ o ‘la vida de cada uno ya está escrita en alguna parte’ son de catecismo- Vos conociste mi encono contra eso porque ‘todavía soy ateo gracias a dios’, según nos repetía el gordo Polino, pero mística aparte esta inseguridad nos aparece al pretender averiguar si uno está con vida y le emergen los por qué y los para qué; terapias de confesionario en unos o de psicoanalista que los exima sin culpa a tanto por consulta. Pero nos conocimos ha mucho y sabrás Susana de la disyuntiva en tipos llenos de vivencia en el discurso que deben pellizcarse a veces por saber si están vivos; y volver a tu recuerdo es mi manera actual de pellizcarme. Porque ese refrán  que mientras uno ame a una mujer o pueda tomarse un vaso de vino, está vigente, ni siquiera son refranes y mi agradecerte hoy a vos me llega cuando las mujeres viven con otro y todas las botellas están vacías. Porque además de añorar aquel tonelero pastoso que tomábamos con Polino y el negro Cuenca en las mesitas de patas chuecas del tano Santo, vos nos acompañabas con un traguito y nosotros recitábamos discursos como si fuéramos Monteagudo o Simón Bolívar. ¿Te acordás Susana? Así que hoy recupero aquel juego donde perder una idea dolía igual a romperse una costilla, - y ni siquiera sería un juego- nosotros discutíamos a Lenin, negábamos a Dios por rescatar a Jesucristo que estaba de nuestro lado, o le exigiríamos a Perón cuando volviera terminar enseguida su tarea; además que si bien Evita muriera en 1952 él debería seguir siendo peronista. Y el negro Cuenca que trabajaba en un editorial y nos traía material, se reía porque Engels para ser mejor filósofo usaba barba, y también cuando a Carlos Marx le corregían sus escritos sus hermanos Groucho y Harpo.

          Un farragoso barullo que ni siquiera divertía, me dijiste otra noche de  escucharnos; Susana con tu pelo negro, tu dientito encimado y luego esa naturalidad en quedar desnuda en mitad del cuarto mirando a ese pibe temeroso de perderme entre tus muslos cálidos. Vos, la primer mujer que instruyera a mi ternura nueva y casi como al pasar, una noche ya fumando un cigarrillo luego de amarnos me reprochaste a media sonrisa por secundar a mis amigos en ser hacedor de frases que no iban a ninguna parte. Algo así me dijiste y nos dormimos abrazados en el cuartito al fondo en casa de mi tía y yo ni pagaba la luz. Vos también lo sabías y me reprochaste alguna noche de dormirnos ahí y al amanecer vos partías al tallercito de tu tía a confeccionar blusas de mujer,  y de ahí yo ligué alguna camisa de medida. Pero entre nosotros no todo era adherirnos dos o tres noches por semana o celarnos por las pibas que yo pretendía instruir sobre la función social de la mujer, si al fin y sin ningún golpe bajo vos me insistías en no ser un desocupado que no jodía a nadie y menos a vos. Si al fin mi discursito de incompatibilidad con el sistema ya lo escuchaste al hablarnos en el ómnibus la primera vez, aunque al decidir volver a vernos me sonreíste con tu espontaneidad fresca y algo me dijiste del asunto ‘trabajar’. Y esa noche al llegar a mi pieza, aquel asombro tuyo del porqué yo no lo hacía, me cargó una pregunta golpeadora del hombro. Algo que escurrí  hojeando los Principios Elementales de Politzer y releyendo varias veces el mismo párrafo, para dormir de madrugada con cierta molestia en las ideas. Porque revisando cuanto sucediera en nuestro debate perpetuo, a fines del sesenta aquella bohemia sin destino contra las ideas viejas ya crujían entre los ecos de opacas represiones con algún conocido torturado por la cana. Así que todos volvimos a dialogar a media voz y mayor miedo en tanto los toques de actitud revulsiva fueron en descarte; una efímera moda que vos ni aprendiste Susana acaso por intuir esa imbécil matanza que nos jodiera a todos.  

