PRIMAVERA EN EL BARRIO.
El setiembre encendido de luz y veintiuno
es un vaso hasta el borde de un vino gusto a ganas.
Disfruta una muchacha su pelo a contraviento
y el pródigo despliegue de su blusa floreada.
Es que el aire deshace casi como al descuido
el nudo abigarrado que tejiera el invierno.
Y el cielo de mi barrio, tan modesto y discreto,
hoy reluce en destellos de adornar el paisaje.
Tras acortar su falda por cortejar el día
mi vecina sonríe a un guiño cuando pasa.
Si el clima o un tal vez pudiera convencerla
de aflojar ya las riendas que luego es el olvido…
Así que en el festejo de soles derramados
aguardo que los duendes sensuales y sanguíneos
le indiquen nuestra arcaica sugestión al cruzarnos:
la erótica mirada de la especie desnuda. (Set.2011)
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