domingo, 26 de agosto de 2012

CÓDIGOS Y LIBRETOS DE ALTA CLASE.


             CÓDIGOS Y LIBRETOS  DE ALTA CLASE.  

Por Eduardo Pérsico.       

      En la  relación entre nosotros no hay equivoco ni duda; en nuestra clase sólo existe seguridad y confianza. Ramón J.Cárcano, político argentino de clase alta.(1860-1946).                                    
        
         Es norma y estilo en toda clase alta, que todo integrante de ese ‘Nosotros’ comparta y suscriba cada proceder del grupo. No valen objeciones a la existencia del grupo como tal y aunque eso lo asemeje a otros, el considerarse superior les habilita criticar lo ajeno o inferior. Así por acentuar sus  perfiles de hegemonía social el individuo de esa clase, primordialmente descalifica toda expresión cultural o política que favorezca el bienestar y la igualdad de todos. Y quizá esa reacción de clase mandante ante el peligro de perder sus prerrogativas por el ingreso de nuevos actores sociales, sea el mayor riesgo que presiente cualquier integrante del ‘Nosotros’. Ese ámbito de clase al que aspiran ingresar otros sectores económicamente pudientes, decadencias aparte aún sostiene cierta alianza de prosapias y apellidos que no se consiguen por decisión propia. Universalmente el ‘Nosotros’ mandante con sus códigos y pautas, deriva de sentimientos comunes difíciles de penetrar, como son por ejemplo la  resistencia a lo exterior según la gratificación o penalidad sociológica que algo le implique al grupo y su estilo de comunicarse.             

      Por usanza y tradición la clase alta vive vinculada al negocio financiero de endeudar a sus propios países. Además de Goldman Sachs, Fondos Monetarios demás corporaciones, ningún funcionario o ministro económico de esos países desconoce que al primer amague de reducir la distancia entre ricos y pobres, el Poder lo ataca por inaplicable y expropiador. Prontamente y a coro vociferan contra ‘el populismo que amenaza las libertades y la propiedad’, y con mejor inflexión de voz  pontifican y publicitan el delictivo negocio financiero de generar dinero desde hipotecas desde su redacción. Maniobra que últimamente los haría blindados banqueros como sucediera en el ‘corralito’ del 2001 en Argentina: los financistas primeros en cobrar y ahorristas comunes, engrosar los defraudados y a otra cosa.

           Capitalismo liberal a ultranza fue nombrado ese garantizar dinero con intangibles bienes a cambio, como sucedió en Europa al aquietarse la reinversión y la lógica matemática los desembocó en un festival de hipotecas incobrables. Perjuicio que ni roza las clases altas y aplasta los derechos del ciudadano común, quien hoy ignora cuándo él volverá a su condición anterior tan alejada de la creación de bienes con más trabajo agregado. Ese régimen productivo que tanto financistas como clase alta desprecian por keynesiano o según se llame, y ajeno a estos artificios   donde los bancos no pierden aunque se caiga el mundo. Pero bué, esa es la historia. 

        El desapego hacia el resto de las personas mejor lo sugieren los medios informativos más conservadores del planeta, cuando ni se inquietan o mencionan que esta defraudación le asegura tiempos durísimos al gentío común. Sus editoriales silencian o deforman las movidas cotidianas de multitudes en las calles como si sus participantes no interesaran; indiferencia no  casual ni oportunista en cuanto jamás alguna clase históricamente elevada ha internalizado o registrado los pesares ajenos. Su  primaria reacción conservadora atribuye los males a quien lo padece y no les atañe a ellos.  Ninguna memoria social o colectiva los involucra y por naturaleza o virtud de clase oligárquica, fingen ignorar toda desigualdad o miseria verdadera.     

        La actitud de cada grupo ante una crisis suele diferir, pero la reacción de las clases enriquecidas gracias a la desigualdad en sus países en América Latina, es integrar el equipo que receta el inmediato ahorro del gasto público. Y pese a que les convendría guardar silencio accionan con el mismo reflejo que usaron contra el peronismo y su movilidad social en Argentina por 1945 y a todo gobierno que no los confíe el manejo de la cosa pública. El mejoramiento desde abajo lo descalifican sus medios informativos, y con los ocasionales socios que aparezcan suelen agredir a todo gobierno que presione sus obligaciones impositivas, por ejemplo. Porque la evasión naturalmente les corresponde aunque registren excelentes balances como los exportadores de alimentos y productos primarios en toda América Latina. Y la feroz embestida antiperonista en  Argentina le aplicaron al socialista Salvador Allende en Chile, a quién le cargarían ser agente del comunismo internacional y otras yerbas como por estos días, le endilgan a Hugo Chávez en Venezuela. Y con la misma mala leche suramericana insultan a la presidenta Kirchner en Argentina, Correa en Ecuador y a cualquier otro de último momento.

