miércoles, 24 de noviembre de 2010

El mundo existe y ojalá dure. Opinión Nov.2010.



      En las últimas décadas que acrecentaron la comunicación en todos los niveles, también la emisión de cada palabra cambiaría su incidencia y peso sobre la opinión general. Pronunciadas desde un estudio televisivo o sobre la altura de un púlpito cualquiera, hoy han perdido oyentes y convocatoria en tanto sus emisores resultan de dudosa certeza que pervierten cualquier discurso. La pobre repercusión que hoy obtiene en el gentío el discurso de cualquier ‘dignatario religioso’ indica la sospecha de alguna argucia elaborada del emisor, un síntoma que recuerda lo dicho por Harold Lasswell por 1950, un avanzado de la comunicación que aconsejó   apreciar  ´quién le dice qué a quién y con qué fin´, esa vinculación entre emisor y  receptor obligada en toda sociedad donde los fabricantes de opinión integran los cuadros de la producción y el consumo dependientes del Poder El sucinto mensaje ‘con qué fin alguien le dice qué a quién’ mantiene cierto aroma a ‘el productor crea al consumidor´ una sentencia de Carlos Marx que rechaza o  reinventa, según su fragilidad teórica, el liberalismo de mercado que demostró su limitación y estrechez ante la realidad económica europea de los últimos años. ‘Irlanda y Grecia luchan para sacar a sus países de la insolvencia’, sin mencionar algún otro como sería España, son titulares muy atenuados en lo formal al cataclismo económico que sufriera Argentina en el año 2001; arte y obra del calamitoso liberalismo ejecutado durante los años previos, menemistas y radicales o gente parecida. Pero los mentores y teóricos internacionales de ese excluyente sistema jamás se hicieron cargo, igual  que hacen estos días ante los ‘achiques presupuestarios’ de los países de Europa que significan simplemente  ‘darles duro a los de abajo’. Si al fin, a quienes beneficia este régimen económico nunca se hicieron responsables en tanto los medios de comunicación que ellos operan hablen por su cuenta y tranquilicen las aguas. Y que a veces acontece con algún ejemplo adverso, a saber, el quiebre de General Motors en Estados Unidos en el año 2009. Esa grandiosa quiebra obligó al auxilio del gobierno de Barak Obama hacia la empresa, un gesto otrora ‘socializante’ que entonces no despertó ni un reflejo contrario de los medios de comunicación servidores del Poder que para  ignorar esa verdad intervencionista dentro del capitalismo: ‘es una etapa de caída o al menos decadencia de la civilización del automotor’ apenas sugirió y pronto se desdijo el New York Times.
         Naturalmente no es sencillo analizar el sistema económico en el mundo del último siglo sin la presencia de la industria automotriz, que pese a inquietar la salud del planeta resultó junto a los intereses petroleros y la fabricación de armas, consecuentes y vinculados, los grandes motores impulsores de esta economía. Que al fin en su última expresión gestaron este pernicioso liberalismo financiero cuya más depurada agresión, - al menos contra los países en desarrollo- es una constante contemporánea.
         Estos asuntos un tanto desperdigados sirven para enterarnos también que los publicistas y medios de comunicación con sus expresiones más elaboradas de todo tipo, vienen perdiendo incidencia sobre el pensamiento general. Así como vienen demorando admitir que la realidad económica europea cambiará la opinión de millones de habitantes, demoran en enterarse que en América Latina han de persistir gobiernos tendientes a encausar y mejorar en lo factible la situación de los menos pudientes. Sin alharacas ni exitismos baratos y pese a la feroz embestida que aguanta hoy cada unos de esos países, entre ‘el populacho’ esta nueva instancia sigue  sumando adhesiones. No hablemos de las encuestas que hasta podrían subastarse sino en la expresión imposible de igualar por los sectores mandantes: los actos callejeros que congregan al gentío en Argentina, Bolivia o Ecuador, por ejemplo, y el los triunfos indiscutibles de Dilma Rouseff, candidata de Lula en Brasil, y las adhesiones electorales recibidas por Chávez. ¿Es esto sólo un  fracaso de los medios y sus peregrinos fabricantes de opinión, o una contante realidad que promete seguir siendo la única verdad? Una pregunta casi conjetural que puede resonar chabacana en otro debate y otros protagonistas, pero en tanto los medios que  comunican y fabrican opinión persistan en difundir sólo acorde con sus intereses, - ese delirante estilo de la ignorancia- y prosigan ignorando cada día más y menos fuerza conceptual, no habrá sorpresas y el devenir proseguirá creciendo.
         Sencillamente, en las mayores cadenas informativas no hay nada nuevo bajo el sol y siguen pontificando sobre una realidad imaginaria: la relación de fuerza internacional es distinta, sin aún no acabó el militarismo se extingue; - gran soporte de las derechas golpista- y el poder teocrático se diluye ante el fenomenal despegue de la mujer y su decidido accionar sobre la sociedad en el último medio siglo. Que los sectores mandantes entienden inaceptables y no discuten, como hacen con la imparable transformación llegada de computadoras, Internet y otras hazañas virtuales que además de los barrios exclusivos, llegan a cualquier rincón del planeta. Con altibajos, desencuentros y quebrantos empresarios que cada tanto a más velocidad trasladan alguna hambruna de un país a otro, hoy la dinámica es otra y acelera nuevas pautas; y el habitante  de cualquier lejanía hoy sospecha en participar del juego. Por mucho que los comunicadores aconsejen cualquier delirio farandulero, se experimenta una aceleración histórica que no frenará el titular de ningún diario ni errátil campaña de televisión. Esos que ni siquiera descifraron ‘quién le dice qué a quién y para qué’. Porque a pesar de ellos el mundo existe y ojalá dure; pero esa es otra cuestión.
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lunes, 15 de noviembre de 2010

