miércoles, 3 de junio de 2015
sábado, 23 de mayo de 2015
De un Borges desafinado.
DE UN
BORGES DESAFINADO.
Eduardo Pérsico.
En opiniones
de Jorge Luis Borges sobre el tango, - palabra que él bien entendía africana- situaba su origen por 1880, y también
decía que el pueblo adoptara esa música luego que la clase alta - o ‘gente bien’-
la difundiera desde su propio ámbito. Hubieron muchas presunciones sobre esto
mismo, pero al fin sería indudable que el tango llegara desde las casas más
acomodadas a los barrios menos pudientes
de la ciudad de Buenos Aires- Y que luego desde allí sería adoptado en almacenes y despachos
de bebidas; sitios de reunión adonde concurría ‘la gente común’ a jugar a la baraja, tomar algún vaso de vino y juntarse con sus iguales o
algún amigo.
Esa certeza que ganara adeptos al repetirla
Borges, ya existía por una precisa realidad económica: los instrumentos
iniciales de los músicos de tango eran muy costosos y solo accesibles a los medios
sociales superiores al gentío común. Donde compadritos o no, nadie podría propiciarse un piano,
un violín y ‘ni siquiera una flauta común para darse el gusto’; opinión
que expresara Borges en sus charlas de grandiosa memoria. Aquellas reuniones para
una veintena de asistentes que él no consideraba ‘conferencias’ pero donde solía
expresar
además de lo vivido su gran ilustración.
Donde con un mínimo de imaginación era inevitable no comprender aquel rico bagaje contenido y enraizado en el gusto
del argentino común que instruía Borges; condición didáctica más desechada por la
mala fe de los detractores de lo popular que por las actitudes del mismo
escritor. Y un perfil borgeano al que muy
pocos accedían o aceptaran, era su
idea de estimarle al tango un valor sustancial en el carácter de
los argentinos, y además que esa
expresión musical resumía el inconsciente de nuestra cultura en general. Y
dentro de ese inmenso territorio conceptual donde Borges solía gastar hirientes socarronerías a otros
autores, él mismo marcaría su presencia y lugar generando ‘ese mundo que
sería su mundo’ que estimara un crítico alguna vez. Y sí; Borges sostenía cierto ámbito propio donde
además de su innegable saber de los
orígenes del tango, - que para muchos de su clase algo inabarcable- persistía
en otro espacio universal que él valoraba como un ámbito propio. Y de semejante
criterio digamos apenas eso…
Jorge Luis Borges, escritor argentino de
una ilustración muy visitada por el modernismo de Rubén Darío, Juan Ramón
Jiménez, Valle Inclán y Leopoldo Lugones, al encontrarse con la milonga solía
frasear que esa expresión musical, mirada a fondo y con atención, bastaba por
sí misma para conjugar un primario y definitivo elemento cultural del Buenos
Aires siglo veinte. Y por ese rumbo él también
hablaría con naturalidad de guitarras y violines, de valientes y cobardes que
nutrieran las letras del tango y otros renglones
que cada tanto repetiría con alguna reserva. Por cuanto en Borges era evidente su
afecto y tendencia hacia los tangos de la guardia vieja ‘que eran sólo melodía’,
y más aún porque los primeros tangos no tenían letra pero sí recurrencias
traviesas. Acaso fuera de ahí que a él no le gustara Gardel por su insistencia
en cantar tangos con argumento, y le
enjuiciara además su marcado sentimiento
llorón. Una afirmación temeraria más que Borges iría desechando como hiciera también
con ese otro ‘desafío personal’ de presentarse ante sus amistades cantando un
tango ‘con mi inflexión correctamente desafinada’, decía. Disparate que él,
Borges, tampoco solía advertir ni siquiera entre amigos como un verdadero
papelón, y ambas tonterías las iría sumando a otras recurrencias que hasta ahí él creía ingeniosas por más que
nunca lograran adhesión de nadie. Más aún; un muy serio rechazo no solo entre los
‘propiamente tangueros’ sino también del gentío de sus amistades informadas del
mar profundo que contiene ese río del gusto popular. Un territorio donde ni el
más desencaminado de los argentinos agitaría el mínimo resquemor anti-gardeliano, por más intrépida o certera que luciera su calificación.
