lunes, 31 de enero de 2011

El tango llegó a la Argentina desde Andalucía. Opinión.

EL TANGO LLEGÓ A  LA  ARGENTINA  DESDE  ANDALUCÍA. 
                 
                (Y cuánto contradiga eso, es probable). 
       
      Una idea difundida  sobre el origen del tango sostiene que nació sin letras por 1880, que deviene rítmicamente de la habanera cubana y que luego, al recibir ‘letrillas procaces y prostibularias’, se iría transformando con giros a veces enriquecedores y otras transitorios y olvidables . Así sintetizado, los primeros tangos de difusión popular fueron expresiones bailables, sin canto, y que entre 1890 y 1900 fue incorporando letras picarescas y lunfardas de las que se guardan aún registros. Tal vez esto no sea muy  incierto pero el concepto pertenece a una línea que por décadas ignoró un aporte ciertamente  esencial; la raíz andaluza mostrada en los primeros tangos; tan evidentes en los de Angel Villoldo, autor fundacional de esa música y cuya obra más destacada se diera a inicios del siglo veinte. Aquel razonamiento inicial, también, creyó inseparable al  tango del  lunfardo, esa jerga o código entre dos para que no se entere un tercero, que al fin resultaran dos expresiones culturales independientes; más bien dos absolutos perfiles argentinos potables y libres de la colonia, que bien entrado ya el siglo veintiuno sostienen cierta identidad de nuestro pueblo.

              El influjo del tanguillo andaluz, la habanera y el aporte sentimental del fado portugués, - poco considerado pero evidente- son ineludibles para interpretar el origen del tango; una expresión incorporada al modo de generaciones de argentinos y que persiste.
    
             Pese a no ser de origen un género cantable, ya por el año 1811 aparece una copla entonada por los combatientes de Cádiz ante la invasión napoleónica: ‘con las bombas que tiran los fanfarrones se hacen las gaditanas tirabuzones’, a propósito de las bombas francesas que no estallaban. Y sin perdura su  línea rítmica, refiere el especialista Roberto Selles que la milonga siempre fue ‘una especie musical surgida del canto, como su antecesora, la guajira flamenca’, en cuanto ‘milonga’ es una voz del Quimbunda, un lenguaje de los negros del sur de Brasil que significa ‘milonga: muchas palabras, palabrerío’. Y  hoy  decir  ‘déjese de tanta milonga’ expresa un rotundo ‘por favor, no hable de más’. Otro dato que enlaza a las primeras guajiras acriolladas entonadas por los porteños eran letrillas andaluzas de mala intención o de carnadura prostibularia, y en 1857 en el Teatro de la Victoria de Buenos Aires se cantò  Tomá mate, che, del español Santiago Ramos, y aludía al hábito criollo de tomar mate diciendo ‘me dijo un moza al verme, este porteño me mata. Tomá mate, che, tomá mate, que en el Río de la Plata no se estila el chocolate’.