      Por esa misma constancia de sentirse ‘Nosotros’ y negar todo aquello no dispuesto por ellos, esa alta clase niega el reloj de la historia que sigue en su tarea. Y aunque estos tipos sigan ocultos en la escena, en no pocos países les vieron el ropaje de integrar el elenco y lo demás es tiempo. (Ag.2012).

Eduardo Pérsico nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires, Argentina. www.eduardopersico.blogspot.com    

jueves, 16 de agosto de 2012

CHAU. Cuento. (agos.012).


CHAU.

                            Cuento de Eduardo Pérsico.  
                                     
                                                              … y nos hicimos un amor última vez,
                                                   negando la sórdida pena de los condenados.


        Esto de sentirme sin ganas tal vez sea un problema generacional, pero te aseguro Susana que al ver a mi mujer y los pibes pienso en agradecerte. Al menos si  me atropellan ideas remachadas con alguna frase hecha: ‘existe un ordenamiento superior en todo’ o ‘la vida de cada uno ya está escrita en alguna parte’ son de catecismo- Vos conociste mi encono contra eso porque ‘todavía soy ateo gracias a dios’, según nos repetía el gordo Polino, pero mística aparte esta inseguridad nos aparece al pretender averiguar si uno está con vida y le emergen los por qué y los para qué; terapias de confesionario en unos o de psicoanalista que los exima sin culpa a tanto por consulta. Pero nos conocimos ha mucho y sabrás Susana de la disyuntiva en tipos llenos de vivencia en el discurso que deben pellizcarse a veces por saber si están vivos; y volver a tu recuerdo es mi manera actual de pellizcarme. Porque ese refrán  que mientras uno ame a una mujer o pueda tomarse un vaso de vino, está vigente, ni siquiera son refranes y mi agradecerte hoy a vos me llega cuando las mujeres viven con otro y todas las botellas están vacías. Porque además de añorar aquel tonelero pastoso que tomábamos con Polino y el negro Cuenca en las mesitas de patas chuecas del tano Santo, vos nos acompañabas con un traguito y nosotros recitábamos discursos como si fuéramos Monteagudo o Simón Bolívar. ¿Te acordás Susana? Así que hoy recupero aquel juego donde perder una idea dolía igual a romperse una costilla, - y ni siquiera sería un juego- nosotros discutíamos a Lenin, negábamos a Dios por rescatar a Jesucristo que estaba de nuestro lado, o le exigiríamos a Perón cuando volviera terminar enseguida su tarea; además que si bien Evita muriera en 1952 él debería seguir siendo peronista. Y el negro Cuenca que trabajaba en un editorial y nos traía material, se reía porque Engels para ser mejor filósofo usaba barba, y también cuando a Carlos Marx le corregían sus escritos sus hermanos Groucho y Harpo.

          Un farragoso barullo que ni siquiera divertía, me dijiste otra noche de  escucharnos; Susana con tu pelo negro, tu dientito encimado y luego esa naturalidad en quedar desnuda en mitad del cuarto mirando a ese pibe temeroso de perderme entre tus muslos cálidos. Vos, la primer mujer que instruyera a mi ternura nueva y casi como al pasar, una noche ya fumando un cigarrillo luego de amarnos me reprochaste a media sonrisa por secundar a mis amigos en ser hacedor de frases que no iban a ninguna parte. Algo así me dijiste y nos dormimos abrazados en el cuartito al fondo en casa de mi tía y yo ni pagaba la luz. Vos también lo sabías y me reprochaste alguna noche de dormirnos ahí y al amanecer vos partías al tallercito de tu tía a confeccionar blusas de mujer,  y de ahí yo ligué alguna camisa de medida. Pero entre nosotros no todo era adherirnos dos o tres noches por semana o celarnos por las pibas que yo pretendía instruir sobre la función social de la mujer, si al fin y sin ningún golpe bajo vos me insistías en no ser un desocupado que no jodía a nadie y menos a vos. Si al fin mi discursito de incompatibilidad con el sistema ya lo escuchaste al hablarnos en el ómnibus la primera vez, aunque al decidir volver a vernos me sonreíste con tu espontaneidad fresca y algo me dijiste del asunto ‘trabajar’. Y esa noche al llegar a mi pieza, aquel asombro tuyo del porqué yo no lo hacía, me cargó una pregunta golpeadora del hombro. Algo que escurrí  hojeando los Principios Elementales de Politzer y releyendo varias veces el mismo párrafo, para dormir de madrugada con cierta molestia en las ideas. Porque revisando cuanto sucediera en nuestro debate perpetuo, a fines del sesenta aquella bohemia sin destino contra las ideas viejas ya crujían entre los ecos de opacas represiones con algún conocido torturado por la cana. Así que todos volvimos a dialogar a media voz y mayor miedo en tanto los toques de actitud revulsiva fueron en descarte; una efímera moda que vos ni aprendiste Susana acaso por intuir esa imbécil matanza que nos jodiera a todos.  