Pero
al fin así era Jorge Luis Borges, quien como cualquiera de nuestra especie de mortales,
a veces también desafinaba. (2015)
__________________________________________________________-Eduardo
Pérsico nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires, Argentina. (2015)
eduapersico.blogspot.com.ar
viernes, 13 de febrero de 2015
Renglones por la vuelta.
Eduardo Pérsico
Después de andar tantas brumas ajenas a nuestra cadencia al contarnos las cosas, y lejos ya de
tantos sitios ‘presurosos,
dinámicos y progresistas’, según suele decirse, o más allá de los mares como también se dice, de nuevo en esta calle te cuento muy quedo,
despacito, casi como un chamuyo a una mujer
querida, jamás pude olvidarte mi ciudad,
tanto te quiero.
Es que yo soy de aquí. Me parió algún
silbido vértice de una estrella. Y aunque suene
a requiebro recurrido y tanguero,
es mío este paisaje con almacén de
barrio ahí en la esquina y un gato
querendón en la pared de enfrente. Ese mismo felino tenaz enamorado con luna a contraluz sobre su lomo pardo.
Barrio de por ahí nomás por
decir de algún modo. Bonaerense surero, según suelen nombrarlo y hoy vale
todavía, con laburantes tempranos caminando apurados sanguche bajo el brazo.
A veces en esos barrios de viejos caserones; los mismos de saciar las cámaras modernas de paseantes lejanos.
Entrevisto paisaje donde sin ir
más lejos, no es vano imaginarse en el
hueco de un patio a un tenaz guitarrero cantándose
un tanguito y esas cosas. Todavía…
No es un gran territorio, ni hay siquiera
turistas de perseguir misterios. Este mismo y exacto es mi sitio en el mundo; el lugar indicado y de eso estoy seguro. El punto de mi origen. El del brillo entrevisto
en un ramo de estrellas y renglones verseados cada tanto a un oído,
en romances desprolijos ya de
lejanía y pasados que ni guardan nostalgia.
Eso sí, en el mismo paisaje sentí una
vez nunca olvidable el taimado cuchillo en mi esperanza, y de ahí una pronta lejanía. Esa ausencia por dentro que obligara a coserle
más de un remiendo a la nostalgia. Cosas
que sucedieron.
Así que al respirar de nuevo aquí, casi como al descuido descubro tu vestido nuevo que te luce tan
lindo. Y acrílico, metal y supermarket, moto, casco y bluyín con una piba adentro, es mi sitio
apropiado y el resto, mapamundi. (Feb.015)
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Eduardo Pérsico nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires, Argentina.
martes, 9 de diciembre de 2014
DOS MUJERES. Cuento. (2014)
DOS MUJERES.
Eduardo Pérsico.
… es que el derecho de familia también tiene sus secretos.
El abogado Raúl, ‘especialista en asunto de
familia’ y casado con la señora Silvia, debió tomar una secretaria informada en
su especialidad y contrató a Lorena. Una divorciada de treinta y cuatro años que por eficiente
no admitía requiebros de ningún jefe.
- Pero che, eso no se estila en nuestra profesión - le reprochó con un guiño otro colega cuando su
esposa Silvia y Lorena, la nueva empleada, antes de transcurrir un mes se
juntaron a tomar un té. .
Un encuentro inocente de dos
mujeres que quizá y según códigos ignotos hablarían de amoríos, algún desencanto,
vecinales arrimes imprevistos y por ahí,
Lorena comentó su amistad con otra adolescente como ella, tiempo atrás. Un
renglón tan inquietante para Silvia que insistiría ' decime más de eso, tan
secreto’. Y algo informal agregaría
Lorena del tema que al despedirse, se alentaron con párrafos menos formales a
comentar el asunto.