        Más adelante, 1868, aparece el primer tango en Argentina, El negro Schicoba, de José María Palanzuelo,  un organista de la Catedral de Buenos Aires con letra de Germán Mc.Key, un actor panameño; en verdad una canción andaluza con aire juguetón que decía ‘un tango cara cun tango, un tango cara cun té, dame un besito mi negra ahora que nadie nos ve’. Luego José Manuel Caballero Bonald, en su obra Danzas Clásicas Españolas de la escuela Antigua,  habla entre otras del ´bartolo’ o ‘bartolillo’, y los versos resaltaban ‘Bartolo tenía una flauta con un agujero sólo y su madre le decía, tocá la flauta Bartolo’. Que en Uruguay se adaptó a la milonga y en Argentina se cantó como tango: ‘Bartolo dejó una mina, yo no la quiero dejar, porque me calza me viste y me da para morfar’. Anteriores ya  existían tangos andaluces que se acriollaran marcados con el ritmo de la habanera cubana, como el “Queco”, sinónimo de quilombo, que cantarían las tropas del general Arredondo por 1875, antes de la batalla del Quebracho: ‘Queco vení pal hueco, Queco, te tengo que hablar’, prolongado en su primera memoria como una expresión de tango compadrito. Por 1881, en Colección de Cantes Flamencos, de Antonio Machado y Alvarez, se menciona El Tango de la Casera, que los porteños convirtieron en Tango del Recoletero aludiendo a quienes participaban de las romerías de la Recoleta o del Pilar; reuniones de familia dl día  que por la noche era concurrido por algunos bailarines de tango. El ya mencionado Angel Villoldo, - el primer autor profesional de tangos con rigor musical- tomó de base al tango andaluz y al cuplé y ‘La Morocha’, su tango más renombrado que compusiera en 1905 sobre música del pianista  Enrique Saborido, es un cuplé concebido para ser cantado por la española Lola Candales quien junto a Saborido actuaban en un cafetín de la calle Reconquista en Buenos Aires. Por 1906 Villoldo compone Cuidado con los Cincuenta, otro tema ingenioso por su construcción y luego grabado por orquestas modernas ya pasado casi un siglo. Ese tema de Angel Villodo, por argumento y el estilo era un indudable tango andaluz: ‘una ordenanza sobre la moral decretó la autoridad policial, y por la que hombre se debe abstener decir palabras dulces a una mujer. Chitón, que al que se propase cincuenta le harán pagar’. Además del reconocido Cuidado con los Cincuenta quedan otros rastros del género chico español en los compadritos de Villoldo: ‘aquí tienen al torito, el criollo más compadrito que pisó la población’, hoy mismo suena divertido y zarzuelero. Y sin ánimo crítico se nos ocurre que  este mismo autor ni tendría noticias de la opinión que Domingo Faustino Sarmiento en su libro Facundo, Civilización y Barbarie, diría por 1845 ‘en Buenos Aires sobre todo, todavía está muy vivo el tipo popular español, el majo… todos los movimientos del compadrito revelan al majo; el movimiento de los hombros, los ademanes, la colocación del sombrero y hasta la manera de escupir entre los colmillos, todo es de un andaluz genuino’. Una muy aguda observación de un Sarmiento no muy concurrido, suponemos, en el ámbito de la tanguería. 

       Durante más de cien años de existencia el tango tuvo notorias transformaciones rítmicas, sus letras influenciaron la literatura de los argentinos. Hoy los escasos nuevos tangos cantables sostienen su  argumentación de lo personal a lo social, y aunque su construcción musical tiende más a ser música de cámara con más elaboración armónica propio para solistas muy aptos, sostiene el ‘sabor’ inherente a su origen.     

         Así como la dificultad de interpretación que quitó su carácter al tango, Jorge Luis Borges por 1930 ya había advertido sobre la calidad literaria de sus letras: ‘de valor desigual porque proceden de plumas heterogéneas, las letras de tango que la inspiración o la industria han elaborado, integran un inextrincable “corpus poeticum”, que los historiadores algún día vindicarán. Es verosímil que hacia 1990 surja la sospecha de que la verdadera poesía de nuestro tiempo no está en  La Urna, de Enrique Banchs ni en Luz de Provincia de Carlos Mastronardi, sino en las piezas imperfectas que se atesoran en El alma que Canta’. Y se refería Borges a una popular publicación semanal  que difundía letras de nuevos y viejos tangos, agregando ‘esta suposición melancólica o una culpable negligencia, me ha vedado el estudio de ese repertorio caótico’. Una irónica reflexión de un indudable argentino como él, sobre nuestra canción identificatoria... Pero no solamente a propósito del tango hubieran merecido un debate mayor entre nosotros; hubo otras serias expresiones culturales que los argentinos nunca encaramos, acaso por esa perpetuidad en mantener vigentes las contradicciones.
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domingo, 30 de enero de 2011

Argentina y una oposición que se deshoja. Opinión.

                                      
                                             
...y en su  confusión sólo propone                    
                                               enjuiciar a los demás. .               

Opinión de Eduardo Pérsico.
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          Los grupos del privilegio reclaman más  seguridad con tal insistencia que al fin, en la Argentina parecieran aglutinar en eso todo el caudal y proyecto ideològico que pretenden para el país. Un asunto que magnifican los medios adictos que reiteran sin tregua imàgenes de robos, crímenes y accidentes en tanto esos mismos sectores dominantes guardan sin explicitar otras tendencias hacia lo público más inquietantes de verdad. Como las dominaciones más opresivas ocultas en esa desaforada demanda por mantener vidas y propias haciendas, según ese manual de instrucciones usado por los gobiernos militares encargados de retrasar la movilidad del pobrerío dentro de la vida nacional. Una persistencia del poder donde ‘iglesia, fuerzas armadas y campo son la patria’, dicho de un púlpito en estos días, es una expresiòn de vigor no casual si las autoridades contradicen sus intereses y posiciones dominantes. Y casi una advertencia propia a la naturaleza de una clase que añora los golpes antipopulares del ‘30, ‘55 y ’76, y más varios intentos malogrados.
        
