jueves, 25 de abril de 2013

Suponer ser un rato de Clase Alta. …y tanto el halago como el insulto se pierden si son muy reiterados. . Natalio Botana. En la Argentina durante décadas ha crecido una clase media muy activa, y la tan evidente hoy se confiesa algo contraria al gobierno de turno. La última marcha de protesta ocurrió el 18 de abril del 2013 y concitó mucha adhesión a cuestionar la gestión oficial, con un gentío que mostró su indignación ante los controles de cambio aplicados por el gobierno y a la gestión de los organismos de recaudación impositiva, llámese AFIP o parecida. Desconociendo hasta la sanción de una ley reguladora de los medios de comunicación monopólicos frenada por demoras judiciales, y en ese rictus de negación desprecian por fascista y autoritaria la mayoría legislativa que el voto popular le otorgara al partido gobernante. Algo tan infructuoso de justificar políticamente como el repudio a los proyectos sancionados en la legislatura nacional el 25 de abril, sobre democratización de la Justicia, Corte Suprema incluída. Y además en cada manifestación pregonan eliminar a ´todos los responsables y adictos de la dictadura gobernante en Argentina’. Estos grupos adscriben a un pudiente estrato económico, - todavía lejos de modificar el rumbo de un gobierno electo democráticamente- que tal vez se suponen ser aspirantes a instalar otra realidad institucional y económica. Instancia que les requeriría unificar algún temario político que por ahora se expresa muy disidente entre sí, debiendo además superar ese delirio adolescente de asaltar el gobierno a sartenazo limpio. Como si ellos como emergente social tuvieran los medios hoy inexistentes que otrora usara la Clase Alta argentina y sus mandantes empresariales para asestar el infame golpe genocida junto a las Fuerzas Armadas en marzo de 1976. Algo históricamente improbable para estos limitados y apenas molestos golpistas, tan infatuados de ser de una Clase Alta con poderío, perfil demasiado ajeno a ellos. La clase alta argentina se jactó de ser ellos quienes ‘hicieron el país’, y aunque no siempre coincidieran entre familias personajes y negocios, hasta se evidencia que cada grupo ha tenido sus propios historiadores. Que igual coinciden en que ellos como clase, produjeron el desarrollo económico de la Argentina; omitiendo en todo caso que ese ‘no distribuido desarrollo’ le ha redituado siempre más al Imperio Inglés que a nuestro mismo país. Sin hurgar demasiado, nuestra literatura gauchesca del siglo diecinueve no indica con datos sobre la miseria que le provocaran a los indígenas,- eliminados para ahorrar- y los mismos inmigrantes que al llegar se hubieran aventurado hacia la campaña. Y aunque pareciera que la revalorización nostálgica nunca fuera desplegada desde la clase alta, para ellos el mundo mejor es el de su pasado; eso sí entorpecido por las inmigraciones con sus conflictos sociales hasta alguna década del siglo veinte, que les dieran a la Clase Alta cierta nostalgia por un ayer que confiaba en la propia fuerza como grupo. Algo que más decaería al sancionarse la ley Saénz Peña de voto obligatorio, seguido por el gobierno de Hipólito Yrigoyen en 1916, que para mucha Clase Alta significó que la vida sin contrariedades sería del pasado. Y aunque ya fuera común lamentarse ‘cuando nosotros gobernamos existía lo refinado y noble’, Hipólito Yrigoyen en sus dos presidencias tuvo ministros de notorio ‘apellido’; Honorio Pueyrredón, Francisco Beiró, Horacio Oyhanarte, Domingo Salaberry; y desde 1922 a 1928 nuestro presidente fue Marcelo T.de Alvear. Sencillamente