Ternura y malvón. Renglones.


                            
    
         Al fragor del jardín crece la tarde. Conciliando colores y algún  pájaro en fuga nos propone esa urdimbre de paisaje, en palabras que abusan de su enigma. Un tal vez de ironía las ordena, se entrelazan sonriendo y pronto se niegan y alejan de sí mismas; más cuando se  disponen y así como al desgaire, ellas llegan precisas, acordes, oportunas y henchidas orgullosas de integrar el conjunto. Se dice y no se sabe todavía, que su entramado en renglones sensibles al idioma es algo por su cuenta; las palabras conciben su espíritu y valor y el modo de sentir su vida propia, y una frase es apenas destello de lo mismo.    
        
         Más en el jardín y un sol a iniciar su retirada, palabras en manojos vienen para quedarse. O sólo se aproximan de curiosas aunque propias sencillas repetidas y de alinear de a una, forcejean ida y vuelta al ocultarse para seguir volviendo, según es su costumbre. Cierta fugacidad de tiempo imperceptible, pero útil para entender que una sola palabra indoblegable y en un jardín atardecido con olvidos que insisten en quedarse, tiene gusto a tristeza y tiempo transcurrido.

        Por allí y sin anuncio, una hermosa palabra joven adolescente, tan alegre y sonriente saltarina palabra, se cayó de un malvón hacia el silencio. Desde lo alto de esa flor a ratos lánguida, melancólica y casi temerosa, se derrumbó esa palabra tan juvenil vital y necesaria. Que según se dijera tenía toda la vida por delante y decidió tirarse, eso nunca se sabe. Pero esa íntima voz de la ternura a musitar a veces, un silencio entre dos, al caer del malvón se tornó un sin retorno tan mustio y desgarrado. Y allí recién acaso pronunciara algo a saber de la juventud y la tristeza. (Nov.10)       
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miércoles, 10 de noviembre de 2010

Comer y aparearse igual a otras especies. Opinión.