Pero hoy quisiera decirte sin renglones sensibleros de novelón antiguo, que yo siempre despreciara por jugarla de un líder en ciernes y al dejar de vernos recién me pregunté,  líder de qué.  Si yo ni supe gritarte cuánto te quería y acaso ni entendí cuando al ver a la vieja Sabina cubriéndose con un diario aterida de frío en la estación Escalada, murmuraste ‘alguna vez fue un bebé’ y yo ni ahí pude interrogarme qué haríamos por ella antes de La Revolución. Apenas un trance que superé pronto si vos seguías a mi lado y cada tanto te trincabas en mi boca en la búsqueda de esa eternidad que las hembras persiguen cuando quieren en serio. Ese arraigo de las hembras con la vida que bregabas por explicarme y luego supe que era sentirse vivo con la sangre llena de árboles y guitarras; apenas eso. Y por eso quizá, al ver a mi mujer y los pibes te digo gracias Susana por esta manera del arraigo y alguien deje testimonio de mi existencia, y porque vos tanto me cambiaste que sin notarlo una mañana me convertí en un peón ferroviario de acomodar rieles y durmientes en la estación de cargas entre Lanús y Escalada. Sumando allí mi mejor tiempo cerca de gente poco inquieta por asuntos que no percibían muy bien, más tan hábiles y capaces en frenar jodiendo sobre ‘la objetivación de los hechos’ y otras tantas frases de los ateneos. Porque en el boliche seguíamos  con la ‘praxis’ y demás yerbas intelectuales, afónicos gardeles de la revolución, pero al entreverarme con los ‘clase obrera’ supe que de ellos no sabía tanto. Tanto que bien recuerdo tu sonrisa al decirme que esos hechos de la realidad nunca te esperan, opinión certera no porque cambiar el mundo no lo mereciera cuando era octubre del ’67 y al gordo Polino en Bolivia le habían llenado de plomo las ideas. Y al encontrarnos alguno dijo que el gordo había cumplido con él mismo, tan cierto como que sin joda los tiempos venideros serían de gran tormenta. Por ese tiempo entré a trabajar diez horas por día en una librería donde me presentara Polino, otra actitud  de vida mía que vos bien hubieras merecido al ingresar en Medicina y te pedí darnos una práctica de anatomía. Otra puntual gilada que no iría a ninguna parte frente a tu estilo personal de aprovecharte toda, en tanto yo no dejaba el cuarto trasero en casa de mi tía  y cada día nosotros quedábamos más lejos.   

Y en cierto anochecer presentí qué muy cerca nos ambulaba el chau.; más  al repetirse el orden de tu ropa sobre la silla y el modo de inventarme de nuevo el amor, al estirarme en la cama con recelo en tocarte sabiendo que temblabas, percibí tus ojos lluviosos y abiertos al morderme la boca y preanunciarme que nos haríamos un amor última vez negando en cada gemido la sórdida pena de los condenados. Fue un entresueño mutuo sin demora ni tiempo, sin hablar lo sentimos, y al volver a mirarnos te vestías sin apuro detrás de una velada película y la almohada enjugaría varias gotas de sal de tu despedida. Allí también se quedaría la memoria de tu pelo negro y la forma imprescindible de tu cuerpo, y yo ni rebusqué el cinismo de los poetas de mi Buenos Aires querido que cuando una mina los deja se escriben un tanguito y a otra cosa  Porque no habría más otra cosa, Susana; aquella fue mi tarde agonizada de tristeza como si fuera domingo, sin sitio donde perpetuar mi ternura ni la necesidad animal de sentirme realmente vivo encima tuyo. Más todo va conmigo sin olvido ni tiempo y vos desde la puerta apenas me dijiste chau. ¿Te acordarás Susana? (Ag.2012)
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Eduardo Pérsico nació en Banfield y vive an Lanús, Buenos Aires, Argentina.    
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martes, 7 de agosto de 2012

Cuando el dinero más esquivo al control se inquieta.


Cuando el dinero más esquivo al control se inquieta.
                                   Por Eduardo Pérsico.
/Cuánto autoritarismo/. Con tantos controles para comprar y vender  dólares, nos caemos del mundo. (Coro estable del neoliberalismo argentino). .  
                    
