jueves, 25 de septiembre de 2014

DESVARIOS CON BORGES Y GARDEL.

DESVARIOS CON BORGES Y GARDEL.   


                                               Cuento de Eduardo Pérsico.
                                              
…y cantada por Gardel, cuanto mejor luciría                                                          una  imperfecta milonga mía                                                                                                             

      Y fue por ahí cuando el Jorge Luis Borges, que tanto descollara como payador en el almacén de doña Rosa en Turdera, entró a desovillar sobre Gardel y su extraña muerte. Es sabido que los poetas se lucen cuando les parece, pero no era fácil la trémula voz de alguien con la vista opaca y casi respirando en la frase venidera,  con sus manos en el mástil de la guitarra charlando ‘de esas utopías que adoran los pueblos, como Carlos Gardel’.  

     - Cada historia exige sugerir tanto como su texto-  se oyó en aquel  bodegón oloroso de aceitunas y vino moscato.  Más al reiterar el escriba Jorge Luis 'Gardel habita esa neblina de la imaginación y el mito', hamacando su bastón como una guitarra agregaría ‘sin creer en don Quijote y Sancho Panza la historia de España no tendría pies ni cabeza’. Así que tras su modesto ‘yo creo’ se silenció el entorno y el Jorge Luis reiteró lo antes dicho como contando un cuento; sin recordarlo pero repitiendo las voces para decirlo. .. En tanto los demás querían conocer la muerte de Gardel ‘y gustar la sal nutricia de la certeza’, Borges les acentuaría que la muerte gardeliana en junio del '35 ‘tenía sombras de verdad  y cada tanto,  ni siquiera eso’...
    - Mucho se dijo  que Carlos Gardel muriera en un accidente de aviación en Colombia,  aunque aquello sería incompleto’, tartamudeó el Jorge Luis Borges. El mismo que mucho anhelara ser un payador en el Camino de las Tropas y en el espacio sin renglones de su realidad,  decidiera morirse en Suiza por negarle al gentío los ritos de su velorio, el llanto televisivo y el fúnebre jadeo de su instante sin retorno.  

-         Y es así que como les digo, señores, en los momentos previos al vuelo desde Medellín hubo olvidables desvaríos de sobremesa, que hasta culparían del accidente a ese mozo Alfredo Lepera, - tan adicto al cantor como abrevador de Amado Nervo- que por un enredo de polleras arremetiera a balazos con toda la concurrencia. Como también hubieron rumores que para  demostrar el buen humor argentino al piloto o ahorcaron con un lengue blanco al carretear el avión. Esos más demás decires de entrecasa en propiciar a un Gardel sin magia gardelera hundido en los turbios callejones del olvido – redondeó el dicente Jorge Luis y se contuvo a juntar aire.

- Señores, Carlos Gardel artista malversado por turbios imitadores con sonrisa de rocanrol y ajenos a la palabra tango,  supo retirarse a tiempo. Y usaba una memoria tan anticipada que solía temer por su voz luego de incinerarse en Medellín y acaso hasta temiera ‘ser un muñeco publicitario’; como igualmente temiera  que su inflexión arrabalera fuera deformada por los desafinados que nunca faltan. Que sin demora anunciarían actuaciones de Carlos Gardel en Quito y Bogotá, desfigurado por el incendio, - o ‘ircerdio’- y aclamado al entonar su primera estrofa.
- Esa y mucha otra tontería sería glosada por los congeladores del arte al predecir que nadie cantaría como él. Por supuesto, y le confío que yo mismo, Borges y ahora, deduzco cuánto mejorarían en su voz  mis  imperfectas milongas. Algo que lamento y envidio tanto como no haber escrito el ‘percanta que me amuraste’ de ese mozo Pascual Contursi. Pero así fueron las cosas….
    