porque esa misma Clase Alta no era ajena al ruedo dirigencial del país, y no sólo algún Martinez de Hoz navegaría las aguas del poder político. Ellos como Clase Alta siempre colaboraron y bendijeron los golpes destituyentes contra gobiernos elegidos por la mayoría popular; y en eso debemos ser justos, fueron ellos.. En esto hallaríamos cierta coincidencia con los actuales manifestadores que pretenden adueñarse del gobierno a puro insulto y discurso. En toda política clasista el candidato nace con su propia clase y en la mentalidad del sector más poderoso económicamente eso mismo significa nosotros somos los elegidos para gobernar. Prerrogativa bien conservadora que hace a su racionalidad de clase, dentro de ese conservadurismo clasista el ser ellos Los que Mandan, eso más que ideología es una conducta innata y propia de su mentalidad. Así como la violencia en cualquier gobierno conservador o de derecha es inherente a la misma gestión, resulta su mecanismo más cruento pero inmediato y sigue abarcando los periodos de todos los gobiernos posibles. Veamos si los disturbios actuales en la civilizada Europa de los indignados son disueltos a través de negociaciones de los sectores en pugna; no jodamos, los disuelven las fuerzas regulares del Poder a garrotazo limpio. Y con el mismo ímpetu que lo hicieran en las huelgas de inicios del siglo veinte, en tanto el único programa de ideas del conservadurismo para enfrentar todo problema económico de la modernidad es el de la violencia física. Por lo cual deberíamos aceptar por esa razón demostrable históricamente, que : el gran despliegue del conflicto social que enfrenta el gobernar, para las derechas es renglón que se corresponde con la represión y ‘después veremos’. Esto se evidencia cotidianamente ante los desquicios sociales que les dejaría el capitalismo financiero a los europeos por estos años, donde los índices de la desocupación ya son inocultables ni disimulados con entrevistas y discursos. Es que si ante la desocupación masiva la única verdad es la realidad, no hay ningún gobierno conservador que use mejor solución que desarmar las protestas a pura violencia; algo que los tan ‘indignados de clase media’ en la Argentina, con otros medievales que gorilamente hasta se oponen a la Asignación Universal por Hijo, como si eso y el no poder comprar dólares libremente para viajar al exterior los identificara con la Clase Alta, pierden el tiempo. Ese grupo selecto pareciera ajeno a todo y aunque poco se exhiban públicamente ante los caceroleros, no los reconocen dentro de su grupo. Y esa ajenidad de clase tradicional y vigente, no solamente vincula a las ‘oligarquías’ con imágenes del ayer; por siempre contrarios al cambio de escenario y a nuevas dinámicas sociales, aquí, allá y más o menos lejos ‘ellos’ sostienen seguir siendo ‘ellos’ mismos. Y los caceroleros más pudientes por más exhibiciones que hagan, a ese club no pertenecen; porque les queda lejos y también las pautas de éxito social son abiertamente otras. Así que a conformarse en seguir gritando cada tanto contra todo; eso sí, magníficamente vestidos porque pueden hacerlo aunque sigan lejos de eso intereses de clase inalcanzables y ajenos. Que a pesar de una imparable y cotidiana dinámica mundial de nueva realidad, el síntoma de clase sigue mostrando complejos trebejos de figuración poco descifrables y vaya uno a saber porqué. Eduardo Pérsico nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires, Argentina. (abril 013) www.eduardopersico.blogspot.com

lunes, 15 de abril de 2013

UN ENTRESUEÑO CON GARDEL Y BORGES. cuento.