      La voz más acallada entre los economistas del sistema capitalista vigente figura el uso que los dineros no declarados por los sectores de la economía mundial en cada país, mayormente vinculados a operaciones en el comercio internacional. Algo que suele estimarse inevitable en una interpretación que hasta casi sugiere cierta complicidad entre los técnicos económicos que no dramatizan por semejante flagelo, y los manejos poco transparentes de sus clientes del quehacer de importaciones y exportaciones. Entre los argentinos, que a la moneda espuria llamamos ‘guita negra’, hoy esas maniobras de evasión impositiva son casi bienvenidas por los medios de comunicación, - radios, televisoras y entusiastas editoriales de los grandes diarios- con sus vacuos discursos anti estatistas y en general, contrarios al interés de cada país en particular. Y para esos arduos fabricantes de opinión contraria, el proteccionismo estatal fomenta la evasión de los dineros del contralor impositivo ‘con tantas trabas y controles al libre comercio’; un libreto falaz y muy barato que equivale a quitar el derecho jurídico de cada país a defender su presupuesto con medidas recaudatorias contra la evasión ilegal de dinero. Los grandes contribuyentes y estos medios estiman el cobro de impuestos un simple atropello expropiador donde cada medida de control estatal es ilegal, por más que eso signifique en buen romance el derecho jurídico que cada país apto como tal, haya establecido. Y esas lamentaciones del liberalismo económico reiteran la certeza de que los poderes del dinero siempre han actuado contra el Estado regulador de las relaciones en general; un derecho que los grupos  del Poder pretenden escatimarle a la democracia verdadera.
     Hoy mismo y  dentro de la sociedad norteamericana durante el gobierno de Barack Obama,  se repiten opiniones de cuando el entonces presidente republicano,  Ronald Reagan, sugiriera el blanqueo del secreto existente en los bancos suizos. Un matiz que el mismo Reagan, nada afecto a ponerse en contra de un liberalismo financiero sin control, debió utilizar entonces ante ciertos desafueros y desmadres de la banca blanqueadora que ya afectaba a la economía norteamericana. Y tanto Reagan como el mismo Obama se han referido a esa misma banca tan añorada en América Latina por los tradicionales dueños de la tierra y la orientación liberal, quienes con sus perpetuo encono a las regulaciones al liberalismo agroexportador más vetusto y cerril, ni bien pueden  acrecientan sus quejas en los medios contra el gobierno de Argentina que sea. Un conjunto organizado casi en mostrarse como seguidores a ultranza de las libertades en general, pero siempre vinculados en la realidad con alguna guarida bancaria encubridora de cuentas numeradas y secretas; tan óptimas a la más grosera evasión fiscal del país donde esa riqueza se genera. Y ese  discurso de las libertades que los países desarrollados brindan a los inversores, léase Suiza en particular, resulta el preferido de los publicistas y opinadotes escritos y televisados al pontificar ellos sobre la ‘sagrada libertad comercial’ y demás lugares comunes . Incluyendo en ese libreto la confidencialidad protectora ante el abuso de cualquier gobierno autoritario o socializante contra de la propiedad privada. Pero bué, apenas tal vez sean recursos semánticos …
      Lo curioso se exhibe hoy por la mucha prensa que reciban varios próceres de la ‘ciencia económica’, - calificación harto temeraria- que por siempre sirvieran a las grandes fortunas en Argentina en gestionar la fuga de capitales y la intermediación con la banca extranjera que históricamente fuera receptora del dinero no declarado legalmente en nuestro país. Personajes que ocuparan ministerios durante la gestión de Carlos Menem , del radical De la Rúa y dos o tres que hasta funcionaran en cierta etapa considerada de gobierno kirchnerista, siguen teniendo cámaras y micrófonos a disposición. Con derecho, por supuesto, de nuevo se exhibe Domingo Cavallo, - tan recordable por su privatizadora calamidad durante Menem que luego pretendió reflotar con el gobierno del radical De la Rúa, y todo ese engendro numerario obligara a la fuga íntegro del gobierno y produjera otro caos económico del los neoliberales contra los argentinos, y estavez en el año 2001. Y no solamente el intrépido Cavallo, un confeso agente del capitalismo financiero reaparecido últimamente en diarios y televisión, sino hasta pareciera llegar secundado por esos jóvenes emprendedores que ignorando los números de la realidad europea actual y el decoroso avance económico de los últimos tiempos en Argentina, persisten en pontificar, rogar y exigir, - ya que estamos- una devaluación inmediata del peso ante el dólar. Instancia que ni mágicamente ha de mejorar la realidad económica del pobrerío, pero si la de ellos en cuanto las comisiones a cobrar en los paraísos fiscales; incluidos los que operan en Suiza, no dejan nunca de ser muy generosas. Pero los medios de información concentrados en la tarea de fabricar opinión, no apenas por defender cada uno su propio interés corporativo sino por su tradicional proyecto hegemónico, en América Latina al menos, siguen luchando a favor de un mundo desigual por esa sencilla convicción que persiste en su propia naturaleza. (Ag.012).  
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Edua                           Eduardo Pérsico nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires,Argentina.   
    
               www.eduardopersico.blogspot.com

sábado, 4 de agosto de 2012

Hay quienes al Mingo Echeverri, ni en sueños. Cuento.