        Ya  largada la campaña electoral de renovar autoridades en octubre del 2011,  entre los coqueteos de alianzas aún no concretadas, se perciben divergencias en las fuerzas de oposición a Cristina Kirchner. Sin prejuzgar un desmadejamiento del bloque opositor que el señor Magneto, directivo de multimedio Clarín, ordenara hace unos meses en su propia sede, las desinteligencias detrás de un presidenciable ya son discordias enconadas y públicas bien marcadas en el peronismo disidente de Duhalde, Solá, de Narváez que ya prometió unirse a Maurizio Macri. Estos vaivenes no se ciñen a la vocación de servir a los demás y sí porque los intereses económícos que alientan a los candidatos tallan en este juego  por encima de cada partido. La Sociedad Rural cuyos integrantes ganaran estos años cifras inigualables y ferviente precursora de los gobiernos de facto que le ahorraban hacer presiones en los pasillos parlamentarios, con sus aparceros de la Mesa de Enlace se hicieron operadores políticos directos a entorpecer cualquier tarea del gobierno contra el trabajo esclavo explotado ferozmente en forestaciones y cosechas. Se sabe que las entidades agropecuarias por siempre señeras para ejercer la evasión impositiva, el manejo de los resortes del comercio exterior y fijando valores cambiarios, tasas de interés y dígitos del endeudamiento externo, no permite ningún proyecto de país que los cuestione. Pero lo llamativo resulta que los productores chicos ahora ya riñen a los gritos con la Mesa de Enlace que favorece los intereses más concentrados de la explotación agropecuaria. Algo impensado por esos mismo prductores menores cuando hicieron la guerra gaucha y en bloque exigieron quitar las retenciones a la exportación, en tanto los fabricantes de maquinaria agrícola batían records de venta por la actividad cada día más creciente. Pero claro, esas fueron pequeñeces.

            Así como sucede entre las organizaciones camperas, en la tarea de los candidatos para enfrentar una elección presidencial persiste en todos ellos un discurso indescifrable. Quizá no se recuerde en la escena política argentina tanta limitación para exponer una mínima cartilla de gestión o algo que además de expresarlo pudiera sostenerse. A estos candidateables pensar tal vez les genere cefaleas y derrapan ni bien pretenden expresar algo, un elenco polìtico que además incluye a dos o tres miembros del gobierno que no debaten pero se injurian por enredos y polémicas cotidianas acicateados por aparecer en cualquier medio de comunicación. Estos candidatos se prodigan en repetir frases heroicas, en reiterar una anécdota escrita por su asesor de imagen y ante la primera luz cámara acción que vislumbra el tipo se larga con la intrepidez de alguien que habla pero no se escucha. Ver Maurizio Macri, jefe del gobierno de Buenos Aires; todos ellos y ellas sin distinción de género abordan cualquier tema sin  elaboración intelectual pero en la instancia de proponer medidas sustanciales o debatir dialécticamente algo, estos mediocres de reparto descalifican la gestión del gobierno  creyendo así salvar la ropa y recitando un manoseado libreto contra la corrupción, la inseguridad o quedarse fuera del mundo sin trigo, carne ni pan, tejiendo trebejos de izquierda o derecha y frases multiuso sin ninguna sutileza. Como sucedió con un dirigente del radicalismo, Ernesto Sanz, quien despreció al gentío más bajo de la población afirmando con cara de saber que la asignación por escolaridad dispuesto por el gobierno iba derecho a la droga y el  juego.  Un renglón solitario que lo descalificó como persona y mucho más que eso. Pero bué...
       Po más que enfurezca a quienes desprecian el devenir ordenado de una sociedad, la transformación es inevitable hasta dentro de los fmismos actores de decisión y Poder verdadero. Este mundo que vivimos encierra esta realidad de  imparable y profundo cambio conceptual que ha dispuesto la historia precedente. Los políticos comunes deben aceptar su limitación ante las nuevas instancias, tan ajenas a las de  cincuenta años atrás que hasta Barak Obama comprende aunque no comparta. Y tan definitivamente así las cosas, sin cambiar la distribución de riqueza y el sistema de propiedad de la tierra, la inseguridad en el planeta seguirá creciendo pura y matemáticamente. El hambre sólo se contiene con comida y lo mejor contra la inseguridad es que comamos todos ya que ningún monopolio mediatico o esotérico sermón religioso consruirá un porvenir más seguro. Y cuando es evidente que quienes prosiguen un discurso excluyente no lo hacen porque  aspiran a que desaparezca la miseria y sí en eliminar a los pobres de cualquier manera. (enero 2011)

Agua caliente a la izquierda igual que en Zurich. Cuento.

