lunes, 29 de octubre de 2012

Y unicamente un cuerpo. Cuento.



Y únicamente un cuerpo.    

Cuento.
Eduardo Pérsico.

Al final un gemido bien ajeno del mundo                 y el recóndito y lacio volver hacia uno mismo. 
     Bajo un sol de verano en Buenos Aires la mujer ordenaba el tránsito en la esquina más céntrica. De blusa blanca sin mangas, ceñida falda azul y  subiendo y bajando de vereda a calzada, le extrañó que alguien le dictara una frase al oído y al repetirse el turno de los autos, volviera al  abordaje. Quizá ella pensara apenas ‘qué descaro’ aunque al siguiente cruce de personas, el mismo de camisa abierta de lucir piel tostada y pantalón ceñido la abordaría de frente, y ella casi moviera una mano al responderle. Y ya en el próximo cuadro y más cercanos, ambos rodearían cierta negociación acaso absurda y al venidero cruce de los autos tras un trance más tenso y demorado, rumbearían a un edificio por la misma vereda.
      A la mujer tal vez la impulsara alguna inconfesable fantasía mientras subían a una oficina del primer piso, ámbito sombreado y una tenue luz de computadora sobre un escritorio más dos o tres sillas separadas. La mujer quizá ni imaginara comentar con nadie ese juego adolescente y temerario por el cual su marido quizá la mataría, cuando el muchacho aquel sin dejar de besarla ya le destrababa los cierres de su ropa. Y desde allí transitaría un inesperado territorio a medio vestir de nalgas descubiertas, junto a ese hombre que la conmoviera con su aroma de novedosa piel más aquella rotunda visita entre sus piernas. Así que los dos ya sin remilgos entrarían al  más antiguo entresueño conocido y en ese instante exacto, - eso nadie lo sabe- ansiando ambos ser amados de verdad y hondamente una vez en la vida. Los dos únicamente un cuerpo ya con la mutua boca de saborear profundo y al final de un gemido bien ajeno del mundo, el recóndito y lacio volver hacia uno mismo.
      Al separarse quizá no se dijeran nada. El muchacho ausentado en la silla quitándose el condón y la inspectora apurada en volver al trabajo, habrían imaginado muchas veces ese amorío furtivo. Más quizá y en algún infinito de los cielos, los precursores del encuentro se felicitarían por el  episodio según ellos eternamente lo hacen, sin ninguna palabra. Y fieles a su estilo, el diablo apenas sugirió un canchero guiñar de ojo y dios, enarcando las cejas, mostró en silencio su habitual sonrisa. (oct.012)   __________________________________________________________
   Eduardo Pérsico nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires, Argentina.

martes, 23 de octubre de 2012

Hay gestos y modales para oponerse a todo.



Hay gestos y modales para oponerse a todo. 

                                                                  Por Eduardo Pérsico.

       Entre los argentinos, la siempre activa clase alta suele suscribir el rugido izquierdista o seudo revolucionario de sus jóvenes, en tanto estimen lo dicho como un gesto más bien ‘decorativo’. Y en cuanto tampoco vale exagerar, al aparecer el Ernesto Che Guevara, un clase media alta que sin quedarse en el discurso se tomara La Revolución en serio, desde su misma clase hoy forcejean para ungirlo en un ícono de la publicidad y ‘al diablo’ con su histórica convicción. Porque léase bien claro, cierta  aparente elegancia en alguna actitud es perdonable, pero cuestionar el Poder y la injusta propiedad de la tierra es más  que inadecuado ‘un gesto de muy mala educación’; supo bromear cierta vez la aristocrática Victoria Ocampo. Así y un pasito más adelante, hablar de latifundios y cuentas bancarias ocultas está  prohibido en toda conversación entre personas de cierto nivel, y esa internalizada convicción clasista que también establece y organiza sus patrones de conducta, fija los límites que nunca se difuminan ni se tornan imprecisos entre sus miembros. La conducta de clase alta puede sostener perfiles propios de un individuo, pero si este se vuelve ambivalente al interés grupal la compulsión del grupo no demora en aplicarse críticamente en su contra, que el ‘desclasado’ no tardará en percibirlo. No pocas veces ocurriría que dentro de la clase alta argentina hubiera algún tipo de crisis por la interpretación o conveniencia de seguir algún devenir histórico; y desde el enfrentamiento entre Carlos Tejedor y los Alsina por 1870 la otra seria disidencia de 1916 se produjo cuando asumiera la presidencia Hipólito Irigoyen por sobre el interés de la entonces clase mandante. Y bien cerca de nuestros días, quiérase o no, hubo notorias broncas  internas de clase alta al verse compelidas a no interferir el retorno de Juan Domingo Perón a Buenos Aires luego de su permanencia durante años en España. .

