El Conventillo de la Paloma en Lomas.
La
buena idea de exhibir ‘El Conventillo de la Paloma’ en Ciencias Sociales de Lomas de Zamora.
Eduardo
Pérsico.
El ‘Conventillo
de la Paloma’,
sainete escrito por Alberto Vacarezza que repitiera su éxito por décadas desde su
estreno en 1930, es un referente documental
muy valioso de ciertos hábitos de los argentinos. Que además y sin dejar de ser
una excelente versión costumbrista y teatral aporta una valiosa apreciación del
devenir socio cultural, a propósito de una etapa tan dinámica de nuestra
historia como fueran los inicios del siglo veinte. Y pese a que el autor focalizara
la acción en la ciudad de Buenos Aires y en el estrecho ámbito de un
conventillo, su mensaje no vale apenas como pintura de época y lugar; la certeza
realista que sus personajes exhiben luego de transcurrido casi un siglo, nos
permiten vislumbrar perfiles que parecieran constantes y palpables de nuestra propia
identidad.
Es sabido ya que la convivencia en el ámbito
de los conventillos produjo muchos y novedosos cambios en las costumbres de
época, por entonces con rémoras coloniales, no todo allí acontecería sólo por
la incorporación de sobreentendidos comunicativos entre lenguajes ajenos y
diferentes. Y como dato que la cambiante dinámica impuesta por la convivencia de
los conventillos contribuyera a la socialización de los individuos, podríamos mencionar
la adopción por entonces del tango como expresión nostalgiosa y hasta del enrevesado
Lunfardo, según resultara ese dialectal código entre dos para que no se entere
un tercero. Pero al margen de todo aquello, no existe duda que la mayor
integración de todos los grupos culturales, étnicos y según cómo se llamen, fue
apresurada por los inevitables y furtivos amoríos en zaguanes o donde se diera el
roce entre esas muchedumbres juveniles de
diferente idioma y procedencia acicateados por la tentación. Tal vez podría
admitirse que los episodios zaguaneros no resultaron el único causal de
integración en este complejo cosmos de las inmigraciones, pero humanamente y
con certeza habrán de continuar siendo los más divertidos.
Reiteramos que el Conventillo de la Paloma, de Alberto
Vacarezza quien fuera contemporáneo de José Bautista Saldías, autor de sainetes
como ‘El Bandoneón’, de gran éxito, y el precursor del grotesco Armando
Discépolo con su profunda inquietud social, son renglones que nosotros, los del
siglo veintiuno, deberíamos releer con frecuencia para mejor apreciar ciertos
perfiles de nuestra comarca. (Nov.012)
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