-
Tal vez somos dos pacatas - se animaría Silvia y Lorena respondió 'eso depende
de la situación' y al irse se tomarían las
manos con largueza. Así que al reencontrarse unos días más tarde luego de charlar
por teléfono, tomaron vino blanco y rozarían sus manos sin inquietarse por la
cercanía del mozo. Así que al reiterarse 'me gusta estar con vos' volverían a verse
en el departamento de Lorena y secreto decretado.
En el pequeño sitio de Lorena anduvieron
un largo rato al desgaire y luego de preparar café, se juntarían a ver decaer
la tarde. Los pocillos se irían enfriando y en cuanto lo siguiente no era fácil,
Lorena se recogió el pelo y atrajo a Silvia hacia ella que musitaría 'estoy
algo nerviosa'. Aunque cautamente se aflojarían a ser un cuerpo solidario en ‘este milagro de algarabía’. Algo que luego diría
Lorena. .
- ¿’Pero qué delirio hace
que mi mujer me abandone?- se
preguntaría el abogado cuando su esposa Silvia le dijera ‘lo nuestro se acabó’.
Aunque peor desdicha por su derrota catedrática ante ese ‘abandono
preterintencional’ o tesis parecida, sería
la vindicta de sus colegas.
-
Pero doctor, ¿cómo dejó que las dos minas lo cornearan en un solo acto y al
mismo efecto? Eso nos hace quedar mal a todos.
Así que la pronta certeza del gremio hacia
el colega especialista en familia sería categórica: a este desde pibe las mujeres
le resultaron un dilema insondable; así
que imaginen dos minas a la vez. Por más
que uno rebusque los renglones del código más lindos, con ellas nada es apelable
y a otra cosa. (2014)
-
_________________________________________________…
Eduardo Pérsico nació en Banfield y vive
en Lanús, Buenos Aires, Argentina.
viernes, 28 de noviembre de 2014
ESAS VOCES DE INFANCIA.
ESAS
VOCES DE INFANCIA.
Por Eduardo Pérsico.
…esas voces de infancia Lejanas, sin dobleces y de imposible olvido….
A
veces llegan voces a decirnos que el ayer quedó lejos, que nada ya queda de un
amorío lejano ni de aquel padre y madre de la buena palabra. Sus veredas ya andan
por otro rumbo y sin embargo, persisten argucias palabreras en decirnos qué
somos. Deschave a cigarrillo de caída ceniza
y otro vaso de vino solitario, igual que
en cualquier sueño soñado sin lograrlo. Más también suenan voces contra la argucia de renovar engaños; palabras que vaya
uno a saber, nos acompañan siempre y nos perdonan...
La
vida está vivida y las cartas jugadas, más
cuando ya ni vale decirnos ‘vos sabés como fueron esas cosas’, alguna voz de
infancia nos retrae a sonrisas y rostros que siguen con nosotros todo el
tiempo. (2014). ___________________________________________________
Eduardo Pérsico nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires,
Argentina. www.eduardopersico.blogspot.com
viernes, 7 de noviembre de 2014
UNA FUNCION DIA DE DAMAS. Cuento. Nov.2014

Cuento.
Eduardo Pérsico.
… y las pulgas del Royalty eran famosas no solo en Avellaneda.
Al principio de los setenta y en el Royalty, un Día de Damas se vería esa de la Princesa con el fotógrafo, cuando un Comando Revolucionario ocupó las instalaciones. Un combatiente entró a la cabina con una película en su mano izquierda y un revólver en la derecha, y por supuesto, Germán el operador creyó una joda de los vagos del café.