 Hay quienes al Mingo Echeverri, ni en sueños.  
                                              
                                           Por Eduardo Pérsico.
         
        Después de mucho leer sobre quienes somos los argentinos y a qué suburbios nos llevaron, - al tiempo de mandarse múltiples copas de un Chardonay bien frío- el atemporal Periodista Especializado Mingo Echeverri cayó en una feroz sueñera de ronquido y delirio. Y al despertar, extrañamente recordaría detalles de un delirio de ‘tradiciones nacionales ’, eternos dueños de la tierra y cierta mujer que tanto amara y llegara al sueño sin motivo. O quién sabe, corazón…  

- Adelante don Echeverri, mucho gusto. Hace un tiempo he sabido de usted y pase nomás que aquí somos gente de campo – lo saludó un fulano atenuando la voz  por quitar brillo al entorno y lo invitó a tomar algo. Y al agregar lo suyo al sueño, al Echeverri lo divertía ese teatral despojo de la riqueza que simulan los ricos, y él  bien aprendiera de aquella secreta compañera de ternura en tardes imborrables. De sentir ambos el amor hasta los huesos y tal vez sin notarlo, a los dos les llegarían los quizá y los acasos en cada encuentro; y por más que una vez él prejuiciara ‘las hembras como vos no lloran nunca’, al separarse hubo sollozos que enjugara la ducha y él jamás pudo agregar esa mujer a sus olvidos. Ella, de sonreír al sentenciar ‘la cohesión de grupo no la heredamos de unos mercachifles que hicieran guita; el campo es otra cosa’, o ‘junto a esta frivolidad tilinga nosotros tenemos conciencia social’; y al final de la frase solían  encimarse a reírse más juntos.    

- Cumplimos generaciones limando diferencias; es lo mejor – siguió el tipo.Y ni bien una profesional amiga me dijo que usted sabía mucho de política, me permití invitarlo, -- y ahí el Mingo aguardó ¿vos no serás comunista, no?’, que el otro no dijo.    
- … antes la izquierda nos preocupaba más - oyó al primer balde de  pertrechos con hielo. El Mingo se auguró una charla para varias botellas y al mencionar el otro a ‘unos amigos Políticos de Carrera’, él le bromeó ‘sí, los políticos de carrera se entrenan corriendo cada mañana tras el presupuesto’, y el otro le sonrió casi fugaz.     
- Vea Echeverri, hoy los diarios culpan menos al marxismo leninista troskista que  esas bandas que se adueñan de la calle, la puta madre que los parió- y ahí el atemporal Mingo Echeverri se mandó un robusto trago y apretó al tipo ‘dejate de boludear, che. Ahora yo te pregunto, vos me contestás y ambas puteadas valen lo mismo’. El otro ahí convencido de conocer cada respuesta aceptó más contento que mono que se encontró un reloj, mientras el Mingo repetía de Chardonay de la gran puta.       

- Recordame la ley de residencia por 1900 con sus infames deportaciones, el Estado de Sitio al festejar el Centenario en 1910, la masacre de obreros en la Patagonia por 1921 y alguna otra violencia que te acuerdes- apuró el atemporal Periodista Especializado .  
- Muy fácil, nosotros pedimos inmigrantes del centro europeo y nos desbordaron los conventillos de Buenos Aires con tanos anarquistas. A la mierda con ellos. Y en 1921 en la Patagonia se nos  infiltraron mafiosos gallegos y chilenos a robarnos la tierra conquistada  a los indios, y  en cuanto ordenamos a los militares que se ocuparan, al carajo con ellos. Todos deberían honrar nuestra gloriosa Conquista del Desierto y  la gloriosa Liga Patriótica con jóvenes de familia como mi padre, que lucharon desde su automóvil contra los atorrantes de la huelga en Vasena - y al Mingo le resonaron varios apellidos actuales de aquella secta,  pero eligió seguirla.     

