miércoles, 18 de junio de 2014

Y de pronto únicamente un cuerpo. Cuento.

Y de pronto únicamente un cuerpo.    

                            Cuento de  Eduardo Pérsico.

 y ambos se buscaran en ese lacio y recóndito volver hacia uno mismo. 
     Bajo un sol de verano la mujer ordenaba el tránsito en la esquina más céntrica de Buenos Aires. De blusa blanca sin mangas, ceñida falda azul y  subiendo y bajando de vereda a calzada, oyó una frase al oído. Quizá  pensara ‘qué descaro’ y en el siguiente cruce de personas un muchacho de piel tostada y camisa abierta la abordaría de frente. Ella movió una mano en responderle y en cuadros siguientes ambos rodearían una negociación de trance tenso… Demorado hasta rumbear a un edificio de la misma vereda.
      Quizá a ella la impulsara alguna inconfesable fantasía en tanto subían a una oficina del primer piso, - ámbito con tenue luz sobre un escritorio- y  ni imaginara comentar un juego por el cual su marido la mataría. En tanto el muchacho sin dejar de besarla tiernamente la llevara hacia un territorio de nalgas descubiertas y a ese instante sin reservas donde el deseo dispone los precisos lugares. Más y esto tal vez quién lo sabe, ambos a un tiempo ansiaran ser amados una vez en la vida, siendo únicamente un cuerpo con una boca mutua y en un gemido único. Lacio y recóndito volver hacia uno mismo.
      Al separarse no se dijeron nada. El muchacho ausentado en la silla y la inspectora presurosa en volver al trabajo, jamás imaginaran aquel encuentro guiado cada uno por sus duendes ocultos. Y hasta algún  fantasioso de un celestial designio podría suponer que fieles a su estilo, en ese instante el muy canchero diablo guiñara un ojo y dios, enarcando las cejas, ocultara en silencio cierta cordial sonrisa. (jun..014)   __________________________________________________________
   Eduardo Pérsico nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires, Argentina.



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