Agua caliente a la izquierda, igual que en Zurich

Imagen de Eduardo Persico
 
 
Ustedes son  cronométricos, miden exactos en décimas de micrones y nosotros miserables de tanta inmensidad,  pero eso sí, vos y yo por mandato de la especie y ajenos a cualquier mapa tendremos el mismo temblor... 



La avenida de Mayo en Buenos Aires pareciera no existir hasta cruzar con la calle Florida, ahí todavía nombrada Perú y con menos pretensiones de ser exclusiva y distante.
Esquina ajetreada desde el alba por caminantes regulados a semáforo y apuro bancario, que rezuma aires con  reminiscencia histórica: desde imaginarios paraguas del 25 de mayo de 1810 cuando ‘el pueblo quiere saber de qué se trata’ a ocres láminas escolares con palomas ahuyentadas a multitud y bombo, y bullangueros octubres con impreciso sabor a revancha.
Y a dos veredas de aquellos ecos de vivas y juramentaciones, en un bar con sillones canasta límites del Cabildo, el Quelo Varela apuraba a pura sonrisa, verso y camelo, a una rubia que conociera en el trámite de cambiar unos dólares el día anterior, sin más consecuencia  que volverse a ver.
Y la dulce azafata suiza que ayer se negara a ser regresada en taxi a su hotel, casi con entusiasmo le anotaba a Quelo su dirección en una servilleta de papel: Freni Dietz, Kloten, Zurich. Él  en verdad leía ‘Vreni’ y ella aplicando sus dientes al labio inferior sonreía Freni.
- Is my name - y Quelo Varela aventuraba su tarzánico inglés esquivando todo vocablo reo al preguntar ¿do you like another whisky?

En verdad mejor sonaría 'juiski', pero pensó  que si esta viajera al fondo del mapamundi entendiera la cierta intención de su ¿do you like?, no se escandalizaría. ‘Sí Quelo, no cualquiera actúa de exponente tribal ante una auténtica rubia europea, que escribiera su dirección en Zurich como si te  invitara a visitarla entre las cuatro y cinco de la tarde’.
Así que pagó y sin esperar más dispuso llevarla a conocer Buenos Aires, ‘Quelo protector de azafata indefensa en la riesgosa ciudad, un asunto tan imprevisible y secreto como exigen de los porteños'.