- Gallego, hay que pasar esto – le falsearon la voz y el hombre ni se sobresaltó. Germán era en verdad un catalán que envolvía sílabas en la boca al pronunciar y quien al fin de la guerra civil española, anclaría en Buenos Aires donde por esa argentinada de llamar turco a un armenio o ruso a cualquier judío, él sería el gallego Germán y operador del Royalty Cine. Un fulano que al enterarse ‘los lunes no hay función y ese día tenemos franco’, diría ‘Franco no; día libre’. Perfil que si el joven guerrillero que asaltara su cabina con gorra hasta las orejas y revolver ’38 largo supiera, en vez de ‘revolucionarlo’ estaría en casa mirando televisión.
- - Quieto, pasa este rollo y viva la lucha popular – o algo así apuró el atacante. Germán sorprendido esperó alguna otra orden, y como el otro no agrego más se repasó un pañuelo por los anteojos y entró a dictarle.
- Tranquilo pichón, guarda tu matagato y calza eso en el carretel - y el Combatiente de gorra y bufanda, obedeció.
- … y al ver en la ventanita dos manchas blancas tira la otra palanca y prende la máquina – así que el aspirante a bajar del Aconcagua a tomar Buenos Aires, frente al viejo Germán que olfateara pólvora verdadera, de nuevo obedeció.
- … y antes de ahorcarte tira esa chalina, que verás dos manchas y si mueves esa palanca habrá proyección.
- Sí señor – ya gimoteó el pibe.
- … y ahora pichón deja eso. Ordena mis cosas del mate y esperemos que tu cinta sirva de algo – y el viejo también disfrutaba el entrevero.
En verdad el gallego Germán nacido y crecido en Cataluña, en el Royalty disfrutaba hasta las barriales bromas resabidas: ‘a Germán de nuevo lo hirieron en el tiroteo de Arizona’, o ‘cuando llueve el operador se calza los zapatos de Frankestein y camina tranquilo’. Pero mientras en la cabina trajinaban Germán y el revolucionario, las Damas del Miércoles que aguardaban el beso del fotógrafo y la princesita, avistaron a unos que sacudían un trapo colorado en la sala y una viejita les gritó ‘siéntense jóvenes o llamo al acomodador’. En tanto arriba Germán instruyendo al atacante se divertía cuando en la cinta ya rodando, la voz de Fidel Castro sonaba a mascarita y el Che Guevara reculaba yéndose al llegar. Todo proyectado de revés y a contrapierna, en tanto abajo los combatientes del Royalty se sentían malheridos por agitar su pabellón sin conmover a nadie. Acaso sin analizar por un rato que ese cine de Avellaneda ‘no guardaba las condiciones objetivas para lanzar desde allí la lucha armada’. Y que al arrolle de insignia se sumaría el efectivo rajando escalera abajo y dejando sus pertrechos; menos la gorra.
- … así no jodes a nadie, chiquilín – le gritaría Germán que acaso, quién lo sabe, en esa crítica mordiera algún fracaso propio. ..
Así que al repartir el botín incautado al enemigo, el acomodador se guardó el '38 niquelado y Germán eligió la chalina de vicuña.
- … muy elegante contra la bruma de cintas inglesas - se le anticipó Germán a los vagos del café de abajo.
Y quien sabe si bandera y gorra no ‘andarán’ todavía por algún rincón de Avellaneda. (Nov.014)
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jueves, 16 de octubre de 2014
Octubre del '45 y algunos ecos. Opinión. .
Octubre del ‘45 y algunos ecos.
Por Eduardo Persico.
En la década
del cuarenta a Buenos Aires le crecían edificios, avenidas y perfiles costaneros
donde apreciar al ‘río más ancho del mundo’. Quizá también por venderse más
libros y diarios que en cualquier ciudad de América Latina, a cierta porteñidad
le resultaban ajenos sus arrabales rumbeados por verdosos tranways de doble
piso y demás aspectos venerados por sus escribas más o menos de renombre.