UN ENTRESUEÑO CON GARDEL Y BORGES. . Cuento de Eduardo Pérsico. …y cantada por Gardel, mejor luciría una imperfecta milonga mía. JLB Y fue por ahí cuando el Jorge Luis Borges, a quien tanto le hubiera gustado descollar como payador en el almacén doña Rosa, de Turdera, entró a desovillar sobre Gardel y su extraña muerte. Los poetas se lucen cuando les parece, - es bien sabido- más no era fácil seguir la trémula voz de ese que con la vista opaca al decir ya respiraba en la frase venidera. Aunque fuera un gusto verlo apoyar sus manos en el mástil de la guitarra y hablar de ‘esas utopías que adoran los pueblos, como Carlos Gardel’. - Cada historia exige volcarse hacia la imaginación y el mito- se oyó en ese bodegón oloroso de moscato y aceitunas. Más cuando el Jorge Luis repitiera 'neblinas de la imaginación y el mito' con su mirada al cielo y su bastón de mano sobre otra como si hamacara una guitarra, y agregara ‘sin creer en don Quijote y Sancho Panza la historia de España no tendría pies ni cabeza’, enteramente se acalló el bullicio. Y tras un modesto ‘yo creo’, el Jorge Luis reiteró cada palabra como si contara un cuento sin recordarlo pero sí las voces para decirlo, en tanto los demás ansiaban conocer la muerte de Gardel ‘y gustar la sal nutricia de la certeza’, y él ahí acentuó que la muerte gardeliana en junio del '35 tenía sombras de verdad, y cada tanto ni siquiera eso... - Mucho se dijo que Carlos Gardel muriera en un accidente de aviación en Colombia, y eso sería incompleto - tartamudeó el Borges que anhelara ser un payador en el Camino de las Tropas, y se dio un resuello en su túnel de recordación. Un espacio sin renglón propio del escritor que acaso por sostener impenetrable su realidad, decidió morirse en Suiza negándole al gentío los ritos de un velorio, el llanto televisivo y fotos con el fúnebre jadeo del instante sin retorno. Con ese mismo estilo que él despreciara por teleteatrales los comentarios que en las horas previas al vuelo en Medellín, una mujer le exigiera al Zorzal Criollo el reconocimiento de sus tres hijos y se uniera con ella para siempre. - Olvidables desvaríos de sobremesa, señores, que luego culparían del accidente a ese mozo Alfredo Lepera, tan amigo del cantor como abrevador de Amado Nervo, que por un enredo de polleras arremetiera a balazos con toda la concurrencia. También se dijo que para demostrar el buen humor argentino al piloto lo ahorcaron con un lengue blanco al carretear el avión; con más otros decires de entrecasa para instalar un Gardel sin magia gardelera en los turbios callejones del olvido – redondeó y se contuvo a juntar aire. - Carlos Gardel, artista malversado por tantos imitadores con sonrisa de rocanrol y ajenos a la palabra tango, supo retirarse a tiempo. Y era tan anticipada su memoria que hasta temía por su voz luego de incinerarse en Medellín. ‘Tengo miedo de ser un muñeco publicitario’, acaso dijera. Y como además temiera que su inflexión arrabalera fuera deformada por tantos desafinados que nunca faltan, supuso que se difundirían titulares anunciando actuaciones de Carlos Gardel en Quito y Bogotá, desfigurado por el incendio, - o ‘ircerdio’- y aclamado al entonar su primera estrofa. - Mucha tontería fue glosada por los congeladores del arte al predecir que nadie cantaría como él. Y ahora se me ocurre cuánto mejorarían en su voz mis imperfectas milongas, así como tanto envidio no haber escrito ese ‘percanta que me amuraste’ de Contursi. Pero así fueron las cosas…. Por lo dicho se sonrió apenas el Jorge Luis, acaso imaginando a un Gardel que luciera de lustroso smoking, chambergo inclinado más ese audaz atuendo de gaucho palaciego, pero siempre él por mucho que lucraran con su gloria esa pobre gente negociante de un Gardel producto terminado. - Porque ese modernizador jamás sería cómico