- Ustedes echaron al presidente Irigoyen en 1930, en 1955 patearon a Perón y en 1976 ensangrentaron el país entero, siempre integrando la perpetua comparsa del odio siempre que sale a festejar.      
- ¡Qué odio? Es conciencia grupal. ¿Dijiste Irigoyen? Nos caíamos del mundo y radicales y socialistas nos ayudaron para echarlo. ¿Pacto Runciman Roca? Un acuerdo perfecto con los ingleses; Argentina granero del mundo, camisas y robe de chambre de seda, casimires, scotland whisky y a festejar a Londres. Vendíamos una vaca y viajábamos a Europa; ¿qué te parece? Y si en los años treinta los dejamos elegir unos diputados para hablar boludeces, eso fue asunto te ustedes.
     Y ahí el Mingo Echeverri recordó la nota que un tal Blaquier de la Sociedad Rural le enviara a los militares golpistas en 1955. ‘Nosotros les ofrecemos nuestra clara y decisiva colaboración y quiera la Divina Providencia iluminar los designios de vuestra gestión gubernativa’. Y más frases que repitiera esa misma Rural y la Cámara de Comercio a los genocidas Videla Massera y elenco estable: ‘desde abril de 1976 a la fecha se recuperó la confianza internacional y conquistas en el campo social y económico’.  

- Esta bien, Echeverri. Pero no me hinches más las bolas cuando tus sindicalistas son todos millonarios – un contragolpe que el Echeverri soportó por tanto recibir en su vida más rempujones que mostrador de boliche. .     
-  Ah, ¿sólo por eso no quieren un Estado donde comamos todos?    
- ¿Qué? Eso nunca, ni en curda. La tierra es nuestra, la patria es el campo o al revés, y quienes no honran al glorioso general Roca que se jodan. Y te digo, si los milicos del 76’ se quedaron cortos y arrugaron por boludos, que hoy se aguanten la suprema corte del derecho humano y se mueran en cana. Y más te digo, de esa historia me gustaría ver a muchos zurditos desaparecidos trabajando el campo de sol a sol.   .  
- Qué cabrón, ¿y vos algún día trabajaste de sol a sol? – más ya tanto vino, ‘algo habrán hecho’o ‘por algo será’ y ‘se debe respetar por la propiedad privada’ habían hecho su tarea sobre el Mingo Echeverri.   
  - ¿Quién, yo; gente como nosotros laburar en la tierra? Ni locos, che, ¿ o para qué está la peonada?
     Y en su oración el dueño de casa rebuscó la chillona risa tono agrícola ganadero, algo destemplada.  
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Eduardo Pérsico nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires, Argentina.

jueves, 26 de julio de 2012

Evita en el Club de los Ingleses. Cuento.


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Evita en el Club de los Ingleses.
                                                                       Por Eduardo Pérsico

- Y le digo señora que si usted viene de España a estudiar nuestra historia, algo de nosotros ya conoce y no creo agregarle mucho. Eso sí, de cuando pibe recuerdo la llegada de Perón en el ’45, y por abreviar cuando en 1948 Evita visitó mi barrio, le recito ‘Evita murió el sábado 26 de julio de 1952 a las veinte y veinticinco, y esa noche no hubo música ni en las fiestas familiares’. Mal o bien la gente respetó esa muerte y aunque esa noche a Lanús vendría Juan D’Arienzo con entrada a diez pesos, alguno protestó en el café y el gallego Germán, el dueño, nos rajó ‘todos a casa,  pendejos, que esto es algo serio’. Así que nos fuimos a la casa de uno a pasar la noche y nos aburrimos oyendo por radio que había muerto la Jefa Espiritual de la Nación. ‘Se sabía, estaba muy enferma’ y sin notarlo casi hablamos del asunto. Ahora le pregunto señora, ¿usted supo que al morir Evita las obreras de las textiles o las fosforeras de Avellaneda, - que antes a ella trabajaban once horas por día- la lloraron con lágrimas verdaderas porque ‘esa mujer’ las había hecho respetar. Ella nada menos, una actriz de radioteatro, treinta y tres años, a quien algunos llamaban la puta esa o La Mujer del Látigo, y hasta escribieran Viva el Cáncer’; un desprecio que es un dato sobre el estilo de algunos argentinos… Pero ya le digo, esa noche pasó y de la música sacra los mayores pasaron al póker y los dados; gran casino sin diferencia de peronistas y contreras, y en tanto muchos irían al velatorio otros se jugaban la guita a lo que fuera. Los pibes como nosotros, ni monedas, pero en el Social funcionó una ruleta y nadie preguntó más si Evita era más peronista que Perón; durante tres días se jugó fuerte y de verdad.