         Acaso más bien por estilo pero sin cambios, esta demorada clase social en Argentina ejerce su intemperancia ante cualquier expresión política popular seria. A ellos los inquieta toda multitud no adicta a su proyecto, y aún los sigue irritando el peronismo al exhibir su atributo coreográfico al reunir muchedumbres en la calle. Esa realidad más que preocuparlos los enfurece como un desafío a la ‘autoridad’ de ellos dentro del tejido social, y por cuanto en Argentina y toda América Latina esto pareciera una comedia o fábula repetida, la  creciente y masiva participación política popular más que originarle a los personeros del Poder una adecuación o reelaboración conceptual ante un escenario novedoso y molesto, sus miembros optan por la reacción violenta que su libreto de clase mantiene siempre en vigencia. La matanza de la Patagonia Trágica por los años veinte y el bombardeo sobre Plaza de Mayo en 1955 no difieren y exhibieron ácidamente ese espíritu, y a pesar que semejante reacción se simula a veces ser una reacción individual, íntegramente los expresa a quienes rechazan el mínimo desvío o  interferencia en su voluntad de mando. Ellos disponen  sin que ello les demande mayores explicaciones por quienes actuaron por su encargo o les interese mayormente la secuela de lo actuado, y así veamos a los militares y demás sirvientes sin uniforme que en la Argentina produjeron treinta mil desaparecidos en los años del setenta, y hoy encarcelados o vagar de paseo de un juzgado a otro. Esos mismos ejecutores que luego de cumplir según mandaderos subalternos el ‘trabajo sucio’ de torturar y asesinar personas, ni se enteraron que actuaban exclusivamente para reencauzar la historia según la necesidad de un privilegiado Poder oligárquico.

        Pero bué, son esas cosas; y en Argentina esa constante se demostró nítida en las presidencias de Carlos Saúl Menem de 1989 a 1999, quien absoluto obediente de los dictados económicos de privatizaciones, reducción del gasto público asistencial y cero control a los evasores y lavadores de dinero, recibiera el favor y apoyo de las clases altas que sonrisa mediante, halagarían hasta su aspecto de ´peronista moderno’. Que en su caso consistió en aplicar las órdenes del liberalismo económico financiero, cuyo estallido en Argentina se diera durante el año 2001, y hoy agobian a los ciudadanos de una Europa que en ciertas regiones pareciera desmembrarse. Y que sugestivamente, es una instancia que permite unir  esos dos episodios por su resultado similar: en ambas crisis las clases privilegiadas salieron del asunto sin sufrir daños materiales, que prolijamente y de manera equitativa debieron ser repartidos entre los más bajo de la escala. Porque si hablamos de igualdades jurídicas y democráticas, - y esta última calamidad europea bien lo dice- en todo el mundo y cuando lo necesitan, las clases altas conocen todas las recetas y respuestas para separarse de cualquier igualdad. (oct.012).

viernes, 12 de octubre de 2012

Esos comunicadores sirvientes del Poder.



            Esos comunicadores sirvientes del Poder y otras especies.   
                                              
                                                           Por Eduardo Pérsico.

         … y quien supone  que todos los demás son  giles, al final pierde por gil.
                                                                       (Sentencia lunfarda) 
       