de varieté o ídolo de barra futbolera - dijo y se tomó resuello. Y a quien una noche lejos de mi patria Argentina le escuché cantar un deleznable tango que yo nunca apreciara. pero que al oírlo reviví mi calle de Palermo con una madreselva trepando a una tapia, y de pronto sentí que estaba llorando. Tal vez un llanto de la hombría, acorde a esa voz compadre de Gardel; porque lo popular debe saberse, es un secreto de los pueblos que se aprende adentro. Y ahí el hombre aquel desechó imaginar un Gardel que ensayara su sonrisa ante el espejo de un geriátrico, entre demás ancianos que se mearan encima. – Que el Zorzal sea otro cuerpo de esa tumba previa y entone ‘y chau Buenos Aires no te vuelvo a ver’ hasta que un enfermero lo silencia de un sopapo, es imposible. Ni un Carlitos bufón de discoteca sería tan irreverente… Alguien interrumpió al Jorge Luis Borges - antes o después de morirse en Ginebra, que eso menos importa- quien se hamacó sonriendo sobre su bastón o guitarra al escuchar ‘tiene razón el payador don Jorge Luis y basta de zoncera, señores. ¿En 1935 quien haría subir a Carlitos en un aeroplano que ni levantara vuelo? Vamos, que el Morocho no era ningún gil’. - Sí señores y es muy certera esa idea; no hay Gardel posible sin esa poesía de eternidad - concluyó el escritor que alguna esa vez se luciera por milonga en un boliche de Turdera. O en el sitio que los demás prefieran. (2013) Eduardo Pérsico nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires, Argentina. www.eduardopersico.blogspot.com

martes, 2 de abril de 2013

Agua caliente a la izquierda. Cuento.

AGUA CALIENTE A LA IZQUIERDA, IGUAL QUE EN ZURICH Cuento de Eduardo Pérsico. La avenida de Mayo en Buenos Aires parece no existir hasta el cruce con Florida; ahí todavía sin muchas pretensiones de ser exclusiva y distante es ajetreada por caminantes del apuro bancario. Y nada exhibe allí la reminiscencia de imaginarios paraguas del 25 de mayo de 1810 cuando ‘el pueblo quiere saber de qué se trata’, ni las palomas ahuyentadas a multitud y bombo de las bullangueras marchas con sabor a revancha. A dos veredas de esos ecos de vivas y juramentaciones, en un bar con sillones canasta límites del Cabildo el Quelo Varela apuraba a pura sonrisa, verso y camelo, a una rubia azafata suiza que conociera en el trámite de cambiar unos dólares el día anterior y se negara a ser regresada en taxi a su hotel. Pero que le anotaba a Quelo su dirección en una servilleta de papel: Freni Dietz, Kloten, Zurich, Él en verdad leía ‘Vreni’ y ella aplicando sus dientes al labio inferior le repitió ‘Freni’. - Is my name - y él en tarzánico inglés le preguntó ‘¿do you like another whisky?’ Y acaso mejor sonaría 'juiski' pero si esta viajera al fondo del mapamundi entendiera la cierta intención de su ¿do you like?, no se escandalizaría. ‘Sí Quelo, no cualquiera actúa de exponente tribal ante una auténtica rubia europea que te diera su dirección en Zurich como si te invitara a verla ahí cualquier tarde de estas’. Así que sin esperar dispuso llevarla a conocer Buenos Aires, y ser ‘Quelo protector de azafata indefensa en la riesgosa ciudad, en repentina y apreciable ocurrencia’. -¿Ves? Por aquí sucedió el Cabildo Abierto de 1810; esta es la diabólica Plaza de Mayo donde los guarangos se lavaron las patas en la fuente en octubre del ’45 y durante años las Madres de los treinta mil Desaparecidos nos siguen espabilando una vez por semana que tengamos más memoria y eso muchos no lo entiendan. En esa Casa Rosada trabajan las autoridades nacionales, -es una manera de decir- te mostraré la Recoleta el barrio que desafía todo a puro lujo y ese desperdicio de cemento es el Monumental Estadio de Fútbol que pagamos a tanto por gol para disimular nuestro arrabal no capitalista. Esa confitería casi en sombras es la más