         Así que le cuento. Por el ’48 yo hice el último del primario y vi a la señora María Eva Duarte de Perón en el Club de los Ingleses, bien de cerca. En Escalada existía ese lugar donde los sábados unas señoras de pollerita blanca porfiaban en embocar la bocha entre unos alambres, y por la noche entrenaban unos del rugby que nosotros no sabíamos cómo no terminaban todos a las piñas. Así que del colegio ahí fuimos de guardapolvo blanco a ver a Eva Duarte que nos diría ‘ahora los ferrocarriles son nuestros’; y también que ese Club no sería más de los ingleses y sería el Club Ferroviario, y nosotros jugaríamos al fútbol. Era noviembre, todavía hacía algo de frío y el sexto grado de la escuela dieciséis de pie frente a Evita; y no le digo más porque yo hoy la imagino como luego supe que fuera ella. Delgada, de piel transparente y cuando fui más grande supe que tenía muy lindas piernas. Evita era una linda mujer y bastante inteligente, dos condiciones que entre quienes la llamaban ‘la yegua’ jamás le perdonarían. Así que luego de bautizar al Club Ferroviario nos dieron un sánguche y al cruzar la avenida que reconstruyeron ese año, la Ñata una amiga de mi vieja avisó ‘decile a tu mamá que Evita tenía unas medias que valen un dineral’.  Y o a mi vieja de eso ni media palabra pero en mi memoria veo a muchas personas subiendo a un camión para ir hacia otro festejo con Evita por ahí cerca. Todavía no había bombos ni cornetas pero esa gente disfrutó nacionalizar la flota, los ferrocarriles y los aviones sin pensar que con los años otros festejarían vender los teléfonos, el petróleo y los adoquines.
. Sí señora, eso en política es universal y por más que Evita al cambiar de nombre al Club de los Ingleses pronunciara ‘independencia y soberanía’,  no muchos saben que eso incluye el exigir, una actitud que es la dicha mayor de toda multitud. Y por eso le repito, cualquier gentío se siente más persona si viene de los barrios y ‘del subsuelo de la patria’, - como dijo un escritor nuestro- si hombro con hombro puede gritar Viva Viva sin pedir permiso a nadie. Porque ya hora enterarse que el gritar Perón Perón significó la liberación psicológica del obrero ante el patrón, que no es poco, como también que embestir al enemigo que nunca se rinde es algo más difícil y nos llevará tiempo.
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Eduardo Pérsico nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires, Argentina.

lunes, 23 de julio de 2012

Dudas del Mingo Echeverri con aquellas francesitas.


   Dudas del Mingo Echeverrí  con aquellas francesitas..

                                               Por Eduardo Pérsico. 

     El furor por afrancesar el tango, estragado por cierto aluvión parisino de musetas, mimises, yvetes y manón, al Periodista Especializado Mingo Echeverri le produjo escozores con ciertos extraviados del espíritu popular, con perdón de la palabra. Aunque se disculpara por rozar de refilón al inigualable José González Castillo por aquella mezcla rara de pizpireta que trajera la poesía del Quartier, - más que Barrio digamos Rioba-  y francesita que soñaba con Des Grieux sin hallar a su Duval para morirse en París a lo Margarita Gauthier, bien Dama de las Camelias. Y a su Griseta, - tango romanza sin canyengue y tragicomedia en broma- mucho lo celebraría esa engolada especie de frecuentar boliches y tutearse con trasnochadores conocidos; de parlotear luego sobre cada misterio de la madrugada, lo recóndito de cualquier nostalgia y atribuirse la amistad de los duendes oníricos del vino. Digamos, esos nocturnos líderes de Buenos Aires tan profanos de los apretujones madrugantes por no llegar tarde al laburo, y también ajenos a los apremios a las pibas fabriqueras que cruzan la plaza de Lanús a las cinco de la mañana a veces cuando hace un frío que ni te cuento. Algo que bien apreciara el Mingo Periodista Especializado que jamás viviera engrupido de ser un laburador condenado a bailar siempre con el enemigo, por decir algo, pero a quien agarrarlo malparado para discutir cómo somos los naturales de esta comarca, resulta más difícil que recular en chancletas. Porque este insigne natural de aquí, sin jugarla de héroe que se inmola por valores que vaya uno a saber, al sentirse del lado de la razón se prende contra cualquiera de los engreídos ‘referentes nacionales’ que suelen desplegar ante cámaras un incierto ideario de los argentinos. Y así nos repiten la misma patraña recitada por sus abuelos tiempo atrás, que ante la dinámica actual es una eternidad o masomenos…

              Pero claro, como nuestro hombre curte la buena leche de averiguar, por el libro de un gomía supo cómo por 1874 una partida de milicos iba de trote parejo tras el matrero Juan Moreira: recién despuntaba la mitad del otoño, fin de abril, y en la cuneta de la casa de putas Café Pompadour aún brillaban los cristalitos de la escarcha. Buena señal si uno pretende un invierno llovedor… Si amigo, le dije Café Pompadour y por 1874; es que ya nos venía de antes nuestra pretensión de ser extranjeros…

