Homero
Manzi, del gran poeta tanguero al militante político.
Eduardo
Pérsico.
El
día en que se apaguen tus tangos quejumbrosos, tendrá crespones de humo la luz
del bodegón... (Viejo Ciego, 1926).
Homero Manzi, nacido Homero Nicolás Manzione Prestera (Añatuya, Argentina,
17 de
noviembre de 1907
– Buenos Aires,
3 de mayo
de 1951),
por siempre un lector de ilustración infrecuente, fue letrista de tangos,
político, director de cine y autor teatral de repercusión. Y con su alto bagaje
creador revitalizó el sesgo ‘del buen decir poético’ en la canción de los
argentinos a un elenco de notorios como Enrique Cadícamo, José María Contursi,
Homero Expósito, Cátulo Castillo y muchos más. Y entre su propia producción perviven en la memoria
colectiva ‘Barrio de Tango’ y ‘Malena’, con música de Lucio Demare, ‘Milonga Sentimental’ con Sebastián Piana, y ‘Romance
de Barrio’ y ‘Sur’, ambos con Anibal Troilo; forzando un magro recuento
enriquecdor de nuestra cultura popular.
Vecino
de Nueva Pompeya, un barrio que le nutriera la temática de sus tangos, en el
terreno político Homero Manzi adhirió muy joven al Radicalismo de la línea Irigoyenista
y sería destacable su entusiasta pertenencia a ‘FORJA,
Fuerza Organizada Radical de las Joven Argentina’, entidad formada por intelectuales
que aportaron su persistente defensa de los valores del campo cultural al
paisaje político de entonces. Una muy recordable intención de obrar en la vida institucional
y democrática de los años cuarenta,
precursora de sustanciales debates de interés nacional y que acaso muy
atinadamente, se disolviera como grupo
orgánico al llegar el peronismo en 1945.
Llegado
a Buenos Aires Homero Manzi viviría en la calle Juan de Garay al 3500, estudió
en cologio Abrahman Luppi de la zona y por vecindad barrial fue amigo de Cátulo
Castillo, de su padre el escritor José González Castillo y del
pianista Sebastián Piana. Y además de pergeñar
sus inicciales letras tangueras, también muy joven incursionaría en el teatro y la
cinematografía. Su tango ‘Malena’, quizá su tema más difundido, fue cantado por
el actor Osvaldo Miranda en ‘El viejo Hucha’, película con guión suyo y dirigida
por Lucas Demare, con los actores más reconocidos entonces como Enrique Muiño y
Franciso Petrone. Su renombre como letrista comenzó por 1924 cuando el entonces
exitoso cantor Ignacio Corsini le estrenara un olvidado tema, pero su éxito lo
instituyó ‘Viejo Ciego’, escrito por 1926 y él con dieciocho años, lo presentara
al concurso de la revista ‘El alma que canta’. Pronto a eso Manzi sería profesor
de literatura en los colegios nacionales Mariano
Moreno y Domingo Faustino
Sarmiento hasta 1930,
afiliado a la fuerza Irigoyenista de la Unión Civica Radical y ‘jugado’ activista
de la Reforma Universitaria.
Durante
el gobierno del autoritario general Uriburu a partir de 1930 en Argentina, fue
preso un breve tiempo y echado de su cátedra de enseñanza, que lo obligaría a
integrar una compañía teatral que actuara dentro del país además de Perú y Chile.
Durante la campaña presidencial de 1946
que ganara Juan Domingo Perón, Homero Manzi aquí muy contradictorio se mostró
con lo más derechoso de la UCR, el Unionismo, hasta unirse al peronismo
definitivamente. Y tanto fue así que el 16 de diciembre de 1947 ya dijera desde
Radio Belgrano, la emisora de mayor difusión entonces, ‘Perón ya significa el
continuador de la tendencia inconclusa de Yrigoyen. Y nosotros seremos
solidarios con la causa de su revolución que es nuestra propia causa. Porque no
oficialistas ni opositores: somos revolucionarios’ Esta concepción inmodificable
lo haría el Homero Manzi político, nada convencional pero siempre figura
respetada por el peso de su gran cultura y trayectoria.
En 1948 ya elegido presidente de SADAIC, dirigió la película ‘Pobre mi madre querida’ sobre su propio
guión y en 1950 con igual método, filmaría ‘El Ultimo Payador’. Por
entonces aunó a música de Anibal Troilo la letra de su memorable ‘Sur’, y antes
de su muerte en 1951 escribiiría dos milongas dedicadas al peronismo y grabadas
por Hugo del Carril. Y para final escribiría la letra de ‘Discepolín’ en
homenaje y despedida a Enrique Santos Discépolo, su visceral amigo ya gravemente
enfermo. Aunque por alguna irónica y secreta disposición, Homero Manzi moriría
a inicios de 1951 y Discépolo ocho meses más tarde. Pero eso y según
correspondía, ambos en Buenos Aires. (Oct. 2013)