-¿Ves? Esta es la esquina de avenida de Mayo y Florida, al lado sucedió el Cabildo Abierto de 1810 y esta es la diabólica Plaza de Mayo donde los guarangos se lavaron las patas en la fuente en octubre del ’45 y luego las Madres de los Desaparecidos nos espabilaron una vez por semana, aunque muchos nunca lo  entendieron, y en esa Casa Rosada duermen las autoridades nacionales, una manera de decir.
Después del barrio que desafía a puro lujo, ese desperdicio de cemento es el Monumental Estadio de Fútbol cuya refacción  pagamos a tanto por gol para disimular el arrabal no capitalista, y esa confitería casi en sombras es la más costosa del planeta. Very expensive, Freni, too much, pero hoy no entramos porque /mirá que casualidad/, este es mi departamento. Entremos sigilosos, en voz baja, a enterarnos que una cama solitaria es ancha y ajena como la pampa; y antes que me olvide, si querés ducharte la llave de agua caliente es la izquierda, to the left, Freni, igual que en Zurich.
A propósito, ¿sabías que los sudacas no somos tan distintos? Ustedes son  cronométricos, miden exactos en décimas de micrones y nosotros miserables de tanta inmensidad, cualquier diferencia la mensuramos en hectáreas. Pero eso sí, vos y yo por mandato de la especie y ajenos a cualquier mapa, tendremos el mismo temblor de hace un milloncito de años al proteger nuestro apareo en la íntima selva. Entonces y sin protocolo, usemos esta encendida piel de primavera para envolvernos en acrobacias de tigre silencioso y pequeñas palabras; y por favor Freni, que tu rubor no sea fingido y dejes de estar tensa en el centro de la habitación, sonrisa apenas y rubor de hembra sorprendida en silencio.
Es tiempo de no temblar al besarnos porque si tu sonrojo iguala a este ataque adolescente que me llegó de golpe, esta escena  defraudaría al espejismo sensual de los países rubios. No me niegues que sos Freni Dietz, alhaja suiza de mi corazón sin derecho a comportarte igual que  una piba de mi barrio, hablándome del cantón donde naciste y cómo te peinaban cuando eras chica antes de oír misa en la iglesia de Schauffhauser.
O apretada, muy apretada a mí pecho, sonrías al hablarme de aquel novio que inauguró tu ternura al llevarte en la bici tras el puentecito del Rhin, porque no debemos distraer nuestra desnudez perdiendo miradas en los ojos al contarnos la niñez y averiguar de paso la verdadera historia. Eso no vale, no hay que renunciar a esta noche inolvidable, velada con resultado asegurado, Freni, y probemos con precisión suiza que el amante argentino es de buena perfomance y poco rechazo de fabricación.
Ese otro secreto nacional, mi amor, esa ficción de ganadores imbatibles del principio al fin, así nos va en la vida... Dulce, en este minuto yo ni cuento siquiera, pero hacer el amor pareciera el modo de mantenernos en el mundo, por bisnietos de quienes por el año veinte enriquecieron a los sastres londinenses comprando trajes por docena y luego, dando un saltito al Canal de la Mancha, coparon los burdeles de Francia a punta de guita y vaca llevada en el barco.
Reprimido y represor morocho y argentino rey de París, Freni, que nadie te muestre lo contrario, millonario con olor a bosta despreciado por los rubiecitos de ojos azules… Como los tuyos, mi amor, y no te rías de tanto pueblerino secreto nacional porque vos, mujer hermosa del mundo civilizado, no deberías abrazarme así ni arrobarte por mi beso en los párpados ni en lenguaje mezclado lamentar tanta demora en conocernos. Nos equivocamos, amor, como esta lágrima; vos no viajaste a Buenos Aires a dormirte en mi pecho o a tatuarme esta melancolía feroz que ya presiento.
Vos llegaste para ver malambo con boleadoras y oír falsetes de vetustos tangueros de pañuelo al cuello, y no a dejar tu letra en una servilleta de papel que al subirte al avión y por mucho recuerdo que inventemos, el olvido la borrará de un soplo. ¿Vos tampoco lo imaginaste así, Freni? Toda fruta guarda un mordisco agrio y habrá un borrón creciendo sobre esta caricia en el aeropuerto, a tu desmemoria la llenarán nuevas miradas y por mucho lloriqueo al despedirnos, nuestro intento de amarnos de fuga y contrafuga se morirá de tiempo…
Recién despierto y ya la luz detenida en el corazón de la mañana, Quelo Varela miró a Freni replegada sobre su propio cuerpo. Un mechón de pelo desordenaba el blanco de la almohada, fotograma a irse adelgazando; entonces le apartó una mano abandonada sobre su vientre y la besó en un hombro livianamente, demorando despertar a esa mujer que nunca volvería a ver. La  noche de amor con certeza de olvido inevitable había pasado y él rebuscó fugarse con cinismo doloroso y absurdo: ‘era cierto, las azafatas suizas también son seres humanos’.
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miércoles, 12 de enero de 2011

Fragmento de El Olvido està en Libertad. Novela. .


De ‘El Olvido està en Libertad’, novela de Eduardo Pèrsico, Futuro, enero de 1986

Capitulo 17. Diciembre de 1975.     
    
     A Quelo Varela ese fin de año tambièn le asqueaban las enunciaciones vanas y las grandes frases. “Este paìs serà el artìfice de su propio destino”. “Valores consagrados de la tradición contra intereses extraños al sentir nacional”; cuànto palabrerìo.si en la madrugada ambulan pibes idiotas de hambre. Què ganas de llorar la puta que nos pariò, se repetia y acumulaba una llorada calmadora de angustias, según hicieron tantos en mitad del ’74 con gimoteos desde la ingle ante la muerte del viejo Peròn. Cuando entre lloradores se colaron antiguos mandones, usadores del Poder, viejos y novedosos camaradas de armas, y tantos perpetuos sindicalistas con sus serviles guardaespaldas  empujàndose por una posición ante la cureña y su magnìfico cadáver. A èl le dolìa la frase ‘a peròn peròn que grande sos lo pueden heredar sus enemigos que odian al pobrerìo’ que dijera su amigo Jorgito, pero esa certidumbre de llanto acumulado por esos dìas lo atenuaba con Marìa Victoria, ùnica dueña de un negocio en Témperley sin mucha necesidad de ganar dinero y librera casi para entretenerse. Hermosa cuarentona de pelo corto y lejos de jugar en veteranas por su brillo pìcaro en la mirada, la justeza de sus nalgas y piel intrigante para ser devorada en besos mordisqueados de calmar la soledad y la frustración decada uno. Cuando Quelo la visitaba ella saludaba ‘hasta mañana’  a Liliana; su prescindible empleada y creciente mirona del vendedor, señor Varela; y ante tantas miradas en francès de la chica èl recibò un aviso de su angel atorrante y no perdiò tiempo. Diciembre descolgaba barullos de celebración y en tres breves contraseñas Quelo y Lilianita se convocaron a encontrarse ‘de casualidad’ en un bar cercano. Enseguida Quelo admitiò lo gratuito que eran sus versos cameleros ante esa liberada veinteañera estudiante de psicologìa que no ofrecìa resistencias,  y asì le desmañaba su machismo no habituado a perder por decisiòn del contrario.
- Vamos un rato a un lugar màs tranquilo - – le propuso la gatita serval embutida en unos ‘hot pants’ de moda, y ahì Quelo tuvo la sensación de cambiar de dìa sin saberlo.

