lunes, 6 de septiembre de 2010

UN EMOTIVO ENCUENTRO. Cuento.

Si Atlanta jugaba con Rácing no sería bueno atropellarse con la multitud y ellos se juntarían en el bar cerca de la cancha. El Ruso llegó algo atrasado, entretenido por un amigo que le regalara su entrada, dijo, y los tres se fueron caminando por Dorrego.
-Hoy ganamos, Ruso - dijo el Bebe palmeándole el hombro.
-Dios te oiga, pero Racing viene primero- musitó Alberto y del subterráneo de Corrientes brotó un malón flameando una bandera.
- Ruso, ¿vos ya tenés la entrada?
- Sí.

Sobre la puerta del edificio donde vivía el Bebe un remolino de gente los obligó a separarse y luego de cruzar la vía Alberto preguntó.
- Che Bebe, ¿dónde se metió el Ruso?
- No sé, andará por ahí adelante- y siguieron por Humboldt, volvieron hasta la barrera del ferrocarril y al no verlo el Bebe suspendió la búsqueda.
- Vamos que está por empezar y el Ruso boludo ya vendrá.
- ¿Dónde se habrá metido? – apenas preguntó Alberto y entraron..

En los primeros minutos sólo hubo un derechazo del nueve de Atlanta por encima del travesaño y el Ruso entrar con delicadeza la mano bajo la blusa de Nora. Ninguno se preocupaba por atacar y Nora estiró una mano y dejó el dormitorio a media luz. El inicio prometía: el diez de Racing se apresuró en un contragolpe y el Ruso desabrochó su camisa mientras Nora cumplía el rito de acariciarle el pecho. En Atlanta el medio campo era luchado pero al quitarse el Ruso sus mocasines, Nora se subió descalza sobre sus pies y al tambalear en la alfombra se rió, bien chiquilina. El encuentro seguía, a la media hora Alberto reclamó un penal en el área de Racing y el Bebe lo secundó puteando al referí que pitaba en contra de Atlanta. Aunque sin reclamar infracciones Nora y el Ruso se devoraban; en un gemido la mujer levantó las piernas al infinito en la misma jugada el Ruso se venía se venía y ella cruzó la línea de gol del alma y todos los sentidos...

Luego de la primera emoción de la tarde Nora pegadita al Ruso le murmuraba en el oído, ya que los del departamento contiguo no eran sordos ni ciegos como ese referí hijo de puta que durante el primer tiempo cero a cero pitó siempre en contra de Atlanta y ni cobró ese penal evidente al revolcarse los dos en la alfombra del área chica. Y llegado el entretiempo Alberto y el Bebe estiraron la cabeza sin divisar al Ruso; un imbécil que no veía el partido por tener sus ojos entornados y echando humo al cielorraso. Con el clima algo fresco los jugadores tomaron agua natural, Alberto y el Bebe manotearon dos vasitos de Pichi Cola y Nora, ignorando el reglamento de su casa sirvió dos traguitos de whisky sin hielo.

Al principio del segundo tiempo no hubo nada interesante, salvo dos cruces hacia la izquierda del ocho de Atlanta y las manos del Ruso recorriendo minucioso el cuerpo de Nora, recostados en la cama al cambiar de arco. Pero cuando Racing abrió el marcador tras un tiro libre que desvió un defensor, hubo un griterío y ahí Nora y el Ruso se preguntaron la hora aunque el juego siguiera tan emocionante como en la primera etapa. Faltando cinco minutos y Racing uno Atlanta cero, Alberto y el Beto no hallaban consuelo en tanto el Ruso y Nora se besaron en una arremetida final antes de abrir sigilosos la puerta del departamento, por donde se filtró un jugador de Atlanta para anotar el justiciero empate.
.
El Ruso se apuró en llegar a la cancha, preguntar cómo fueron los goles y todavía ver el final cansino del encuentro bajo un sol en retirada. Y al reencontrarse en la vereda Alberto le preguntó.
-¿Qué te pareció, Ruso?
- Un vergüenza, ese referí nos robó el partido - soltó la usual frase que el Bebe no le creyó.
-Callate traidor; que lo viste en la tribuna visitante. Con hinchas así nos vamos al descenso – se iría riendo el Bebe al entrar al edificio donde su esposa estaría mirando la televisión. (Set.2010) __________________________________________________________

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