       Y ahí se sonrió apenas el Jorge Luis al imaginar a un Gardel de lustroso smoking o de chambergo inclinado aquel audaz  atuendo de gaucho palaciego, según, pero siempre él ajeno a mucha pobre gente negociadora de un Gardel producto terminado.
- Porque ese modernizador nunca sería cómico del varieté televisivo - dijo y se tomó resuello-. Y a quien una noche lejos de mi patria le escuché cantar un deleznable tango que yo nunca apreciaría, pero al oírlo me hizo revivir mi calle de Palermo y una madreselva adherida a una tapia, y de pronto sentí que estaba llorando. Acaso con ese llanto de la hombría  acorde a la voz compadre de Gardel; y ahí presumo que lo popular es un secreto que los pueblos aprenden desde adentro.
      
      Y ahí se interrumpió el Jorge Luis Borges - antes o después de morirse en Ginebra,  algo que menos importa- luego de redondear que ‘no habría Gardel posible sin poesía de eternidad; esa magia que  persiste en el rincón sensual que uno prefiera’.  (2014)

Eduardo Pérsico nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires, Argentina. www.eduardopersico.blogspot.com


domingo, 7 de septiembre de 2014

HABLANDO DE PALABRAS,



HABLANDO DE PALABRAS.   
                                              
Eduardo Pérsico.
                    
                  ..  y un chamuyo misterioso me acorrala el corazón
        
    La lluvia sigue enjuagando la ventana y retrae a un sol cansino de nuestra adolescencia y el sobrevuelo previo de gorriones al irse con la tarde. Y acaso sea verdad que al quedar eso detrás el futuro inmediato pareciera otra ausencia. Tal vez ni un misterio sin fulgor; un apenas todavía al irse un hilo de luz entre el ramaje y un pájaro que retorna a su misterio.     
 
       No es fácil seducir a una buena palabra, amante frívola que si elige otro destino jamás se contradice porque al fin, una buena palabra jamás deja de arrastrar su  propia memoria… La memoria de cada palabra vive y muere en ella misma; madre, niñez, maestra o amor adolescente al pronunciarse trae la añoranza de su propia índole, y esquivar ciertas palabras por sentirlas  ajenas nos invade de sombras y de acaso. Y por más que ‘un idioma es un dialecto con un ejército detrás’ - dijera Napoleón- aunque las voces sean inventos del Poder en la disputa palabrera no traicionemos nuestras voces.   

       En la hispanidad es secular el parlar ‘eclesiásticas’ a toda hora y  sin notarlo. Perdonar por disculpar, Suplicar por pedir,  Bendecir cual gesto salvador y Santificar pareciera un augurio que nadie sabe. Además al Pecar nos intimidan con Castigos que ni un Dios se bancaría si viviera; una regla Castigadora  hasta rechaza la  Divina Voluntad al lograr un apareo sexual  que nos lleve felices al Infierno. Enturbiando así un derecho –canónico o no- más visceral y divertido que cualquier otro.

    Tal vez por mucha seriedad, pareciera que  algunas voces se suicidan. Como Virginidad; adolescente y saltarina que en cierto atardecer se soltó de una flor al saberse olvidada. Y no se suicidó desde un arbusto vulgar y silvestre: esa palabra tan  juvenil de pura aburrida por desuso y persistir sin apenas caricias de consulta, con su invicto himen  se tiró de un melancólico malvón a la penumbra de la Nada. Un suicidio ignorado hasta por las diccionaristas; Virginidad,  diez letras sin mínima alegría que ya ni  habitaba en una charla fuera de texto,  pobrecita, se hizo bolsa...

      Además,  sigue igual de insostenible que persistan voces inmundas:  hambre, esclavitud, aristocracia y riqueza persisten riéndose desde los diccionarios bien lejos de ciertos enigmas saludables del lenguaje. Maestra  sigue siendo segunda madre sabedora de todo y escuela suena a patio con gritos de recreo. Así que por ahora es noble que persistan palabras solidarias y compadres, útiles hasta para apreciar mejor los pájaros yéndose cuando atardece.
 (setiembre del 2014)


Eduardo Pérsico nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires, Argentina. www.eduardopersico.blogspot.com