El hotelito màs cercano estaba sobre la calle Pasco, dos pisos de habitaciones amontonadas con ventanas a un patio de estacionamiento, y con Lilianita bien entrenada en ejercicios de alcoba la sesiòn era discreta. Sin exprimentaciones ni acrobacias rebuscadas con un poco de ternura eso sì, la imprescindible, asì que pasado el primer encontronazo era natural fumar un cigarrilo mirando el cielorraso y dejarse hormiguear el vello del pecho al demorar alguna caricia sobre las colinas de la hembra joven. Separados, individuales y casi lejanos de ese ùnico cuerpo que se realiza entre dos cuando el amor es cierto.
- No me dijiste si estàs casado. ¿Tenès hijos? – preguntò la chica y los ruidos que llegaban de la otra habitación le hicieron pensar a Quelo que si algo no cambiaba en las amuebladas por hora era la intimidad ambiental. Se escuchaban grititos en la pieza contigua, pasos apurados y de pronto voces de orden desde el pasillo. Y Lilianita seguìa con su cuestionario del descanso, primer tiempo, en todo el àmbito los ruidos fueron creciendo y acallados de pronto. Por ahì un grito muy agudo se apagò de golpe, el traspiè de alguien apresurò la escalera y los tironeos ya eran pared por medio.

- De chica aprendì que a la gente mayor como vos debemos tratarla con  cariño- quiso bromear la chica ajena al resto. Y Quelo le dijo ‘dejate de joder y si entran quedate tranquila y no grites’ mientras se abrochaba la camisa y dos detonaciones atenuaron un chillido angustioso. Un miedo pegajoso lo doblegò al escuchar los pasos tancercanos y hasta maldijo estar ahì con esa pendeja espectacular ‘pero una tarada si no entendìa lo que sucedìa’. Afuera crecìan forcejeos, golpes, dientes apretados, resistencias hundidas en algùn sollozo y alguien que atinò a gritar ‘hijos de puta ella no tiene nada que ver’.
       Al descorrer apenas la cortina del ventanal divisò un auto maniobrando para buscar la salida. El chofer, un gordo de camisa colorinche por encima del pantalón y una careta de goma sobre la cara, bajò del auto y ayudò a tironear de los pelos a un tipo flaco que vestìa sòlo un vaquero azul. La incipiente luna de diciembre alumbrò las manos atadas del muchacho al voltearlo sobre el asiento trasero y el enmascarado en tanto hacìa lugar en el baùl del auto. Ahì Lilianita encendiò dos cigarrillos de espaldas a la ventana.
-         Tomà mi amor, fumà y contame que estàs viendo – y Quelo no respondiò. Abajo se veìa el coche con el baùl abierto y algo terrible lo congelò al ver embutiendo en ese hueco a una muchacha; largo pelo negro, mal envuelta en un sàbana con manchas de sangre y una pierna tostada le colgó unossegundos afuera antes de cerrar la tapa. La luz de la noche se le abatiò por ùltima vez y el Falcon gris saliò sin apuro.

Pasado un rato el silencio era imbatible y no queriendo seguir en el papel de tipo grande y asustado, Quelo Varela se esmerò en reflotar alguna ocurrencia que lo devolviera a la cama. Pero a pesar del entusiasmo de Lilianita no hubo caso; aquella fiestonga de fin de año fue organizada en unj ambiente muy ruidoso, animado por màscaras no invitadas.     
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