 Por más violencia armada y artilugios verbales que usen, a los países centrales el costo de su ‘descivilización’ no les será gratuito ni muy lejano.  
                                                         
      Algo del entretejido de la historia humana podrían  explicarse con los datos habidos en cada migración, gigantescos y dolientes traslados del hombre no solamente bíblicos y perduran. La humanidad sigue empujada a las travesía en masa a territorios desconocidos de gentíos miserables y desechos por el hambre, que reemprenden alrededor del mundo otra nueva y forzada epopeya de la especie. Migraciones convocadas por esa perversa causa que la origina también hoy: las hambrunas que agobian a una grandiosa parte de la humanidad.  Ciertas referencias de esos traslados pueden explicarse con estadísticas, pérdidas y asimilaciones culturales o étnicas que se nos ocurran, pero a los países centrales les supone agobiador debatir estas ‘contradicciones’ de la civilización salvo en los discursos. El Poder, que se expresa en las naciones dueñas  del reparto y responsables de semejante infamia, se distrae exhibiendo mapas, tratados de cooperación, muros en construcción, soberanías y esas categorizaciones que a nadie  en la instancia del hambre le sirven de algo. Los países dominantes coinciden en agitar el temor y el desprecio a los inmigrantes, y entre  esos mismos países ganadores a pura fuerza bruta sostienen  un corrompido sistema que impide la llegada de nuevos invitados a la mesa. Esa es toda la preocupación de los que internacionalmente mandan, y de ahí emergen muros, misiles, campamentos de refugiados y el patético uso de dioses, demonios y otras  fabricaciones culturales guiadas a despreciar y agitar cualquier miedo contra los diferentes que llegan de lejos. Esas multitudes imprevistas y desesperadas que brotan mayormente del continente africano, ocasionan un dilema de difícil solución; esos exóticos tipos resultan  incómodos de recibirlos en casa pero la tenacidad de la miseria ejrce otra lógica y 'siempre el hambre nos conduce y explica; atraviesa montañas, facilita los mares'. El comer y aparearse persisten en nuestra naturaleza y como si esta realidad de la especie fuera algo novedoso las dirigencias centrales hablan de una nueva realidad; y por más que rabinos, papas y ayatolas formen asociaciones ilícitas para convencernos de algo diferente la realidad seguirá siendo la única verdad. 
 Así las cosas y sin recetas lícitas  para calmar estos malestares,  valen las consecuencias individuales de las migraciones que hacen también a su engendro y problema. Quizá por siempre la literatura contempló la temática y no pocas veces, al constante rechazo de la nostalgia y a la vez, su añoranza y pena por la patria lejana, una dualidad que suele encerrar además de un sentir intransferible hacia el nuevo ámbito, la ‘memoria trasterrada’ en alguien que abandona su origen hacia estilos de vida novedosos y a veces alienantes. Por confortable que en principio resulte ese cambio, al  inmigrante su nostalgia le parece más entrañable que la ajena y ese exilio, voluntario o forzoso, revaloriza cualquier entorno y el imaginario colectivo se aprecia como extraño. Algo que bien cubrió  el francés Jean Baudrillard: ‘el racismo no existe mientras el otro es Otro y mientras el extranjero sigue siendo Extranjero, pero existe duramente cuando el Otro diferente se instala a peligrosamente próximo a Nosotros’. Cualquier exiliado o extranjero sufre esa nueva y dura instancia de la realidad; con la discriminación y el rechazo a su condición de ajeno, lejos del terruño, toda alienación es  contaminante y suele reintegrar hábitos que nunca antes fueron ejercitados en su lugar de origen. A la típica quejumbre de los argentinos la exageró en el exilio el tomar mate o escuchar tangos más de la habitual, y fuera de su país es lo más simbólico de un emigrante que descubre algo esencial de su comarca. De ahí nunca fueron casuales los clubes de colectividades dispersos por el mundo  entre inmigrantes que al perpetuar signos del terruño lejano, entraron a incidir en el 'mapa de conceptos' de su nuevo lugar. El nuclearse por regiones en  latinoamérica, fuera de las imposiciones económicas que existieran fueron una herencia de los europeos llegados a sus playas desde 1850 y cuya transferencia cultural quedó fijada.  Hoy en los Estados Unidos los  millones de latinos en su territorio le asoman una nueva imagen a la sociedad toda, y una conciencia  a veces incentivada por las divertidas integraciones de alcoba define siempre al fin un cambio revulsivo. Aquello que también se diera entre nosotros los argentinos casi de manera constante y y por vez primera nos advirtiera Domingo Faustino Sarmiento en su 'Facundo. Civilización y Barbarie  por 1845: ‘en Buenos Aires sobre todo todavía está muy vivo el tipo popular español… Todos los movimientos del compadrito revelan al majo; el movimiento de los hombros, los ademanes, la colocación del sombrero y hasta la manera de escupir entre los colmillos, todo eso que hacel compadrito es propio de un andaluz genuino'. Una observación del  Sarmiento genial que sería bueno lo recordemos más seguido. 
             Las transmigraciones dejaron si sello en la literatura, decíamos, .y en su exilio en los Estados Unidos el cubano José Martí de 1881 a 1884,  pasó por el deslumbramiento; sus años de escribir ‘Emerson’ y una crónica laudatoria a la construcción del puente de Brooklyn. En la siguiente etapa Martí radicaliza cierta crítica a su entorno yanki y retorna a la voz de su continente mestizo ‘para medir la profunda desesperación del hombre es necesario vivir desterrado de la patria o de la humanidad’. Cada expresión humana en la lejanía carga una ajenidad a veces misteriosa, y en cuanto ‘cada palabra convoca a su propia memoria’ en el inmigrante prevalece esa doble mirada, nostálgica y rechazante por el bien perdido. Dicho esto sin ahogarnos diciendo tango o patria, si hablamos de literatura y no  ser intragables o aburridos, los escribas de ficción suelen complementar la tarea de historiadores y sociólogos recurriendo -a veces sin lograrlo- a embellecer el relato de la realidad. De una novela, un cuento y ni siquiera de un sueño podría decirse que es una mentira, pero al margen de eso en esta feroz instancia de inmigraciones y traslados por hambrunas que destruyen identidades y perfiles, el tema central de la humanidad vuelve a centrarse en millones de seres humanos en la nostalgia, el amor y el rechazo de la patria en el nuevo y cruel escenario del exilio. Y cuando el conflicto se reinstala en los países centrales ‘molestados’ por la  inmigración,  - una certeza histórica inmanejable al Poder salvo que decidan  bombardear barcazas los europeos o dinamitar su alrededor Estados Unidos-  más temprano que tarde los hambrientos harán que resurjan tantos atenuados conflictos íntimos en cada país.  (nov.2010)