Como si algo renaciera
volteando el caserón familiar era mal visto en Esmeralda y Sarmiento un caserón
afirmador de que allí verdeciera la llanura. Ciudad engreída en ser la más
europea de América aunque un rejunte de suburbios sin prestigio, si al menos un tanguito no lo pontificara algún
guitarrero de patio. Y la inmensa pena de
Villa del Parque, San Cristóbal o Versalles, sin rigor poético para calzar
nombres de infructuosa rima si al sur la inundación y de otro margen el límite
con la pampa. También crecían los bares donde meditar esas cosas de la vida,
que para eso están: y en tanto las mujeres desechaban las medias de muselina y más
acortaban su vestido cada tarde., eso se hizo sin alegatos feministas ‘con
nosotras no se puede’ y así crecerían a la nueva sensatez...
Y en tanto la guerra y la inequidad se
apropiaba de Europa, por Buenos Aires crecían nuevos actores y en retirada aspirantes a nobleza saludando ‘que tal, che’
al mozo del bar como una contraseña. Ciudad donde muchos la soñaran como París,
los autos iban por izquierda estilo Londres y los tranways rugían con reglamentos
ingleses. Lejanía sudamericana donde por suerte abundaban lectores de Roberto
Arlt, cronista que hasta 1943 delineara ciertas faunas subterráneas, y de Raúl
González Tuñón, el poeta de ‘todo pasó de moda como la moda, los angelitos de
los cielorrasos, los mozos que tomaban la vida en joda y las lágrimas blancas
de los payasos’.
Hasta que por
ahí emergiera la muchachada fabriquera que no remaban consignas en las
bibliotecas pero una mañana desparramaron su reclamo a pertenecer ya mismo y a
puro grito. Esa imprevista ‘contradicción social’ entró a caminar y aunque
no fuera avistado desde muy lejos, - no hubo millones de obreros manifestando el
17 de octubre de 1945, por supuesto- pero el gentío se iría agrupando sin
consignas, bombos ni marcha partidaria.
Excepto el ‘Perón Perón’ incierto para los sabios de la nada protocolar y los
serios padres y abuelos de los actuales primates contrarios hoy a lo mismo;
octubre del año 2014; hasta capaces de oponerse a una ley de radiodifusión que
agotara su discusión en el Parlamento Nacional varias veces, y que por antimonopólica y tendiente a derogar una ley del
insano proceso militar, es ya
civilizadora.
Pero sigamos. Aquel ’17 de octubre no fue
apenas un sacudón en el cimiento social de los argentinos, sino que estableció otra dimensión para
entender que con líderes aceleradores como Perón o no, esa movilidad social
podría demorarse pero igual acontecería. Asunto que tantos ‘ilustrados’’ siguen
sin entender como hicieron el gentío de frigorífico y talleres suburbanos que construyeron
ese día a ese coronel Perón en referente de un gran avance de la sociedad contemporánea argentina.
Y reiteramos lo ya escrito más de una vez: “la liberación psicológica del
obrero ante el patrón, ese avance que desde el llano demanda generaciones, con su
imprevista aparición produjo que el peronismo se instalara como fuerza política
popular y mayoritaria”. Un avance que a los
grupos tradicionales les pareciera un ademán extraño siempre que el ‘perón perón
qué grande sos’ ni les ‘avistara’ de lejos sus ‘hectáreas de familia’.
Sin duda el peronismo nunca avanzó y más no
pudo ante esa ideología de ‘la herencia sagrada de nuestros mayores, Argentina
granero del mundo y como dios es argentino la fiesta es de nosotros’. Aunque siempre
con buen clima político o contrariados por esos profetas de la dicha incierta del
golpe en setiembre de 1955, cada tragedia siguiente vendría envuelta en esos temas
financieros y con ropajes a veces algo gauchescos. Pero bué… (Octubre 2014)
Eduardo Pérsico nació en
Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires, Argentina.
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