          En tanto el siete de diciembre próximo de entrar en plena vigencia la nueva Ley de Medios Audiovisuales en nuestro país, crece la tensión en los sectores de esa actividad y también en el arco político más involucrado en la cuestión. Hecho más bien sospechoso si sólo se debe aplicar una ley sancionada por las cámaras legislativas, y luego avalada para su aplicación por la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Y si los monopolios obligados a desinvertir hoy lo hicieran civilizadamente, tal vez ese mecanismo evitaría pérdidas en el mercado laboral de la actividad. Pero y atentos a que todo Poder reacciona con la violencia proporcional a su interés, en Buenos Aires y alrededores surgieron hechos criminales generados por grupos orgánicamente ajenos y hasta disociados entre sí, limitando con preferencia la circulación en la ciudad de Buenos Aires. Paros imprevistos en los ferrocarriles, cortes de energía eléctrica y según sucediera las últimas dos semanas, con una intempestiva  revuelta gremial de la Gendarmería y la Prefectura frente a la Casa de Gobierno. Algo bien amplificado por un periodismo que también y por esos días, hicieran obesos papelones en la última elección de Venezuela , hasta denunciando el secuestro del enviado de Clarín. Una ordinariez que sumada al anuncio sin datos oficiales del triunfo de Henrique Capriles sobre Hugo Chávez,  redondearía un fabuloso delirio informativo. . .

      Por estos días los medias en Argentina exhiben la misma impunidad operativa del año 2008, cuando los sectores del campo en su rechazo al aumento de retenciones a la exportación, y pretendieron reeditar aquel escenario con marchas y obstrucción de calles y edificios por un sublevado personal de Gendarmería y Prefectura; un asunto muy grave. Y todo con el aliento de los periodistas servidores del Poder, políticos de escaso relieve electoral y confesos evasores de impuestos amenazando al gobierno nacional. Cuando los medios informativos fogonearon en el 2008 la demanda de los dueños de la tierra, - que versearían ‘al sembrar estamos haciendo patria’- se apuntó a desestabilizar al gobierno nacional que dispusiera cobrar más retenciones a la exportación; ‘y eso lo hicieron sin la autorización explícita de nuestro sector’, versearia entonces un dirigente de la Sociedad Rural como si la gestión republicana la autorizaran ellos. Aunque unos cuantos meses después más del cincuenta por ciento del gentío votó por la prosecución del gobierno en ejercicio, desafuero popular que estos ‘medios de comunicación’ siguen sin digerir. (Y un poco al margen, esa prístina ignorancia de los diarios principales de Argentina ya fue sugerida con más pulcritud, obviamente, por el Jorge Luis Borges y el Julio Cortázar; ambos muy valiosos escribas que por más tango y milongas de la nostalgia pero sin conexión corporal y cierta con los atributos de la realidad, tanto tardarían en apreciar esa litúrgica escenografía populista y hasta ‘grosera’ del peronismo en la calle, Pero, qué le vachaché).

        A veces es múltiple la tozudez de los medios ante un electorado bien difícil de capturar y que al acto de votar ‘no come vidrio’, una actitud mayoritaria que los grandes medios persisten en ignorar pese a las elecciones en América Latina y la última  en Venezuela lo demostró sobradamente; no jodamos.

       Y este pergeño destituyente del año  2012, tiene sus recordables precedentes. La destitución al gobierno radical de Arturo Illia en 1966 no fue  por la sanción de una ley de medicamentos, - según se repite- sino por la  negativa del presidente argentino a tomar un préstamo externo de unos diez mil millones de dólares, y acaso más. Los actuales radicales ignoran eso para no ser apartados del Grupo A, y poder sumarse a un grupo cerrilmente reaccionario; y que don Hipólito Irigoyen los perdone… Pero sigamos; aquel operativo del liberalismo económico contra Arturo Illia y sin contar las falencias inigualables de la presidenta Isabel Martínez de Perón en 1976, también llegaría a su gobierno que debía al exterior unos cuatro mil millones de dólares. Y casi los mismos servidores locales de la banca financiera mundial,  -cuyos hijos y nietos hoy persisten- la  forzaría a tomar obligaciones externas por varias veces esa cifra. Luego del infame y aciago período militar, ese mismo libreto financiero liberal entró con sus ‘atributos’ de modernidad durante el peronismo de Carlos Menem y Domingo Cavallo, algo que vaciara de contenido la mínima promesa del peronismo original. Ese artilugio bancario de generar dinero del mismo dinero, un suicidio económico implacable hoy con Europa y en Argentina nos aplicara el delictivo corralito bancario sobre los ahorros del año 2001, lo dice todo. Y llámese keynesiano, industrialista  o según sea, esa variante productiva apunta a ocupar mayor mano de obra y nuevos consumidores al mercado. Algo ajeno a cualquier brujería prestamista que al estallar genera volúmenes incobrables donde los únicos cubiertos son los bancos y el resto, que se arregle como pueda. 
        Los medios de comunicación tan diáfanos en sostener que la realidad recién existe si ellos lo anuncian, hoy entorpecen la aplicación de una ley que quizá también roce sus intereses en la malhabida empresa Papel Prensa; otra entrega recibida de los mismos militares que castigaron al país con muertos, desaparecidos y la apropiación de niños recién nacidos. Asuntos que deberían considerar más estos defensores de la libertad de prensa, según  ellos se mencionan. 
Eduardo Pérsico nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires, Argentina.