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Argentina y su latente mística peronista. Opinión.

 
Sin Néstor Kirchner, grupos políticos y la nueva juventud militante propician actualizar  el transformador  ideario del ’45.


         Al menos para quienes vivimos algunas décadas, si trajinamos mal la historia la memoria se convierte en intrusa de uno mismo. Así que mejor es evitar que los recuerdos se amotinen por su cuenta al menos ante aquel 17 de octubre de 1945, cuando mi viejo manejaba un ómnibus del parque de Lomas de Zamora al Dock Sur, y en aquel mediodía se volvió a casa cuando los matarifes de frigorífico Anglo salieron a la calle. La mayoría eran seguidores del dirigente sindical Cipriano Reyes, - un alto valor que bien merece justicieros párrafos alguna vez-  y uno apuró a mi viejo ‘largá negro que hoy no trabaja nadie’; más que suficiente. Ya entrada la tarde y él tomaba mate y me veía pelotear con una ‘de veinte’ en el patio, llegó don Justo, un grandote de enfrente y me llevaron de acompañante a la avenida Pavón a ver el gentío hacia Plaza de Mayo. Sobre el antiguo puente Escalada ellos dos, que la iban de radicales pero supo decir mi vieja veían bien las obras del Partido Conservador, se convidaron  cigarrillos y al subir unos de la fábrica de cacerolas con rastros de esmeril en la cara  gritando fuerte, mi viejo y don Justo se habrán dicho ‘esto va en serio’.
         