costosa del planeta, very expensive, Freni, too much, pero allí hoy no entraremos porque /mirá que casualidad/, este es mi departamento. Donde debemos entrar sigilosos y en voz baja porque mi cama solitaria es ancha y ajena como la pampa y antes que me olvide, si querés ducharte la llave de agua caliente está a la izquierda, to the left, Freni, igual que en Zurich. - ¿Vos sabías que los sudacas no somos seres tan distintos? Ustedes, cronométricos que miden en décimas de micrones y nosotros, miserables de tanta inmensidad toda diferencia la mensuramos en hectáreas, y aquí vos y yo por mandato de la especie ajena a cualquier mapa, quizá tenemos ese mismo temblor de muestro primer apareo hace un milloncito de años en una íntima selva. Por eso y sin temor usemos nuestra encendida piel envuelta en acrobacias de tigre silencioso y pequeñas palabras, sin que tu rubor no sea fingido, Freni, y no sigas tensa en la habitación con sonrisa apenas y rubor de hembra sorprendida en silencio. Es tiempo de no temblar al besarnos y si tu sonrojo iguala a este ataque adolescente que me llegó de golpe, nuestra tímida escena defraudaría al espejismo que tienen de nosotros los países rubios. Y vos no dejes de ser Freni Dietz, alhaja suiza de mi corazón hablándome del cantón donde naciste y cómo te peinaban cuando eras chica antes de oír misa en la iglesia de Schauffhauser, igual que una piba de mi barrio. O apretada, muy apretada a mí pecho, me digas de aquel novio que inauguró tu ternura al llevarte en la bici tras el puentecito del Rhin, y no sigamos distrayendo nuestra desnudez recreando el pasado y averiguar de paso nuestra pasada historia. No vale renunciar a esta hora inolvidable, Freni, y ya probemos con suiza precisión que el amante argentino es de buena perfomance y poco rechazo de fabricación… Esa otra ficción nacional de ganadores imbatibles del principio al fin, así nos va en la vida... Dulce, te cuento que entre nosotros hacer el amor es el modo de seguir en el mundo, por bisnietos de algunos que hace un siglo enriquecieron a los sastres londinenses comprando trajes por docena y dando un saltito al Canal de la Mancha, coparon los burdeles de Francia a punta de guita y vaca llevada en el barco. Reprimido y represor morocho y argentino rey de París, Freni, estancieros millonarios con olor a bosta llenando los prostíbulos y despreciado por los rubiecitos de ojos azules, como los tuyos. Y no te rías mi amor de este secreto nacional porque vos, mujer hermosa del mundo civilizado conmovida si te beso los párpados y los dos en lenguaje mezclado lamentamos tanta demora en conocernos. Nos equivocamos, amor, vos no viajaste a Buenos Aires a lagrimear sobre mi pecho y a tatuarme una melancolía que ya presiento. Vos llegaste aquí a ver malambo con boleadoras y conocer a vetustos tangueros disfrazados con pañuelo al cuello; vos viniste a mi Buenos Aires querido para dejarme tu nombre en una servilleta de papel que al subirte al avión y por mucha añoranza que le inventemos, se borrará de olvido. ¿Eso no lo imaginaste, Freni? A nuestra final ternura de los dos en el aeropuerto la llenaremos de un futuro que bien pronto sentirá el olvido de otras nuevas miradas; y este nuestro intento de amarnos de fuga y contrafuga se llenará de tiempo… Recién despierto y ya la luz detenida en el corazón de la mañana, Quelo Varela miró a Freni replegada sobre su propio cuerpo. Un mechón de pelo desordenaba el blanco de la almohada y al quitarle una mano sobre su vientre, la besó tiernamente en un hombro. Una inigualable noche de olvido inevitable había pasado y él se refugió en un cinismo doloroso y absurdo: ‘era cierto, las azafatas suizas también son seres humanos’. Eduardo Pérsico nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires, Argentina. www.eduardopersico.blogspot.com