            La calentura franchute por el tango sí existió, no es broma, y esa fiebre no quedaría en los cabarutes de París donde por 1920 el Ricardo Güiraldes, -‘el mismo escritor que por ahí luciera dotes de bailarìn pero minga de milonguero’, lo calificara el Mingo- lo vió expandirse por salones,  teatros y hoteles de moda. Al menos eso le contara al Echeverri don Francisco Canaro que por 1925 con sus músicos vestidos de gauchos, actuara en los salones parisinos más costosos con clientes como Rodolfo Valentino, ‘que no aprendió a bailar el tango ni apretado por la cana en tanto el violinista Jascha Heifetz se la rebuscaba bastante bien’. Sí, el fenómeno duró años y en ‘El Garrón’, boliche de un argentino, luego que cerraban los dancings  más caros para los tangueros seguía abierto hasta el amanecer, y esa aceptación francesa escandalizó en Argentina a la selecta revista ‘El Hogar’ hasta opinar ‘los porteños decentes de la buena sociedad se preocupan porque París les quiere imponer el tango argentino’. Hasta ignorando esos pelotudos que esa música ya se oía en cualquier teatro de Buenos Aires; el sainete impuso el éxito popular de los tangos con letra, haciendo que en todos fuera infaltable un primer acto en un conventillo de arrabal porteño y el siguiente en un cabaret de París. Historia pura.  

      Pero los tangueros persistieron tanto con la francesidad, que cualquier polaquita de Galitzia reclutada y traída por la organización Varsovia y aquí Zwig Migdal a putanear en los prostíbulos de Dock Sud, - hoy una veintena de ellas engordan el recatado cementerio de la calle Arredondo, en Avellaneda, a cien metros del municipal la calle Agüero- y aunque mayormente fueran rubias y sus ojos celestes no portaban nombres como Germaine o Jacqueline, según se difundiera. ‘Che tano, ¿así que la Galleguita del tango también era francesa?’, alguien cargó al  Julián Centeya por su pergeño ‘a mi Claudinette pequeña y tan querida me la negó la calle de París’. ¿Qué…?

       Y aunque el griterío de ayer hoy a nadie interese, aquel afrancesamiento de los argentinos encubre un doble perfil: uno es aguardar entre nosotros que nos digan quienes somos, y así registrarnos más allá de nuestro mapa. Y el otro, mucho más jodido según el Mingo Periodista Especializado, ´en nuestra comarca persiste gente que viaja mucho y que por sentirse extranjero, hasta se agranda por nombrar en francés a un prostíbulo en medio de la pampa’. (2012)
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Eduardo Pérsico nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires, Argentina.


miércoles, 4 de julio de 2012

Diez millones o no vendemos. Cuento.


      DIEZ MILLONES O NO VENDEMOS.  
 
                          Eduardo Pérsico. 
 
 
   La radio anunció que Jota Gonzalez, futbolista conocido como el Marqués, 
      sería vendido al exterior por seis millones de dólares, y a alguien que venía 
      haciendo equilibrio para reparar el techo de su casilla no le gustó la noticia. 
      Nadie, por más presidente del club que sea tiene derecho a malvender al Marqués, 
     pensó levantando la vista al helicóptero que sobrevolaba el vecindario. 
   
      El hombre vivía en ese barrio de mujeres desarregladas y gallos afónicos, y si 
     no quería que la tormenta le arruinara del todo los pocos muebles o lo tapara 
     de agua con su mujer y los tres pibes, ya mismo debía reparar el techo. 
   
     Pero cómo sólo pagarían seis millones,  si por el brasileño Chuequinho que 
    no vale ni un zapato del Marqués, ese mismo club italiano pagó mucho más, 
    se molestó. Ni hablar viejo, y te digo que quienes compran y venden jugadores 
     no tienen ni idea de quién es Jota Gonzalez; el Marqués, técnico y goleador, 
    un genio. Aunque si la radio tanto lo repite debe ser cierto, qué joder…    
   ¿Y si esa hermosura de mujer que tiene el Marqués no quisiera irse a Europa por 
    amor a nuestro país, no sería lindo..? 
 
    Ahora, que lo parió al ferretero; por cada chapa treinta pesos y si las dos sesenta, 
    ni soñando, se dijo. Así que antes de largarse la lluvia remendaría el techo ya 
    mismo con unas cuantas latas viejas y después, vería. Así que en la misma decisión 
   se prometió ‘por el Marqués nos pagan los diez millones o no vendemos’.  
 
Eduardo Pérsico nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires, Argentina.