La avenida aún era empedrada y al bajar vimos un  tranvía sin gente, mi viejo y el otro hablaron con unos del Partido Laborista en un comité de un tal Raúl Pedrera que luego fuera diputado. Serían las cinco, hacía rato  que la gente iba a la Plaza de Mayo, pasaron unos de la Cristalería con un cartel y con ellos los dueños de la carpintería Suárez que se sumaron a los cinco o seis obreros. Era zona de talleres sin patrones millonarios y algunos se unieron a la manifestación y esa tarde se decía que Perón estaba en el Hospital Militar y no preso en Martín García, y ahí al tiempo supimos que uno de uniforme dijo ‘señores, la detención del coronel Perón es asunto del ejército así que vuelvan tranquilos a su casa’. Pero la plaza estaría casi llena, no había millones, y cuando casi a medianoche apareció Perón esa multitud había enronquecido y ‘el Coronel del Pueblo’ en el balcón de la Casa Rosada levantó los brazos para agarrarse del Poder hasta su muerte;  hoy repiten algunos; los auténticos laburantes de la Argentina sintieron un cambio más que importante, profundo, sustancial, trascendente o cualquier otra adjetivación, una transformación esencialmente íntima. Y sí, ese aire novedoso de gritar ‘perón perón’ les daba un honroso empate antioligárquico pero sin vuelta atrás, ese 17 de octubre de 1945 se produjo en todo el ámbito trabajador la liberación psicológica del obrero ante el patrón. Algo que a sociedades objetivamente más desarrolladas les sigue demandando generaciones, como en la Europa actual…
        