Pero hoy quisiera decirte sin renglones sensibleros de novelón antiguo, que yo siempre despreciara por jugarla de un líder en ciernes y al dejar de vernos recién me pregunté,  líder de qué.  Si yo ni supe gritarte cuánto te quería y acaso ni entendí cuando al ver a la vieja Sabina cubriéndose con un diario aterida de frío en la estación Escalada, murmuraste ‘alguna vez fue un bebé’ y yo ni ahí pude interrogarme qué haríamos por ella antes de La Revolución. Apenas un trance que superé pronto si vos seguías a mi lado y cada tanto te trincabas en mi boca en la búsqueda de esa eternidad que las hembras persiguen cuando quieren en serio. Ese arraigo de las hembras con la vida que bregabas por explicarme y luego supe que era sentirse vivo con la sangre llena de árboles y guitarras; apenas eso. Y por eso quizá, al ver a mi mujer y los pibes te digo gracias Susana por esta manera del arraigo y alguien deje testimonio de mi existencia, y porque vos tanto me cambiaste que sin notarlo una mañana me convertí en un peón ferroviario de acomodar rieles y durmientes en la estación de cargas entre Lanús y Escalada. Sumando allí mi mejor tiempo cerca de gente poco inquieta por asuntos que no percibían muy bien, más tan hábiles y capaces en frenar jodiendo sobre ‘la objetivación de los hechos’ y otras tantas frases de los ateneos. Porque en el boliche seguíamos  con la ‘praxis’ y demás yerbas intelectuales, afónicos gardeles de la revolución, pero al entreverarme con los ‘clase obrera’ supe que de ellos no sabía tanto. Tanto que bien recuerdo tu sonrisa al decirme que esos hechos de la realidad nunca te esperan, opinión certera no porque cambiar el mundo no lo mereciera cuando era octubre del ’67 y al gordo Polino en Bolivia le habían llenado de plomo las ideas. Y al encontrarnos alguno dijo que el gordo había cumplido con él mismo, tan cierto como que sin joda los tiempos venideros serían de gran tormenta. Por ese tiempo entré a trabajar diez horas por día en una librería donde me presentara Polino, otra actitud  de vida mía que vos bien hubieras merecido al ingresar en Medicina y te pedí darnos una práctica de anatomía. Otra puntual gilada que no iría a ninguna parte frente a tu estilo personal de aprovecharte toda, en tanto yo no dejaba el cuarto trasero en casa de mi tía  y cada día nosotros quedábamos más lejos.   

Y en cierto anochecer presentí qué muy cerca nos ambulaba el chau.; más  al repetirse el orden de tu ropa sobre la silla y el modo de inventarme de nuevo el amor, al estirarme en la cama con recelo en tocarte sabiendo que temblabas, percibí tus ojos lluviosos y abiertos al morderme la boca y preanunciarme que nos haríamos un amor última vez negando en cada gemido la sórdida pena de los condenados. Fue un entresueño mutuo sin demora ni tiempo, sin hablar lo sentimos, y al volver a mirarnos te vestías sin apuro detrás de una velada película y la almohada enjugaría varias gotas de sal de tu despedida. Allí también se quedaría la memoria de tu pelo negro y la forma imprescindible de tu cuerpo, y yo ni rebusqué el cinismo de los poetas de mi Buenos Aires querido que cuando una mina los deja se escriben un tanguito y a otra cosa  Porque no habría más otra cosa, Susana; aquella fue mi tarde agonizada de tristeza como si fuera domingo, sin sitio donde perpetuar mi ternura ni la necesidad animal de sentirme realmente vivo encima tuyo. Más todo va conmigo sin olvido ni tiempo y vos desde la puerta apenas me dijiste chau. ¿Te acordarás Susana? (Ag.2012)
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Eduardo Pérsico nació en Banfield y vive an Lanús, Buenos Aires, Argentina.    
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