martes, 9 de octubre de 2012

UN INQUIETANTE MAESTRO. Cuento.



UN  INQUIETANTE MAESTRO.                                                                     

            Cuento.

            ..y si decía del hambre, ese profe no era ningún loco lindo.       
       
            El hombre nos daba clase los jueves y hacía divertido su trabajo. Amaba las palabras y nos enseñaba a volverlas ‘voces con miga, inflexiones verdaderas y no caprichos algebraicos y gelatinosos’. Un personaje era el tipo al sonreírnos ‘cuando el atardecer guía el  contoneo de una piba del barrio, las palabras cargan otro peso’, y también se mostraba serio al dictarnos hasta el cansancio ‘si cada palabra arrastra su propia memoria, maestra puede recordarnos a una señora sabedora de todo’. Solía encenderse al afirmar que al cuidar cada palabra ‘estas dejan de ser imprecisiones oblicuas y misteriosas con pretensiones gramaticales’; y nos guiñaba al hacernos copiar cada  entrecomillado en el cuaderno.
         
        Era interesante aquel maestro de Villa Las Acequias, ni quince mil habitantes y salvo unos pocos inquietos por desatar su propia cuerda, a la mayoría su verba no le caía bien ni mal; aunque al decirnos que varios nombres muy históricos entre nosotros debieran ‘escribirse en minúscula’, nos provocó para discutir feo hasta el fin  de la clase. Aunque otra vez al sugerirnos aprovechar bien nuestro tiempo ‘porque la juventud es una carcajada vital y única’, la inolvidable Celina, - palabras mayores-  anotó en el pizarrón ‘saborear el amor con alegría es todo lo que somos’, la aplaudimos por esa idea de libertad que predicaba el profe. A quien entre nosotros, ya le íbamos valorando con cierto orgullo que tiempo atrás él visitara nuestro pueblo detrás de un amorío.

- Sí, hace un tiempo el fulano ese sabía andar por la Villa – largó un viejo en voz baja.
- ¿ La jugaba de galán misterioso?
-  Nada de eso, un asunto con una solterona – un chimento que Benítez, que fuera monaguillo y renunciara con mucha bronca pese a ser hijo del farmacéutico, aprovechó para decirnos que el maestro no era ningún loco lindo. Y en un ataque discursivo nos advirtió que el profe al comentar la realidad y aquello de multiplicar los panes, hablaba muy en serio. Como lo hiciera al dictarnos ‘cada pibe que muere de hambre es una derrota de dios’; un renglón que el Benítez nos repitiera casi gritando como si eso le concediera mayor fuerza. .
     
       /Qué adolescencia, por favor/ A pesar que de improviso se complicó todo al reiniciar las clases por el mes de marzo, y una noche también en la Villa se acabaron los políticos de la región y como a los uniformados que llegaron a mandar ninguno los conocía, ellos aprovecharon para no saludar a nadie. Y al suspenderse las charlas de la biblioteca pública y prohibida que fueran las reuniones en la plaza, se apagaron todas las conversaciones y mucho tardamos en nombrar al profe de literatura; y lo hicimos en voz sospechosamente baja. De aquel maestro que esperando el ómnibus nocturno cada jueves sabía tomarse un par de ginebras en el bar de la Terminal, nadie escucharía otro  comentario. Y tanto digerimos la imposición de ese olvido que jamás supimos si al menos, él llegó a cumplir con su ritual bolichero o si alguna vez arribó a su casa en Buenos Aires. Y aunque por largo tiempo todos los diarios nos avisaran del abatimiento en combate de tantos peligrosos guerrilleros, allí tampoco descubrimos su nombre. (Oc.12)   ______________________________________________________________________
Eduardo Pérsico nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires, Argentina.