Fue normal que el Poder de entonces en Argentina sintiera el impacto, tomara nota y al día siguiente luciendo su excelente oficio de manejar avatares políticos se iría acomodando a la nueva instancia. Por eso y sin precisar números ni fechas, quizá al morir Eva Perón en el 1952 el Poder de turno en Argentina precipitó dentro del peronismo sin prensa opositora ni escándalo denunciador, a persistentes sindicalistas menos combativos y más millonarios. Aún sobre el escenario los destellos de la Revolución Libertadora de 1955, las persecuciones y los fusilamientos en Lanús y José León Suárez en 1956, menos de una generación anterior por los años setenta, surgieron López Rega y su banda criminal Triple A. las complicidades de algunos sindicatos y el broche de oro llamado Carlos Menem. Un inclasificable que además de propiciar viajes a las estrellas, en nombre del peronismo enajenó el patrimonio nacional más valioso a corporaciones y derivados. Es verdad que en eso de regalar ese ícono farandulero cumplió al desembarcar en el peronismo a filibusteros varios, no pocos de apellido tradicional que cimentarían dentro de un partido que naciera como un progresista envión de los trabajadores, un cenáculo reaccionario que ahora ofrece una vertiente exclusiva para empresarios de lo que sea, llamado Federal, bien estrambótico y políticamente previsible por derecha
     Y por ahí y dentro de cada recesiva contradicción del peronismo, no fácil desde lo estratégico y menos de lo ideológico, el kirchnerismo  rebuscó casi ‘contra natura’ no pocas recetas del movimiento nacido en 1945. Que sin mayor detalle significó jubilación de  amas de casa, asignación universal por hijo, alejamiento del FMI, recuperación de las cajas previsionales privatizadas por el Menemato además de toquetear algunos resortes de la economía que le ocasionaron golpistas reacciones de ‘la gente de campo’, - un artilugio semántico, por llamarlo- al dinamizar  la Administración Federal de Ingresos Públicos cuyo titular el día 2 de noviembre del 2010, hace unos días y ya muerto Néstor Kirchner y la presidente en Casa de Gobierno, describió ante los diputados oficialistas y opositores dentro el Congreso Nacional las maniobras evasivas de las grandes exportadoras de cereal para eludir el obligatorio pago de los impuestos. Y aprovechó el funcionario para volver a denunciar que los empleadores del sector rural mantienen en negro al 74 por ciento de los trabajadores. Un ocultamiento o más bien crimen tributario, imperdonable al sector históricamente más privilegiado de la Argentina que también y que acaso por tradición familiar, se inscribe individualmente entre los ‘contribuyentes’ más descollantes como evasores de impuestos en nuestro país. Con activa participación de personajes bien conocidos en los medios de comunicación, que suelen pontificar sobre la sacralidad de la propiedad privada, la democracia, el republicanismo y la salud de las instituciones, pero en definitiva atorrantes que a la hora de pagar, últimamente y ya sin los militares que hicieran el trabajo sucio por ellos, cortaron las rutas y desabastecieron el país divertidamente. 
         Esta visión sin ánimo de totalizar sesenta años de historia con tantos afluentes propios a cualquier país, apunta a ubicar algunos datos que no harían caprichosa una refrescada versión del primer peronismo, algo que a ráfagas buscaron los últimos dos gobiernos constitucionales del llamado kirchnerismo con algunos aprestos exitosos y otros no tanto. Que fueron  visualizados al intentar gravar más las retenciones a la exportación de soja y chocar con las tradicionales entidades del campo y sus asociados campeones de la evasión impositiva; al proteger la gestión del Banco Central ante las entidades financieras internacionales y autóctonas; el no transigir con la curia trepidante ante el avance de hábitos más igualitarios y civilizados; y el fuera de protocolo ante las intocables Fuerzas Armadas de Néstor Kirchner, al ordenar la quita en los reductos militares de los cuadros de sus represores más notorios y sumado a ese hecho símbólico tan caro a los de uniforme, el querer agilizar el juzgamiento de muchos de ellos. Eso  con más alguna otra decena de medidas mellarían la buen relación con los opositores, pero resultados y estadísticas advierten que sirvieron a mejorar las condiciones de la población. Y todo aquello más otros intentos no obtenidos que los hay y atención a esto, luego de la muerte de Néstor Kirchner devendrían en la irrupción de miles de jóvenes por los alrededores de la Casa de Gobierno, tal vez el fenómeno más clarificador de estas jornadas. De toda clase y condición pero con preponderancia de cierta clase media baja, a rachas mayoría entre los argentinos, mujeres y hombres  aalieron a integrarse a una interminable fila de rendir el homenaje póstumo a Néstor y mayoritariamente, a saludarlo por primera vez. una despedida y saludo de bienvenida a la vez en cuanto no pocos recién llegados hasta repitieron que el ex presidente viviría ‘en el corazón de su pueblo’, expresión que retornó esa tarde lluviosa. Y bien nos divisó estos perfiles el historiador Oscar Actis al apreciar  que ‘este magma donde la sociedad se mueve de una forma por arriba y otra por abajo, la muerte de Kirchner puede ser un punto de bifurcación por la aparición de un colado que nadie invitó al velorio, la juventud nada menos’. Y sí,  porque en cuanta oportunidad en que la historia se condensa, el establishment atento en revalidar su diploma por siempre provisorio recurre a venerar sus instituciones en un intento de permanecer. Y en este caso puntual la oposición no dudó en discursear su acompañamiento a Cristina Kirchner, encubriendo en esto la visceral decisión de llevarla hasta la puerta de salida que al parecer, para la presidente no existe. Por lo que sin delirar mucho con el destino de las sociedades, del sitio que llega ocupar la juventud nunca se vuelve y no pocas veces habilita a instancias que aunque no lleguen a La Revolución se arrimen a cierta instancia módicamente parecida.